El jefe de los copitos

Sabag Montiel admitió que quiso matar a Cristina y en su estrategia buscó despegar a terceros del intento de magnicidio

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Sabag Montiel, en el primer día del juicio político. Foto: Jorge Larrosa

En la primera jornada del juicio oral por el intento de magnicidio contra Cristina Kirchner, Fernando Sabag Montiel -quien le gatilló a la expresidenta- confesó su deseo de matar a la dirigente del peronismo y en su estrategia judicial insistió que fue una motivación personal sin "el accionar de terceros". 

En ese sentido, dijo desconocer a los grupos de ultraderecha -tal como Revolución Federal- los mismos que integraba su novia, Brenda Uliarte, también acusada por el intento de asesinato.

Además de Sabag Montiel, están imputados Brenda Uliarte y Gabriel Carrizo, conocidos como la "Banda de los Copitos", por tentativa de homicidio doblemente calificado por alevosía y el concurso premeditado de dos o más personas, agravado por el uso de arma de fuego.

El juicio no tiene previsto determinar las responsabilidades políticas ni quienes financiaron el ataque pese a las conexiones de los perpetradores con grupos de derecha y los estrechos vínculos de algunos testigos con Patricia Bullrich, su mano derecha Gerardo Millman y el clan de los Caputo.

Para su desarrollo, se entrevistarán a casi 300 testigos, entre los que se encuentra la propia Cristina, quien además es querellante de la causa.

Se espera que el juicio llevado adelante por la jueza Sabrina Namer se extienda entre seis meses y un año, debido a la alta cantidad de testimonios.

El acusado incurrió en varias contradicciones: por ejemplo reafirmó que no necesitaba ser financiado para llevar delante el atentado por que él "tenía una casa, cinco autos y plata".

Sin embargo después dijo que entre los motivos que enunció por la cual había decidido asesinar a la expresidente mencionó que la gota que rebalsó el vaso fue que debió salir a vender copitos de algodón. “En lo personal me sentí humillado”, relató quien se jactaba de tener dinero de sobra.

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