Por David Browne
Para Rolling Stone
Hace ocho años, los Grammy estaban en problemas. Luego de años de altibajos en los ratings, la edición de 2006 tocó fondo con un promedio de 17,6 millones de espectadores, la mitad de lo que había hecho el episodio de American Idol que se estrenaba esa noche. Nunca antes los Grammy habían parecido tan poco interesantes.
Pero en los últimos años, la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación ha logrado revertir esa tendencia, sobre todo cuando volvió a poner el acento en las actuaciones imperdibles de estrellas importantísimas de la talla de Lady Gaga y Bob Dylan, y cuando decidió reducir el tiempo en el aire de la presentación de los premios en un 20%.
La renovada presentación ahora obtiene todos los años unos 25 millones de telespectadores, mucho más que un episodio promedio de American Idol. "Tal vez parezca una herejía para la Academia de Grabación, pero el medio es la televisión", dice Ken Ehrlich, el productor histórico de la entrega de premios. "No hay duda de que los Grammy se han convertido en un programa de actuaciones en vivo".
Cuando la edición número 56 de los Grammy se emita por TNT el domingo 26 de enero, los espectadores disfrutarán de un show único, con actuaciones de Daft Punk con Stevie Wonder, Metallica con el pianista de música clásica Lang Lang, Paul McCartney con Ringo Starr, Lorde, Pink y muchos más. La idea de juntar artistas disímiles en combinaciones sorprendentes es de Neil Portnow, el presidente de la Academia desde 2002.
"Queremos que haya diversidad desde el punto de vista de las actuaciones. Por eso, tomamos a una banda tradicional y la juntamos con un artista nuevo", dice Portnow. "Es un programa de televisión, pero no toda la buena música resulta en buena televisión".
Para los artistas, se ha vuelto más importante tocar esa noche que ganarse un Grammy. "Tocar ahí es un millón de veces más importante que el premio en sí mismo", dice Dan Reynolds, el cantante de Imagine Dragons, que cantará a dúo con Kendrick Lamar este año. "Me acuerdo cuando vi a Mumford & Sons tocar en los Grammy. Me fui directo a comprarme el disco después".
