Un cajero alemán se encontraba realizando transacciones financieras, entre ellas una transferencia por valor de 64,20 euros, cuando se quedó dormido con su dedo sobre la tecla del dos. El resultado fue una millonaria transferencia de más de 222 millones de euros que le ha costó el puesto a su jefa y supervisora.
El banco la despidió acusándola de no verificar el trabajo del cajero. De hecho, fue otro compañero del banco quien se percató del error y lo corrigió a posteriori.
Sin embargo, la mujer llevó el caso a los tribunales, que obligaron al banco a readmitirla tras constatar que ese día tuvo que revisar hasta 812 documentos en busca de errores, y que no hubo mala intención por su parte. Según la justicia debía haber recibido solo un aviso.