En noviembre del año pasado el diario neoyorquino Daily News, informó que el FBI y el IRS (la Hacienda estadounidense) realizaron una investigación sobre las irregularidades en el proceso de selección de Rusia y Qatar como sede de los próximos Mundiales. Para eso, utilizaron a un dirigente arrepentido para espiar los pasillos de la FIFA.
Chuck Blazer, ex secretario general de la Concacaf desde 1996 a 2013, habría oficiado de espía del FBI dentro del máximo organismo de fútbol. Desde 2012, para evitar ir a la cárcel, el dirigente habría llevado un micrófono oculto en varias reuniones con miembros de la FIFA.
Según esa publicación de Estados Unidos, los encuentros se realizaron durante los Juegos Olímpicos Londres 2012 y se estima que en dichas reuniones estuvieron presentes Alexei Sorokin -jefe del comité organizador de Rusia 2018-, Frank Lowy -el responsable de la candidatura de Australia al Mundial 2022- y Peter Hargitay, un consejero de Joseph Blatter.
Serious Fraud Office, unidad policial que investiga grandes fraudes en Reino Unido, le habría solicitado las grabaciones al FBI para comprobar si hubo delitos sobre suelo británico.