En el duelo entre el West Ham y el Tottenham, un hincha irrumpió cuando los visitantes iban a patear un tiro libre y, en vez de abrazar a algún jugador, decidió ejecutarlo. El fanático, que le pegó mejor que muchos profesionales, obligó a la estirada de Adrián, el arquero del conjunto local.
La imagen fue particular: mientras lo corría un encargado de seguridad, el invasor le pegó casi sin hacer pie. Su disparo, bien ejecutado por encima de la barrera, casi se mete en el ángulo izquierdo de los Hammers. Aún más cómica que la situación fue la reacción de Christian Eriksen, quien al ver el disparo se agarró la cabeza. El partido finalizó con triunfo del equipo de Mauricio Pochettino gracias al gol de Eric Dier a los 93 minutos.