Connor Rabinowitz, un estadounidense al que se le tuvo que trasplantar el corazón hace 7 años, se enamoró perdidamente de Erin Roberts, la hermana de su donante, según informa el Daily Mail.
El comienzo de este romance se remonta hasta 2005. En ese tiempo, Rabinowitz se encontraba entre la vida y la muerte debido a una enfermedad hereditaria en el corazón que le acababan de diagnosticar a los 17 años. Los médicos fueron tajantes: necesitaba un trasplante urgentemente.
Paralelamente, la desdicha provocó que Kellen Roberts, de 22 años, falleciera en Dakota del Sur al golpearse la cabeza contra una roca. El muchacho era totalmente compatible con Rabinowitz, quien recibió el corazón del muchacho.
Tras la operación, Rabinowitz decidió que debía dar las gracias en persona a la familia de aquel joven cuyo corazón le había salvado la vida. Sin embargo, lo que no se imaginaba era que, además de una nueva oportunidad en la vida, se enamoraría de Erin, la hermana de su donante. "Nos llevamos bien de inmediato y nos hicimos amigos", completa el estadounidense.
Por su parte, la joven, de ahora 32 años, también se sintió atraída instantáneamente por Rabinowitz, como bien ha explicado a los medios norteamericanos: "No tengo palabras para describir esta conexión".
La pareja comenzó una relación a distancia hasta 2012, año en que se trasladaron a Seattle para poder vivir juntos. "Saber que una parte de quien amabas tanto continúa viviendo no me cabe en la cabeza. No es un metáfora, mi hermano consiguió regalar la vida a otra persona y un nuevo amor", detalla Roberts.
"Siento que mi hermano lo escogió para mí ... como un último regalo", cerró la joven.