Conflicto Israel-Palestina

Vigilando a los perros guardianes: medios de comunicación, leyes y genocidio en Gaza

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Tiempo estimado de lectura: 7 minutos

Por Rami G Khouri
Para Al-Jazeera

Traducido por Silvia Arana para Rebelión.

¿Por qué los medios estadounidenses se niegan a reconocer los alegatos de genocidio presentados contra Israel?

Los medios de comunicación de Estados Unidos, con pocas excepciones, se niegan a debatir con seriedad una de las cuestiones más importantes sobre la guerra que está librando Israel en Gaza: ¿Es Israel responsable de genocidio contra los palestinos en el enclave sitiado, y es Estados Unidos cómplice de este, el peor de los crímenes?

La omisión de los medios estadounidenses frente a las, cada vez más numerosas, denuncias de genocidio contra Israel no es algo sorprendente. Después de todo, desde el principio de esta guerra, los medios corporativos de EE. UU. han justificado de manera entusiasta las atrocidades cometidas por Israel contra los palestinos. Por ejemplo, usualmente se refieren a los atroces actos de limpieza étnica y desplazamiento forzado en Gaza llamándolos «evacuaciones». Y sostienen que Israel «se defiende» contra el «terrorismo», incluso cuando este país continúa aterrorizando a millones de civiles bajo un régimen de ocupación sostenido con bombas y balas junto con leyes de apartheid y políticas de opresión colonial -implementadas con asentamiento de colonos.

Junto a la negativa a reconocer otras atrocidades de Israel contra los palestinos y violaciones de las leyes internacionales, la reticencia de los medios estadounidenses para reportar y comentar las acusaciones de genocidio tiene consecuencias en los hechos.

Como recientemente lo señaló Prism, un medio progresista de EE. UU., «mediante artimañas periodísticas -incluyendo el uso del lenguaje pasivo, los titulares que cambian constantemente, «los dos lados lo hacen» y el mito de la objetividad- los reporteros a lo largo de Estados Unidos alimentan el genocidio cuya existencia sus mismas agencias se niegan a reconocer».

En efecto, el concepto de genocidio está claramente definido en la Convención sobre Genocidio de 1948, y describe exactamente lo que estamos viendo que sucede en Palestina hoy. Raz Segal, uno de los principales expertos en el tema ha señalado recientemente que es evidente que Israel está llevando a cabo en Gaza «un genocidio de manual».

La reticencia de los medios estadounidenses para pronunciar la palabra genocidio en relación con los operativos militares israelíes en Gaza, asociada con la tendencia a minimizar o directamente negar los crímenes de Israel contra los palestinos, le envía a Israel la señal de que puede continuar la matanza con impunidad, y le da garantías al gobierno estadounidense de que no será responsabilizado por su complicidad.

Por suerte, los medios corporativos impresos y audio visuales no son los únicos canales para aquellos que deseen llamar la atención sobre el genocidio que está ocurriendo en Gaza, señalar a los responsables, poner presión sobre los perpetradores para que paren e incentivar negociaciones políticas. Los activistas apelan a tribunales y realizan protestas pacíficas con el fin de demandar respuestas de Israel y de los gobiernos cómplices.

Mientras que los principales tribunales internacionales con atribuciones para tratar estos temas -la Corte Penal Internacional y la Corte Internacional de Justicia- se mueven a paso de tortuga, las organizaciones de derechos humanos y constitucionales han llevado el caso del genocidio de Gaza a los tribunales de EE. UU.

Esta batalla para exponer el ataque genocida de Israel en Gaza comenzó a mediados de octubre, cuando el Center for Constitutional Rights / CCR, (Centro por los Derechos Constitucionales), una organización progresista sin fines de lucro, conformada por abogados, publicó su análisis legal de la complicidad de EE. UU. en el «genocidio que Israel está llevando a cabo» contra los palestinos en Gaza. Luego, el 3 de noviembre, el CCR presentó el caso directamente en el Congreso, junto con otras organizaciones similares, Palestine Legal y National Lawyers Guild. Les notificaron a los congresistas de que si votaban a favor del paquete de ayuda a Israel podían «enfrentar cargos criminales y responsabilidad civil por ayudar y hacer posible el genocidio y los crímenes de guerra y de lesa humanidad».

A continuación, el 13 de noviembre, la organización inició un juicio en nombre de media docena de demandantes estadounidenses y palestinos, acusando al presidente Joe Biden y a sus secretarios de Estado y Defensa por permitir el genocidio perpetrado por Israel. En el documento que presentaron ante la Corte del Distrito Norte de California, la organización argumentó que el respaldo incondicional a Israel otorgado por el gobierno de Biden constituye «una violación de las responsabilidades de Estados Unidos bajo la ley internacional, según lo establecido por la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio».

Para las organizaciones que acuden a los tribunales estadounidenses para enjuiciar a Israel por genocidio no ha sido difícil hallar evidencia que respalde su acusación. Cuentan con el respaldo de numerosos académicos que estudian genocidio y crímenes de guerra, como Raz Segal.

La Convención sobre Genocidio define el crimen de genocidio como cualquiera de los cinco «actos cometidos con el fin de destruir, parcial o totalmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso». Las acciones son: matar a miembros del grupo, causar lesiones graves a la integridad física o mental de los miembros del grupo, imponer condiciones de vida que pongan en peligro la existencia del grupo, impedir los nacimientos en el seno del grupo y trasladar de manera forzada a niños fuera del grupo. Numerosos expertos en genocidio y leyes internacionales de diversas partes del mundo afirman que Israel ha cometido en Gaza, al menos, los tres primeros actos de esta lista, con intención innegable y es, por lo tanto, culpable de genocidio.

Hace pocos días, el 9 de diciembre, 55 académicos expertos en el Holocausto y estudios sobre genocidio publicaron una carta abierta condenando el ataque de Hamás del 7 de octubre, pero también señalaron que «el hambre, la matanza y el desplazamiento forzado de civiles palestinos que está ocurriendo en Gaza pone de manifiesto la cuestión de genocidio, especialmente si se consideran las intenciones expresadas por los líderes israelíes».

El caso legal sobre la complicidad de Estados Unidos con este genocidio es igualmente sólido.

Katherine Gallagher, la abogada principal en la demanda judicial del CCR contra Biden y sus colegas, explicó en la presentación realizada en la ciudad de Nueva York, que el accionar de Estados Unidos en respaldo de Israel –incluyendo el envío urgente de ayuda militar y económica, el bloqueo a las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para implementar el cese al fuego y la provisión de nuevas armas que muy pocos otros Estados tienen, entre otros ejemplos– claramente «cruzan la línea de complicidad en el genocidio».

«Estados Unidos fue informado de que sus acciones eran probablemente genocidas, y debió hacer algo para evitarlo», agregó la abogada. Explicó que Israel no hubiera podido realizar ataques de este nivel sin la ayuda de Estados Unidos ni la protección diplomática que le brindó en las Naciones Unidas.

El 8 de diciembre el gobierno de EE. UU. le pidió a la Corte del Distrito Norte de California que dejara sin efecto la demanda judicial, argumentando que por razones jurisdiccionales ese tribunal no tenía competencia en asuntos de política extranjera del poder ejecutivo. Los demandantes dijeron que Estados Unidos está obligado a cumplir lo codificado por la Convención sobre Genocidio, de la que es firmante y debe respetar la obligación de detener el genocidio puesto que tiene la capacidad de hacerlo.

La demanda del gobierno de que el caso presentado por el CCR sea denegado coincidió con otro veto de EE. UU. a una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y de la maniobra de la administración Biden en eludir la aprobación requerida del Congreso para enviar de inmediato a Israel más municiones de artillería, lo que reitera el apoyo incondicional de Washington a Israel en la guerra de Gaza.

Pocos días después, la Organización Mundial de Salud dijo que las condiciones de salud en Gaza eran «catastróficas» y alertó del contagio de enfermedades entre el 1,9 millón de palestinos forzados a abandonar sus hogares por los bombardeos israelíes, que probablemente empeoraría debido al hacinamiento de los sitios donde los civiles se pueden refugiar. El Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, por su parte, alertó de que «no hay ninguna protección para los civiles en Gaza», y de que existe una «presión creciente para el desplazamiento masivo hacia Egipto», indicando que otro crimen de guerra, conocido como traslado forzado, puede estar gestándose. Aproximadamente al mismo tiempo, Save the Children dijo que había registrado en Gaza los casos de más de 7.000 niños menores de cinco años que estaban tan desnutridos que necesitaban «tratamiento médico urgente para no morir».

Mientras que la evidencia del genocidio perpetrado por Israel crece y los medios estadounidenses se niegan a reconocer lo que está ocurriendo frente a nuestros ojos, los debates sobre la naturaleza de los crímenes de Israel son acallados en las universidades de EE. UU. y en otros espacios públicos; cualquiera que se atreva a hablar es catalogado de antisemita y simpatizante de terroristas e incluso como defensor del genocidio contra los judíos. Esta situación es otro factor que realza la importancia de que la demanda de organizaciones como CCR logre que los responsables respondan por sus delitos.

La semana pasada los medios corporativos cubrieron las 24 horas del día las acusaciones de antisemitismo contra representantes de las universidades de élite, como Harvard, MIT y la Universidad de Pennsylvania. Los cargos son que permitieron protestas a favor de Palestina y declaraciones que promovieron el antisemitismo y amenazaron a estudiantes, docentes y personal administrativo que se identifican como judíos. Algunos miembros particularmente ignorantes y extremistas del Congreso, de las universidades y de los medios llegaron a sugerir que las protestas en defensa de Palestina y por un alto al fuego podrían indicar un intento de genocidio contra los judíos estadounidenses.

Este mundo al revés, esta alteración de la realidad no resulta del todo sorprendente cuando el extremismo fanático pro-Israel se combina con una desesperación histérica entre los políticos estadounidenses. En Estados Unidos están surgiendo nuevos hitos en la fantasía política y en la deshonestidad cuando algunos extremistas sugieren que el activismo pacifista por un cese al fuego en Gaza y por la igualdad de derechos entre palestinos e israelíes equivale a genocidio, mientras que el Estado de Israel, que dice ser el representante de todos los judíos en el mundo, está cometiendo un genocidio verificado en Gaza.

La historia juzgará con dureza el fracaso de los medios estadounidenses para reconocer y reportar la verdad de lo que sucede en este momento. Sin embargo, la ausencia de medios honestos es un incentivo para que numerosos académicos provean evidencia y denuncien este asunto con valentía y para que los tribunales estadounidenses ofrezcan un canal para evaluar y responsabilizar a los perpetradores y a los Estados cómplices que permiten que esta generación repita el peor crimen conocido por la humanidad: el genocidio.

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Rami G. Khouri: Académico distinguido de la American University de Beirut, periodista y autor con más de 50 años de experiencia en el Medio Oriente.

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