Leandro Chichizola, el chico del momento del fútbol argentino tras salvar a River atajando un penal sobre la hora, repasó su presente y las circunstancias frente al remate de Saja, su colega de Racing.
En la última jugada del clásico con Racing, Leandro Chichizola le atajó un penal a Sebastián Saja, puso a River en lo más alto de la tabla a dos fechas del final y, como Ramiro Funes Mori o el Keko Villalva, se convirtió en otro héroe inesperado de este equipo que se ilusiona con dar la vuelta olímpica dentro de dos semanas. Con el abrazo de todos sus compañeros, incluido Marcelo Barovero, el arquero al que lo toca sustituir, y con la ovación de todo el Monumental, el número 1 del mejor momento de River en mucho tiempo no se quiere subir al tren de triunfalismo, ni siquiera en la atajada a la que todo el mundo le puso el rótulo de “del campeonato”.
“Uno no tiene que decir lo que siente”, repite ante cada pregunta sobre qué se le pasaba por la cabeza mientras el Chino Saja acomodaba la pelota en el manchón de fusilamiento, esperando el pitazo de Diego Abal para ir por el empate. Plata o mierda, y se quedó con lo segundo. Lo primero, más allá que desde sus declaraciones no quiera terminar de hacerse cargo del nivel de heroísmo que tuvo su atajada, fue para Chichizola, quien se despega del rótulo al decir: “Puede ser que haya sido la atajada más importante de mi carrera, ojalá que sirva para los dos partidos que quedan.” Ninguna sentencia.
“Nunca lo voy a decir ni lo voy a expresar”, vuelve a dejar en clara su idea, aunque enseguida se le escapa: “Pero por suerte, se me dio todo como lo soñé".
Lo que no quería decir antes de tiempo era que sabía perfectamente que Saja le iba a pegar cruzado, que sabía que la pelota iba a ir a su izquierda y que si no terminaba dentro del arco, todos los flashes iban a ser para él, como alguna vez lo soñó. “Las circunstancias del partido, que haya sido en el último minuto, llevó a Saja a querer asegurar el tiro. Ya nos habíamos encontrado en la Copa Argentina y lo había pateado así, por suerte esta vez la pelota me rebotó. En ese momento uno tiene que pensar en positivo, nada más”, dice sin querer hacerse cargo de la atajada. “Me rebotó”, dice sin querer decir “la atajé”, sin subirse a ningún pedestal.
Por su forma de declarar, trata de separarse de la imagen idolatrada que generan jugadas como la del domingo a la noche. Mientras Funes Mori tira títulos de Bomboneras enmudecidas y el Keko Villalva se anima a pedir públicamente la titularidad, Chichizola recuerda sus diez años lejos de su San Justo, Santa Fe, natal y todo lo que tuvo que esperar para tener la oportunidad de lucirse.
“Uno trabaja desde muy chico para estos momentos. Lo hace en silencio, y más en esta institución tan grande como es River, porque hay mucha competencia. Tengo que intentar disfrutar el momento, con mis amigos, con mi familia, tener los pies sobre la tierra”, comenta después de relatar que a los 14 años y jugando para Unión de su pueblo, perdió por 2-1 ante River pero tuvo una actuación tan destacada que Rubén Rossi se lo llevó para la pensión, donde compartió habitación durante casi siete años con Facundo Affranchino.
A tal punto busca despegarse la fama, que ayer tenía libre para pasearse por los canales de televisión, de posar para los diarios y de sentarse en todas las radios, y en vez de un raid mediático se fue para San Justo a descansar con la familia y amigos. Dio alguna entrevista radial por teléfono y no mucho más. Pero también se aleja de los flashes al minimizar su salvada en un simple juego de roles. “Mi función es atajar y la de los delanteros, meter goles”, comenta y hasta relativiza los agradecimientos de todos sus compañeros: “Me felicitaron todos, con Barovero nos dimos un abrazo, pero soy consciente de que esto es un equipo, que esta vez me tocó a mí, pero mañana le tocará a Maidana, o a cualquiera de los defensores salvarme a mí".
Ni siquiera la grandeza de River y la posición en la tabla lo corren de su posición. "Ojalá que podamos festejar, para salir campeones. Falta todavía, porque no se gana más con la camiseta. Ya no es como cuando era chico, que River le ganaba a todos, pero tenemos la posibilidad de hacer recordar como era antes", cierra con su infancia en la mente, en busca de traerla al presente, aunque mucho no lo quiera decir.
Fuente: El Gráfico Diario