Francisco Jalics sobrevivió al secuestro, huyó de Argentina y escribió un libro en el que desliza connivencia de Bergoglio con los militares. Ahora que Francisco el Pontífice es su jefe, se desdijo.
Francisco Jalics, uno de los dos jesuitas secuestrados durante la última dictadura militar, aseguró que Jorge Bergoglio no lo denunció ante la junta militar. "Estos son los hechos: Orlando Yorio y yo no fuimos denunciados por Bergoglio", afirmó Jalics en un comunicado publicado en la página web de los jesuitas en Alemania.
Sin embargo, nada parece desmentir lo que Jalics denunció en sus libros antes de que Bergoglio fuera nuevamente, como ahora, su jefe.
Jalics no niega los hechos, que narró en su libro Ejercicios de meditación, de 1994: “Mucha gente que sostenía convicciones políticas de extrema derecha veía con malos ojos nuestra presencia en las villas miseria. Interpretaban el hecho de que viviéramos allí como un apoyo a la guerrilla y se propusieron denunciarnos como terroristas. Nosotros sabíamos de dónde soplaba el viento y quién era responsable por estas calumnias. De modo que fui a hablar con la persona en cuestión y le expliqué que estaba jugando con nuestras vidas. El hombre me prometió que haría saber a los militares que no éramos terroristas. Por declaraciones posteriores de un oficial y treinta documentos a los que pude acceder más tarde pudimos comprobar sin lugar a dudas que este hombre no había cumplido su promesa sino que, por el contrario, había presentado una falsa denuncia ante los militares”. En otra parte del libro agrega que esa persona hizo “creíble la calumnia valiéndose de su autoridad” y “testificó ante los oficiales que nos secuestraron que habíamos trabajado en la escena de la acción terrorista. Poco antes yo le había manifestado a dicha persona que estaba jugando con nuestras vidas. Debió tener conciencia de que nos mandaba a una muerte segura con sus declaraciones”, cita al sacerdote el diario Página 12 en una nota firmada porHoracio Verbitsky, quien ha investigado profusamente el tema.
En una carta que escribió en Roma en noviembre de 1977, dirigida al asistente general de la Compañía de Jesús, padre Moura, Orlando Yorio cuenta lo mismo, pero reemplazando “una persona” por Jorge Mario Bergoglio. Nueve años antes que el libro de Mignone y 17 años antes que el de Jalics, Yorio cuenta que Jalics habló dos veces con el provincial, quien “se comprometió a frenar los rumores dentro de la Compañía y a adelantarse a hablar con gente de las Fuerzas Armadas para testimoniar nuestra inocencia”.
También menciona, señala el periodista de Página 12, las críticas que circulaban en la Compañía de Jesús en contra de él y de Jalics: “Hacer oraciones extrañas, convivir con mujeres, herejías, compromiso con la guerrilla”. Jalics también cuenta en su libro que en 1980 quemó aquellos documentos probatorios de lo que llama “el delito” de sus perseguidores. Hasta entonces los había conservado con la secreta intención de utilizarlos. “Desde entonces me siento verdaderamente libre y puedo decir que he perdonado de todo corazón.” En 1990, durante una de sus visitas al país, Jalics se reunió en el instituto Fe y Oración, de la calle Oro 2760, con Emilio Fermín Mignone y su mujer, Angélica Sosa. Les dijo que “Bergoglio se opuso a que una vez puesto en libertad permaneciera en la Argentina y habló con todos los obispos para que no lo aceptaran en sus diócesis en caso que se retirara de la Compañía de Jesús”.
En 1976, Bergoglio era el superior provincial de los jesuitas en la Argentina y los curas secuestrados -que fueron liberados meses después- pertenecían a su orden.
Según Jalics, que actualmente vive en una casa espiritual en Alta Franconia, en Baviera, es falso suponer que su secuestro y el de Yorio "se produjeron por iniciativa del padre Bergoglio". Aunque no es eso lo que indicaron ellos años antes ni lo que informan las sucesivas investigaciones de Horacio Verbitsky, que además fueron refrendadas por Isabel, Mercedes y Javier Mignone, hijos de Emilio Mignone, fundador del CELS.
"Antes me inclinaba por la idea de que habíamos sido víctimas de una denuncia. Pero a fines de los 90, después de numerosas conversaciones, me quedó claro que esa suposición era infundada", dice el jesuita ahora, de nuevo subalterno de Bergoglio, ahora como el jefe máximo de la iglesia mundial.
Jalics dijo además que "en la congregación jesuita argentina y en círculos católicos se extendieron en los años previos informaciones falsas que indicaban que nos habíamos mudado a los barrios carenciados porque pertenecíamos a la guerrilla. Pero ese no era el caso. Supongo que estos rumores fueron motivados por el hecho de que no fuimos liberados inmediatamente".
Tras el cónclave en el que Bergoglio resultó electo, Jalics había publicado un comunicado que tuvo diversas interpretaciones. "No puedo juzgar el papel de Bergoglio en estos sucesos", escribió en ese texto.
El Vaticano rechazó las acusaciones respecto al comportamiento del Papa Francisco durante la última dictadura y las calificó de una campaña de difamación "de una publicación anticlerical". Página 12 respondió siguiendo su línea de investigación, al tiempo que en paralelo realizó, como todos los demás medios, la cobertura de la asunción del Papa.
Según Jalics, que reconoció que no fue hasta años después de su liberación y de haber dejado Argentina, según las investigaciones a instancias de Bergoglio, cuando habló sobre lo sucedido con el arzobispo de Buenos Aires.
"Después celebramos juntos una misa y nos abrazamos solemnemente. Yo me he reconciliado con lo sucedido y considero, por lo menos por mi parte, el asunto cerrado", aseguró sobre su secuestro durante la dictadura militar en 1976.
Bergoglio ofreció a la prensa su versión de haberles advertido de los peligros y haber intentado interceder por ellos ante la junta militar, pero sin éxito.
Yorio murió hace unos años, mientras que Jalics vive en una casa espiritual en Alta Franconia. Según su orden, actualmente se encuentra en Hungría.
Fuente: Página 12/Infonews