El exjuez de la Corte Eugenio Raúl Zaffaroni consideró inadmisible que el máximo tribunal de Justicia del país funcione con tres miembros a la vez que puso en dudas la conveniencia de tener sólo cinco personas, considerando corto ese número de integrantes.
[iframe_Ivoox src="http://www.ivoox.com/player_ek_8414417_2_1.html?data=mZmelpmVe46ZmKiak5qJd6Kpk5KSmaiRdY6ZmKiakpKJe6ShkZKSmaiRnsLax8bf0dPNb8Tjz5Dfw8nNs4y1zoqwlYqlfdPdxMaah5yncabMsbGSpZiJfKW3qrm8j4qbh46k&"][/iframe_Ivoox]"Yo creo que tendríamos que tener una Corte con 15 ministros", pidió Zaffaroni en una entrevista con el programa de Dady Brieva en radio América. “La concentración de poder siempre es peligrosa. Si no hay tres votos no hay mayoría, se va a necesitar unanimidad. No se trata de que sean buenas o malas personas”, señaló.
Sobre el retiro de Fayt dijo: "Creo que hay que mirar para adelante, siempre con Fayt nos hemos llevado bien, hay un respeto mutuo recíproco. Fayt era profesor en la facultad cuando yo ingresé en primer año, tengo un gran respeto por él. Y bueno, ideológicamente, y si: yo soy más para el lado peronista populista y Fayt es más para el lado gorila, como viejo socialista tradicional. Esa fue la característica que hizo positiva a la Corte cuando estábamos todos, con el pluralismo que había adentro".
Y agregó: "Ahora hay que pensar para adelante, aquello ya pasó, aquella Corte desapareció y, bueno, ahora hay que pensar institucionalmente. Hay que ir pensando qué se hace con la Corte, qué se hace con la Justicia, qué se hace en el marco constitucional que tenemos. Si los políticos eventualmente se sientan a pensar en una reforma constitucional; qué habría que hacer con la Justicia. Creo que esos son los temas que tenemos que tratar y no detenernos en otras cosas".
"El fraude es imposible"
En otro orden, Zaffaroni cuestionó la "deslegitimación" que intenta hacer la oposición con los resultados de las elecciones a partir de la instalación la chance de un posible fraude, algo que consideró imposible salvo en escala insignificante para el resultado final, cuyos promotores deben ser castigados puntualmente sin poner en riesgo la legitimidad del acto democrático por excelencia.