Zaz: "Se puede cambiar el mundo desde el momento en que te responsabilizás por las cosas y no esperas que el resto lo haga en tu lugar"

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Zaz no tiene domicilio fijo en el espacio, ni en el tiempo. Sin embargo ella tiene una cronología: nacida en Tours en los años 80, ZAZ (su verdadero nombre es Isabelle Geffroy) se nutre de la espontaneidad, sencillez y buen humor. Ella forja sus estudios iniciales en el CIAM, Conservatorio de Burdeos, sumergiéndose en el jazz, el rock, el blues y la cultura latina.

A través del tiempo su progreso artístico la llevó a perfeccionar su talento en el género del blues y se encontró por primera vez con el éxito junto a la banda de rock latino Don Diego. Aun en sus principios, dondequiera que ella cantaba, sus actuaciones eran poderosas hasta para los transeúntes de una esquina de Montmartre. Una verdadera mujer del Renacimiento musical, quien supo absorber una amplia gama de influencias con instinto infalible, moviéndose desde el jazz al blues y desde la canción francesa a los géneros africanos,  brasileros y latinos, todos con alegría y entusiasmo poético.

Luego vino el encuentro con el autor de "Je veux", Kerredine Soltani, y con el cantante español  Raphaël y su sello. Su primer disco homónimo “ZAZ” alcanzó el galardón de álbum de diamante en Francia, de triple platino en Belgica, doble platino en Alemania y Polonia y platino en Austria, Rusia y Suiza.

Poco antes de dar sus shows en Argentina y en Chile, brindó una entrevista a la revista The Clinic, de la cual reproducimos un extracto:

-Tuviste formación académica en un conservatorio. ¿Qué tanto te enseñó la educación musical formal?

-El conservatorio me enseñó nociones técnicas, pero es como la escuela, muy académico, y yo sentada en una silla no aprendo absolutamente nada. Donde más aprendí fue a partir de todos los encuentros que tuve con todos los músicos que he conocido y que me transmitieron algo. Yo aprendo en la práctica.

-¿Y cómo empezó tu éxito?

-Yo tocaba en un cabaret, -un bar con música en vivo- repertorio clásico francés. Ahí ganaba dinero todos los días pero tenía la sensación de que me estaba transformando en una funcionaria de la música. Eso me hacía sentir mal y así cambié mi estilo, buscando otras formas de hacer música. Entonces empecé a buscar trabajo en otros lugares, pero no encontraba. Finalmente tuve la suerte de encontrarme con dos amigos que me propusieron tocar en la calle.

-¿Dónde tocaban?

-Nos poníamos en Monmartre –el mítico barrio de pintores y bohemios en París- y ahí empezó un éxito increíble. Mucha gente se detenía en la calle a vernos, muchos turistas que se sorprendían de ver una artista que cantaba en la calle. Un tiempo después, el diario Le Monde hizo un artículo sobre nosotros.

-¿Después qué pasó?

-Después respondí a un aviso en internet que buscaba a una artista que tuviera la voz un poco ronca y me propusieron hacer un disco y así lanzamos Je Veux, una de mis primeras canciones. Y ahí explotó todo. Mucha gente me llamaba y un poco después las radios empezaron a difundir la canción y se consolidó todo.

¿Y cómo nació la idea de apodarte Zaz?

Es un diminutivo de Isabelle. Es algo así como alfa y omega, la primera y la última del alfabeto. Eso me gustó del nombre, que se logra relacionar con el concepto de ciclo. Lo que se muere vuelve a renacer más tarde, en otra cosa.

-De alguna manera tu estilo recuerda a la clásica canción francesa. De hecho, muchos han relacionado tu voz a la de Edith Piaf. ¿Te influyó su música de alguna forma?

-Es divertido porque la canción francesa la descubrí muy tarde. Y como yo cantaba en los piano bar y los cabaret y me escuchaban muchos turistas, tenía que cantar canciones de artistas franceses tradicionales como Edith Piaf. En el fondo, gracias a los turistas conocí la canción francesa, jajaja.

-Al menos tu primer disco, “Zaz”, y parte del segundo, “Recto Verso”, tiene mucho del Jazz Manouche, el jazz gitano-francés fundado por Django Reinhardt. ¿Qué te gusta de esa música?

-Me encanta el ritmo. Además, es una música donde se puede improvisar y eso me encanta. En general, me gusta toda la música. El jazz, la música brasileña, el rock, el tap, pero el swing –el flow- en el jazz manouche es otra cosa, tiene una energía muy particular. Django Reinhardt para mí es el rey de todos.

-En tu primer disco, “Zaz”, tienes canciones como Je Veux o Prends garde à ta langue, donde la crítica hacia la sociedad de hoy en día es evidente. ¿Te consideras una persona de izquierda?

-No me considero una persona de izquierda si no una humanista que quiere respetar el mundo y a las personas. Y claro, mis canciones son comprometidas y la gente lo entiende y lo sabe. Me parece que se puede cambiar el mundo desde el momento en que tu te responsabilizas por las cosas y no esperas que el resto lo haga en tu lugar. Actualmente participo en la el movimiento Colibris –colibrí- que propone otra visión del mundo actual. Propone organizarse y crear proyectos educativos, ligados a la agricultura y que tienen que ver con la autosustentabilidad. Básicamente, se trata de que no hay esperar que los políticos, desde arriba, nos solucionen las cosas. A ese movimiento se va toda la venta de mis poleras, del merchandising en general.

 

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