Alfredo Cornejo abre las sesiones ordinarias de la Legislatura este domingo con la Casa de las Leyes vallada y custodiada por dos centenares de policías contra las protestas gremiales que se instalaron desde el viernes en las inmediaciones del epicentro físico de la política mendocina cada primero de mayo. El operativo oficial incluyó la reserva de la Peatonal para los militantes radicales que llegaron en apoyo al mandatario.
El reclamo de los gremios es una de las banderas que hace flamear el mandatario radical a favor de su gestión: la negociación controlada de las paritarias para no superar el techo del 25%. Cornejo consiguió cerrar las negociaciones salariales sin salirse del plan de ajuste que diseñó "para ordenar" las cuentas provinciales. El costo de su estrategia es la reacción desde el sector del trabajo, que tuvo en el SUTE y ATE dos voces fuertes en la caja de resonancia de la política local.
El discurso oficial al respecto sostiene que los trabajadores quedaron conformes con la oferta del gobernador y que los únicos enfrentados a la misma son los dirigentes de dos gremios. La visión tiene tanto sesgo como la que sostienen algunos gremialistas sobre la potencia del costo que paga Cornejo por romper el canal de negociación con los sindicatos. El rechazo entre las masas de trabajadores no es tan corto como dice en público ni tiene tanto costo político como el que sugiere el discurso de la dirigencia combativa.
Al margen del conflicto sindical generado por la política salarial, la herencia recibida ha sido la carta principal puesta en la mesa por Cornejo a favor de su gestión. Se anuncia desde su entorno que el discurso demandará menos tiempo del último de Francisco Pérez, que se extendió por tres horas.
