Por Mariano Clavero
Para Público.es
A los seis grandes bancos españoles (Santander, BBVA, Caixabank, Bankia, Sabadell y Popular) les ha ido muy bien desde que gobierna Mariano Rajoy. Su valor conjunto en bolsa ha crecido más de un 86% durante la actual legislatura y en algunos casos incluso se ha duplicado holgadamente. Esa evolución contrasta con otros grandes indicadores económicos, como el empleo, que sigue por debajo de las cifras que presentaba hace tres años y medio.
Al cierre de la última semana bursátil, la capitalización de la gran banca española era de 210.405 millones de euros, 97.550 millones más que a finales de 2011. Las seis entidades que forman parte del grupo se revalorizaron notablemente sin excepción a lo largo de ese periodo, aunque dos de ellas lo hicieron de forma espectacular. El Sabadell avanzó nada menos que un 167% y Bankia, que sigue bajo el control del Estado, vio crecer su valor un 124%.
El mayor banco de España, el Santander, tiene ahora un precio de mercado de 93.778 millones de euros, un 86,5% más que cuando Rajoy llegó al poder. Su inmediato seguidor, aunque a mucha distancia, el BBVA, ha alcanzado los 58.619 millones, después de aumentar su capitalización un 79%. Caixabank vale 24.163 millones (+65,8%) y el Popular, 8.949 (+81,5%), siempre según los datos oficiales que proporciona la página web de la Bolsa de Madrid.
La revalorización de la gran banca ha coincidido con la reestructuración del sistema financiero de los últimos años, emprendido so pretexto de la crisis de las cajas. Buena parte de ellas han sido engullidas por las entidades que se encontraban en mejor situación para hacerlo y que han engordado así notablemente. Algunos de esos procesos, además, han contado con cuantiosas ayudas públicas en forma de garantías frente a posibles pérdidas futuras.
Sólo dos grandes bancos no deben nada de su revalorización bursátil a las cajas, porque –al menos de momento– se han mantenido al margen del reparto de sus despojos: el Santander y el Popular. El Santander, en cambio, integró a su segunda marca, el ya desaparecido Banesto, mientras que el Popular absorbió al Pastor mediante una opa amistosa y adquirió en negocio minorista de Citibank en España durante la presente legislatura.
A saco por los despojos
Los demás, sin embargo, han entrado a saco en la puja por las cajas, lo que les ha permitido dar un notable salto adelante. BBVA, por ejemplo, ha aumentado su implantación en la zona noroeste con las cajas de Catalunya, Manresa, Tarragona, Manlleu, Terrasa y Sabadell. Y Caixabank ha completado su expansión territorial con las de Girona, Burgos, Navarra, Canarias, Guadalajara y Cajasol, además de Bankpyme, el Banco de Valencia y la parte minorista de Barclays.
De todas formas, el más agresivo en su política de crecimiento por la vía de las compras ha sido el Sabadell, que ha adquirido el Guipuzcoano, la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), el Banco Gallego y la Caixa del Penedés. Bankia, que requirió de un rescate europeo para evitar la quiebra, engordó antes, cuando la antigua Caja Madrid se unió a Bancaja y a las cajas de Ávila, Rioja, Segovia, Laietana e Insular de Canarias.
Todo este proceso de concentración no ha servido sólo para que la gran banca sea aún más grande en términos de valor, sino que ha reforzado el oligopolio existente en el negocio bancario, del que las seis mayores entidades controlan ya tres cuartas partes. Sólo por lo que respecta a los depósitos, Santander, BBVA, Caixbank, Bankia, Sabadell y Popular gestionan hoy unos 800.000 millones de euros, sobre un total aproximado de 1,5 billones.