"El linaje de la momia confirma que el niño vino desde Perú a Mendoza para el sacrificio", precisó el arqueólogo Bárcena

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Roberto Bárcena, director del Instituto Etnológico de la UNC y presidente del Centro Científico Tecnológico del Conicet.

Por Gabriela Valdés
@gabivaldes

Roberto Bárcena, director del Instituto Etnológico de la UNC y presidente del Centro Científico Tecnológico del Conicet, fue uno de los expertos que analizó desde su hallazgo en 1985 al niño inca momificado sacrificado en la zona del Aconcagua -además de ser uno de los responsables de su conservación en un freezer a 20 grados bajo cero- y ponderó como "notable y trascendental" el hallazgo de un nuevo linaje humano a través del análisis del genoma del niño. No obstante, matizó, "no es espectacular, sino que confirma de dónde venían esos niños caminando, que llegaban desde Perú para ser sacrificados, y la posibilidad de que haya rastros de ese linaje en descendientes vivos".

En diálogo con EXPLÍCITO, Bárcena indicó que el estudio -publicado en la revista Scientific Reports- confirma que el niño pertenece a un linaje no propio de la geografía cercana en la que fue hallado, "sino que vino caminando desde Perú, que emprendían el viaje como elegidos. Para la familia del niño que era elegido para el sacrificio era un honor que se lo eligiera".

El sacrificio del niño fue realizado en un ritual conocido como capacocha, y en este caso forma parte de una serie de capacochas depositadas en cerros nevados, en la parte del Collasuyu al sur de Charcas, región conquistada por Topa Inca Yupanqui (Gentile 1991-1992). Las mismas son, en orden cronológico: El Plomo (1957), El Toro (1964), Aconcagua (1985) y Llullaillaco (1999).

El hallazgo de la momia, en 1985 por parte de un grupo de cinco andinistas significó un gran aporte para los investigadores y fue posible "por el proceso de deglaciación que viene produciéndose en la cordillera de los Andes desde, por lo menos, mediados del siglo XX, el cual facilitó el hallazgo de las capacochas incaicas del rumbo Collasuyu que habían sido instaladas en cerros nevados", señala un estudio editado por Bárcenay Horacio Chiavazza en 2010.

"Lo que pudieron hacer en España es analizar el genoma de la momia, que es un estudio muy costoso. Lo mismo que se hizo en Argentina con restos botánicos y con los parásitos hallados en el cuerpo hicieron allí con el propio cuerpo en base a muestras que se les permitió tomar aquí hace 20 años", resumió Bárcena.

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La momia del niño hallada en el Aconcagua (la banda blanca en el cabello fue colocada posteriormente al hallazgo).

La autopsia a la momia

Hace unos años, Bárcena, junto con un equipo de técnicos de la UNCuyo y del Cuerpo Médico Forense realizaron la autopsia a la momia del niño, pudiendo establecer cómo murió, la causa de ma muerte, entre otros factores.

Junto a la momia del Aconcagua hallaron un hilo de algodón retorcido, que se extendía "desde el sitio donde se halló la capacocha, siguiendo el borde del contrafuerte, modernamente llamado Pirámide, hasta la cumbre del mismo. La presencia de estos hilos llama la atención, aunque no podamos, por ahora, asegurar su significado; solamente recordar que, para hacerse valer, el curaca Chimpo, de Quito, mostró en cierta ocasión 'un cordón colorado diçiendo que era de la borla llamada Mascaypachi . . . y quando [los incas] despachavan algún capitán y le querían dar todo su poder, para que en todo dispusiesse a su voluntad; le davan esta insignia que valía como si fuera amplissima provisión y cédula Real.' (Anello Oliva 1998: 69). Es decir, estos hilos indicarían que había una relación directa entre el Inca del Cusco y la persona convertida en capacocha, y consecuentemente en oráculo"

Capacocha del Aconcagua

"Una de las razones para ubicar esta capacocha como la más cercana en el tiempo a la presencia hispana es que en el informe final compilado por Juan Schobinger (2001) quedó constancia del hallazgo en el cuerpo del niño de un parásito intestinal, Trichuris trichiura, al que especialistas de nivel internacional estiman llegado a América con los españoles. Los autores de dicho informe desestimaron el dato porque aceptaron -sin matices- que los españoles arribaron al Tahuantinsuyu en 1532 (Arenas y otros 2001: 103)", señala el informe citado editado por Bárcena y Chiavazza.

Y sigue: "Si tomamos en cuenta que el niño vistió ropa característica de la costa central del Perú, la presencia de este parásito más bien respalda la proximidad cronológica de hechos como la muerte de Huayna Capac por una enfermedad eruptiva desconocida en el Perú, y la noticia de una nave española en la costa. Además, este niño murió a consecuencia de un golpe bien dado; la violencia, en estos casos, fue un rasgo excepcional cuyo mejor ejemplo son, tal vez, las mujeres halladas por Max Uhle en Pachacamac (2003: cap. XXI); proponemos, entonces, que esta forma de muerte puede marcar un cambio en el ritual, y que el mismo tiene valor cronológico Inca Tardío, respaldado por el informe técnico citado"

Porqué la momia no se exhibe

El hallazgo arqueológico del Aconcagua marcó un hito en las investigaciones arqueológicas, en principio, "por la intervención de especialistas en la excavación, pudiendo recuperar información de primera mano que de otra forma se perdería. Nuestro país, en ese momento se convertía en el único donde se habían realizado excavaciones arqueológicas en las montañas, primero en San Juan en 1963 y esta vez en el Aconcagua 22 años después", resume en su página el sitio culturademontaña.com.ar.

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Momias similares se exponen en un museo de Las Momias de Llullaillaco, también llamadas Niños de Llullaillaco y Niños del volcán, nombres con que se conocen los cuerpos de tres niños incaicos excepcionalmente conservados por alrededor de quinientos años. Fueron hallados a una altura de 6739 msnm (22 109 pies) cerca de la cima del volcán Llullaillaco, en el oeste de la provincia de Salta.

No obstante, la momia del niño hallada en Mendoza no es accesible al público. Bárcena explicó que "hay además actualmente un debate nacional e internacional muy fuerte sobre el uso de cuerpos de pueblos originarios. Incluso se devolvieron esqueletos a sus lugares de orígenes, por ejemplo de la Universidad de La Plata, como una especie de gesto de reparación".

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