De tener como cliente a Molinos Río de la Plata y Molinos Cañuelas a pender sobre su cabeza la espada de Damocles de un desalojo. Esa es la historia de los esforzados obreros de La Terre, quienes levantaron una empresa de sus escombros cuando Jacques Matas la fundió y ahora están entrampados en un laberinto judicial que puede terminar con ellos fuera de la línea de producción y la fábrica entregada a un empresario del ajo.
Ante este panorama, los 64 trabajadores recibieron el auxilio solidario de otros obreros y de vecinos. Obreros maestros montaron allí una guardia el martes por la noche para acompañarlos. Obreros periodistas instalaron una radio abierta y mostraron qué se hace y cómo se trabaja. Obreros del calzado organizaron talleres en las instalaciones para abrir las puertas y dar el mensaje de que La Terre es de todos.
César Ontivero brindó este jueves un taller de artesanía en cuero en el comedor de la fábrica, Luis Diestra, de Calzados Diestra, enseñó, también este jueves, cómo se hace una alpargata. Este viernes habrá talleres de fanzine a cargo de Nicolás Callar (desde las 10), de huerta orgánica a cargo de Candela Arias (desde las 10), de danza afro dictado por Paola Quiroga (desde las 15). Más información de los talleres en este link.
Los talleres, la radio abierta de La Mosquitera y la guardia de acompañamiento del SUTE, junto a las organizaciones sociales, sindicatos y referentes políticos que en los últimos días han pasado por la fábrica tienen por objeto que la jueza Gloria Cortez no avance con el proceso de quitarles la fábrica, convertida en exitosa por sus empleados después de rescatarla del abandono en que la dejó Matas en 2014.
No lo hicieron solos. Con subsidios del gobierno nacional y provincial y el apoyo de organismos como el INTA, el INTI y las universidades idearon un plan que consistió en saldar deudas de servicios, mantener las líneas productivas y destinar un capital básico primario para mover la rueda de la fábrica.
En 2016 comenzaron a elaborar sus primeros deshidratados y hoy procesan dos camiones diarios de espinaca, contaron sus obreros. "Establecimos nuevos vínculos, colaboramos y potenciamos nuevos emprendimientos, abrimos nuestras puertas y realizamos capacitaciones junto a ministerios y otras cooperativas. También somos centro de pasantías y proyectos universitarios, recibimos visitas de escuelas y damos charlas a la comunidad", cuentan.
Un laberinto diseñado para el despojo
Todo ese camino se convirtió en un intrincado ir y venir judicial en el cual están entrampados los miembros de la cooperativa y los que se vinculan con ella.
Con la Ley de expropiación N° 1447 aprobada en ambas cámaras (Senadores y Diputados de la Legislatura Provincial) lograron recuperar el inmueble, e incluso la Provincia, en cumplimiento de esa norma, hizo depósitos de dinero. Sin embargo la jueza Gloria Cortez inició el proceso de remate.
Se trata de la misma jueza que hace un año rechazó una oferta de compra por $40 millones que hicieron los empleados y en subasta se la adjudicó por $25 millones a Mariano Ruggeri, referente de los empresarios del ajo, quien a su vez es propietario de la empresa American Garlic y funcionaba hasta ahora como uno de los proveedores de La Terre.
El comprador al que fue adjudicada en subasta pidió la entrega de la planta, pero eso no implica el desalojo de quienes trabajan allí.
En paralelo a estos vericuetos, hay una instancia legislativa en el que se discute la aplicación y vigencia de las leyes de ocupación temporaria de las empresas recuperadas. Este martes hubo una reunión en la Comisiòn de Derechos y Garantías de Diputados en ese sentido.
La historia de La Terre, un símbolo de resistencia y lucha obrera en Mendoza