Por Daniela López
Para SciDev.net
Con un decreto presidencial que prohíbe el uso del glifosato y la siembra de maíces genéticamente modificados, México busca impulsar a la agroecología y la generación de alternativas sustentables a los agroquímicos.
El decreto establece que de 2021 a 2024 habrá una sustitución paulatina del glifosato y otros agroquímicos por “alternativas seguras para la salud humana, la diversidad biocultural y el ambiente”.
Establece además que desde el 1 de enero las secretarías y dependencias mexicanas deberán abstenerse de adquirir, utilizar, distribuir, promover e importar glifosato o agroquímicos que lo contengan como ingrediente activo.
Para el gobierno y la comunidad científica, este decreto representa una oportunidad para implementar alternativas sostenibles y aprovechar el conocimiento y talento que tiene el país en temas de agroecología, además de abrir oportunidades laborales para jóvenes investigadores.
“No damos la espalda a aquellos sectores que dicen ‘¿y qué vamos a hacer sin glifosato?’ Al contrario, tomamos el toro por los cuernos para analizar responsablemente las consecuencias y las posibilidades de otras vías de acción” (Luis García Barrios, director de la región sureste del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, CONACYT)
“México tiene una de las comunidades de profesionales dedicados a la agroecología más grande del mundo”, dijo a SciDev.Net vía Zoom Luis García Barrios, investigador especializado en agroecología y actual director de la región sureste del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).
“Hoy en México se está fortaleciendo a un sector de las comunidades de humanidades, ciencia y tecnología e innovación que durante las últimas tres décadas fue marginado”, afirmó García Barrios, en referencia al poco reconocimiento que han tenido las humanidades y las ciencias sociales durante los sexenios presidenciales previos.
El decreto es el resultado del acuerdo entre diversas secretarías del gobierno y el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien lo había prometido desde su campaña electoral en 2018.
“Las condiciones políticas tuvieron que darse y fue una lucha de la gente que hemos estado trabajando en este campo por mucho tiempo y del hartazgo de la sociedad por buscar caminos diferentes”, dijo vía Zoom a SciDev.Net Ramón Mariaca Méndez, director de estadística de la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales y uno de los involucrados en la creación del documento.
Además Mariaca Méndez lo ve como un acierto en un contexto regional en el que el uso del glifosato y los cultivos transgénicos generan amplias controversias en países como Argentina, Perú, y Cuba.
“Lo que se está haciendo en México es un ejemplo latinoamericano”, afirmó Mariaca, y destacó que es una oportunidad para que países de la región con trayectoria en políticas agroecológicas impulsen proyectos similares.
Sin embargo, a algunos miembros de la comunidad científica, especialmente los dedicados a la biotecnología, les preocupa que con el decreto se demonice a los transgénicos en lugar de evaluar su pertinencia.
Por ejemplo, Luis Herrera Estrella, especialista en genética y una referencia en biología molecular de las plantas, ha desarrollado una alternativa al glifosato a partir de fosfito, que promueve el crecimiento del cultivo y no de las malezas.
“Es un sistema ecológico que no daña a nadie y estamos haciendo más competitivo el cultivo bajo ese régimen de fertilización. Pero es transgénico”, dijo a SciDev.Net Herrera, quien también es investigador del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (CINVESTAV) de México.
Para él, el desarrollo de las alternativas más eficientes al uso de glifosato no solo llevaría varios años, sino que la mayoría serían transgénicas. Por lo tanto, desde su punto de vista, prohibir estas prácticas puede ir en detrimento de los mismos cultivos.
También, Herrera Estrella critica el decreto porque designa al CONACYT como el único órgano que dará cumplimiento a la disposición, otorgándole un papel protagónico para decidir qué instituciones podrán desarrollar alternativas científicas y tecnológicas al glifosato.
“No está claro qué es lo que va a hacer CONACYT y cómo va a financiar la ciencia y qué ciencia va a haber”, dijo Herrera Estrella.
Esto ocurre en medio de una fuerte confrontación entre parte de la comunidad científica y la titular del CONACYT, Elena Álvarez Buylla, frecuentemente señalada por su posición radical anti transgénicos y su poca disposición al diálogo.
Pero García Barrios afirma que el CONACYT es clave para aportar una mirada integral y convocar a actores de diversas disciplinas que discutan cómo construir un país sin glifosato y sin maíz transgénico.
“No damos la espalda a aquellos sectores que dicen ‘¿y qué vamos a hacer sin glifosato?’ Al contrario, tomamos el toro por los cuernos para analizar responsablemente las consecuencias y las posibilidades de otras vías de acción”, subrayó García Barrios.