Palestina y Oriente próximo

La operación de Hamás y un error de cálculo

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Tiempo estimado de lectura: 6 minutos

Por Guadi Calvo
Para Línea Internacional

Peca de inocente, de extremadamente inocente, quien crea que la Operación diluvio de Al-Aqsa,  del Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina (HAMÁS) contra diversas ciudades del sur de los territorios palestinos ocupados por Israel, no fue detectada por los finísimos oídos del Mossad e incluso la CIA, aunque es cierto que the company está absorbida por la cuestión ucraniana. También serían numerosos los servicios de inteligencia occidentales prosionistas que operan en la región: franceses, británicos y alemanes, entre otros, que no habrían captado nada con respecto a los preparativos de la Operación diluvio de Al-Aqsa. De todos modos, semejante “descuido” remite de inmediato a los ataques del 11-S contra las Torres de Nueva York y el Pentágono.

Es imposible creer que no se haya filtrado el menor indicio en semejante marco de preparativos, que han incluido el transporte de miles de proyectiles, sólo en las primeras horas de combates se calcula que las fuerzas de liberación palestinas han lanzado unos siete mil cohetes. Además de la movilización de cientos de combatientes de las Brigadas Ezedin al-Qasam -el ala militar de Hamás- que más tarde penetraron en el territorio ocupado con el suficiente tiempo para demoler una importante porción del muro de contención.

Efectivamente, todo este proceso implicó la preparación de postas de suministros, abastecimientos y sanitarios. Incluso se ha debido de producir alguna reacción interna en otras organizaciones hermanas que obligatoriamente han debido estar alertas, como posiblemente el Hezbollah libanés.

Más allá de que sólo las cúpulas de estas organizaciones hayan contado con esa delicada información, algún detalle, por leve que haya sido, se tuvo que revelar, un despliegue de combatientes, el refuerzo de guardias, movimiento en los arsenales, compra de insumos de algún tipo, lo frecuente que sucede previo a cualquier acción media que obligatoriamente debió producir un mínimo indicio a los siempre están muy atentos los ojos y oídos de espías y escrutadores locales.

Así, si es verdad que no se filtró absolutamente nada, tendremos que aceptar que los niveles de sofisticación que han alcanzado estas organizaciones, o al menos Hamás, nos deja a las puertas de un nuevo tipo de operaciones en que ni quisiera los mejores servicios de inteligencia del mundo pueden dar la talla.

Es más, la Operación diluvio de Al-Aqsa, a todas luces, ha sido alentada por Tel Aviv para después, como siempre, interpretar su mejor papel, el de víctima. Y con esto el primer ministro Benjamín Netanyahu, como muchas otras veces, sacaría importantes beneficios, como que el mundo entero ponga una vez más bajo la lupa a la República Islámica de Irán, como ya se sabe culpable de todos los males del globo.

Esto desde ya, desalentar las señales de aproximación que Washington venía haciendo a Teherán en la siempre confusa y difusa relación que desde el comienzo de su Gobierno el presidente Joe Biden ha tenido con Israel.

Hasta el inicio de este nuevo conflicto hubo múltiples señales de Estados Unidos para reactivar el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), acordado en 2015 entre las cinco naciones miembros permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos más Alemania (P5+1), que el presidente Donald Trump derogó de un plumazo en mayo de 2018.

Además los sionistas, entre otras muchas ventajas que sacarán, estará la justificación ante la opinión pública mundial de sus aberrantes políticas de sometimiento del pueblo palestino, que van desde la ocupación de más y más territorios en Cisjordania, bombardeos constantes contra población civil en Gaza, asesinatos, desapariciones, detenciones arbitrarías, torturas legitimadas y encarcelamiento y condenas de niños de seis y siete años.

Todavía no conocemos cuantas muertes de civiles provocarán los bombardeos que ya están en marcha de la aviación nazisionista en la franja de Gaza, aunque sí podemos asegurar que el número será tremebundo. Se conoce también que el ejército sionista preparaba una incursión, aunque sabemos que en este aspecto las bajas judías podrían llegar a ser muy numerosas.

El premier sionista con esto, como ya lo hizo tantas veces, apelará a un Gobierno de unidad “nacional” para limpiar su figura en un momento crítico ante la sociedad judía, tras constantes protestas y manifestaciones contra las reformas judiciales que pretendía aprobar en el Parlamento.

Sin duda la estrategia de Netanyahu, de dejar hacer falló en algo, el cálculo de la magnitud de la operación pergeñada Hamás, lo que ha provocado un número inédito de israelíes civiles muertos. Se estima que ya serían cerca de 700 al tiempo que se sabe que un importante número de militares, entre ellos al menos dos altos oficiales y también un número desconocido de civiles, han sido capturados y retenidos por las fuerzas de liberación palestinas y trasladados a prisiones de las que se desconoce su ubicación.

Que los miles de rocket lanzados prácticamente al unísono hayan logrado confundir los tan precisos sistemas de defensa aérea judía, más allá de una acertada estrategia ha requerido plataformas que nunca estuvieron bajo el radar de la inteligencia y del ejército israelí.

La urgencia de la unidad árabe

Sin duda, para muchas personas que apoyan la lucha del pueblo palestino, ver por primera vez de manera tan clara cómo los sionistas escapaban desesperados ante el avance de los brigadistas de Hamás, observar los todopoderosos tanques Merkava ardiendo como si fueran de papel y ver rendirse llorando a oficiales y soldados del cuarto ejército más poderoso del mundo sufrir una derrota, por ahora momentánea, en la tierra que creyeron apropiarse para siempre, llama a ilusionarse. Pero todos sabemos que una guerra de estas proporciones no se gana con una operación relámpago como la del Diluvio de Al-Aqsa, sino que requiere mucho más, muchísimo más, como una unión de todas las naciones árabes que se alineen detrás de Palestina, de Hamás y de su líder, el comandante Mohammad Deif, desaparecido desde hace dos años y ahora entendemos por qué.

De no concretarse ese alineamiento, como ya lo hicieron diferentes grupos armados palestinos como la Jihad Islámica Palestina o las brigadas de resistencia en Cisjordania, siempre separados por alguna razón, la resolución del conflicto será lo esperable, las fuerzas sionistas terminarán por imponerse, esta vez a un costo altísimo ya que apelará a todo su potencial militar,  y si no alcanza sin duda Estados Unidos, Francia y Reino Unido colaborarán con todo lo necesario para la aniquilación de la resistencia  e intentar quebrar, de una vez y para siempre, la voluntad del pueblo palestino al precio de miles y miles de muertos y la destrucción de toda la infraestructura de la franja dejando a los casi dos millones y medio de gazatíes a las puertas del siglo XII, sin electricidad, sin comunicaciones y sin agua corriente. Y ni hablar de suministros alimentarios y asistencia sanitaria. El llamado campo de concentración más grande del mundo de aquí en más se convertirá en un cementerio, ya que, como se ha visto, ninguna potencia con algún predicamento sobre Tel Aviv está dispuesta a pedir cordura en la represión. Netanyahu, al anunciar que Israel está en guerra, ha dicho que será larga.

Biden ya anunció que la asistencia militar para el régimen sionista está en marcha y que “habrá más en los próximos días”. Se conoce que el grupo de ataque del portaaviones Ford navegaba hacia el Mediterráneo oriental para estar cerca de sus aliados sionistas. Por su parte Alemania también anunció la quita de ayuda a Palestina, y sin duda el resto de los países occidentales se agruparán para no quedar fuera de la gran foto familiar.

Mientras tanto ni China ni Rusia se han expresado de manera contundente, por lo que se entiende en estas casi 48 horas desde que se inició la Operación diluvio de Al-Aqsa, que dejarán hacer a Netanyahu a su antojo.

Por eso es urgente que los pueblos árabes y musulmanes se organicen para que sus gobiernos no den un cheque en blanco a los sionistas.

Mientras tanto, Hezbollah ha reivindicado un ataque con mortero y misiles contra lo que se conoce como las Granjas de Chebaa, una pequeña franja de tierra, los Altos del Golán sirios ocupados militarmente por Israel. Los sionistas han respondido a dicho ataque bombardeando con drones posiciones de Hezbollah en el área.

El régimen de Tel Aviv también ha desplegado tropas y tanques en Metula, una ciudad próxima a la frontera con Líbano. Mientras se conoce que los sionistas han atacado con fuego de artillería las aldeas de Arquob y Hasbaya y los centros de Ruisat al Alam y Radar en Líbano.

Una vez más Palestina se ha quedado sola, al arbitrio de los ocupantes que desde hace 76 años la han condenado al exterminio. Y más allá del coraje de su pueblo y sus combatientes, sin la unión urgente de los pueblos árabes, es prácticamente imposible que esa sentencia no se cumpla.

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Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. 

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