Traducido del inglés por Sinfo Fernández
Inundaciones bíblicas, calor abrasador, colapso de la red eléctrica, animales que se desploman, aguas que suben, cosechas que se agostan, la economía al borde del abismo y millones de desplazados.
Bienvenidos al futuro del cambio climático… Pakistán.
Si pudiera clasificarse una prueba beta del calentamiento global como un éxito hacia el objetivo final del apocalipsis, se convertiría, por desgracia, a Pakistán en un país poblado por millones de desplazados en los primeros capítulos de una historia de terror sin final a la vista porque es probable que empeore. Pakistán ha pasado de un año (2022) de inundaciones bíblicas a años de calor sin precedentes. La normalidad ha huido, perseguida por un ogro de oscuro apocalipsis en ciernes.
Por eso, Inside Climate News, 8 junio 2024, tiene una serie notable titulada Living on Earth [Vivir en la Tierra], que recientemente entrevistó a Rafay Alam, que es abogado medioambientalista y miembro del Consejo de Cambio Climático de Pakistán. El título de la entrevista fue “Cuando las temperaturas en Pakistán superan los 49ºC, no hay adónde huir”. Esa entrevista es la base de este artículo sobre un país de 240 millones de habitantes al borde del apocalipsis.
A partir de la grave experiencia climática de Pakistán, esto es lo que concluye Rafay Alam, un punto de vista ampliamente compartido en todo el Sur Global: «Existe un importante negacionismo sobre el cambio climático en lugares como Estados Unidos. Y eso me enfurece porque veo gente afectada. Veo animales afectados. Y esta es una experiencia vivida por la mayoría global, por el Sur Global. Es extremadamente exasperante ver cómo las personas que han participado en este calentamiento global lo niegan, niegan cualquier responsabilidad, intentan seguir adelante como si nada hubiera pasado e intentan seguir ganando dinero e impulsando ese balance final».
Hay un adagio de los años 50 sobre los «Ugly Americans» [americanos feos] que perdura hasta hoy fuera de las fronteras de Estados Unidos. Se refiere peyorativamente a los estadounidenses como ruidosos, arrogantes, ensimismados, denigrantes, desconsiderados, ignorantes, con un feo comportamiento etnocéntrico, que también se aplica a los intereses corporativos estadounidenses a nivel internacional. Lamentablemente, el cambio climático está reviviendo este degradante dictum a lo grande, 70 años después. Y la gente que piensa que la atmósfera sociopolítica actual está envenenada, dividida y preparada para los problemas en Estados Unidos debería estar vigilante, ya que la ira se fomenta en todo el mundo con Estados Unidos como objetivo. Los problemas son universales.
Rafay Alam reside en Lahore (13 millones de habitantes), conocida como la «Ciudad de los Jardines». Es el corazón cultural de Pakistán, con exquisitos festivales de arte, cocina y música, conocida por la cinematografía y el reconocido hogar de la intelectualidad. Lahore es una metrópolis sofisticada y un lugar seguro para vivir. Según el Índice Mundial de Delincuencia, es más seguro vivir en esta ciudad que en Londres, Nueva York o Melbourne.
Sin embargo, la vida de millones de paquistaníes ha empeorado de la noche a la mañana. Hoy, el país experimenta persistentes olas de calor de más de 49ºC en algunas ciudades, y el verano no ha hecho más que empezar. Cualquier cosa que se acerque al ritmo de vida normal de décadas pasadas se ha visto abrumada por un cambio climático brutal y gravemente perjudicial. El país aún se está recuperando de las inundaciones bíblicas de 2022, cuando las precipitaciones normales se volvieron voraces entre un 400% y un 800% más allá de lo experimentado jamás, un diluvio torrencial que duró semanas en las regiones del país que no desaguan en la cuenca del Indo. Así, se formó un lago artificial de 100 kilómetros que desplazó a 10 millones de personas y tuvo impacto sobre 30 millones, dejando a su paso daños en infraestructuras por valor de 35.000 millones de dólares, carreteras barridas, escuelas barridas, hospitales barridos. La reconstrucción llevará una generación. Este es el cambio climático en su máxima expresión.
Rafay Alam: «Desde mediados de mayo hasta principios de junio hemos visto temperaturas de más de 50ºC, es decir, más de 120°F. Lahore, donde vivo, tiene hoy 44ºC, lo que equivale a unos 111°F… Salgo a pasear por las tardes cuando se pone el sol No es desagradable, pero observo animales y pájaros desplomados en el suelo buscando agua, perros al borde de la carretera incapaces de levantarse… Hace poco, hubo 52ºC, el lugar más caluroso de la Tierra, en Mohenjo-Daro, un lugar histórico que alberga una antigua civilización».
Por consiguiente, Pakistán no sólo está sufriendo una ola de calor abrasador, sino que está experimentando activamente y en tiempo real la crisis climática en todas sus variantes. Y según los meteorólogos «Va a seguir haciendo más calor durante más tiempo».
El cambio climático ha provocado una pesadilla económica, ya que Pakistán ha buscado ayuda para las inundaciones que llegó en forma de préstamos, no de subvenciones o ayudas, lo que ha duplicado la deuda externa de Pakistán en sólo dos años. Esto es devastador para un país que intenta recuperar el equilibrio y reconstruir una economía que el cambio climático hizo polvo.
Sin embargo, el país está aprendiendo a vivir con temperaturas devastadoras cambiando las pautas normales de la vida. Los niños salen de la escuela a las 12.00, pero cierran por completo cuando las temperaturas suben demasiado, algo habitual últimamente.
Aún más preocupante, y posiblemente el escenario más peligroso de todos, es la llegada de la estación de los monzones a finales de junio, principios de julio, que convertirá el calor seco en calor húmedo extremo con temperaturas mortales de bulbo húmedo. Con 35°C y 70% de humedad, impactará en el cuerpo humano como si hubiera 49°C. Eso es mortal porque a ese nivel el cuerpo humano no puede liberar calor sudando. En su lugar, se cuecen los órganos internos. Llevamos un tiempo con temperaturas de tres dígitos y las previsiones indican que se mantendrán hasta finales de junio, y probablemente más allá, en pleno verano.
La agricultura representa el 20% del PIB de Pakistán. Según Alam, uno de los principales periódicos ingleses, publicó recientemente un titular sobre los cultivos diezmados en Pakistán por el calor: el algodón está básicamente chisporroteando, el maíz, los mangos y otras hortalizas, y el forraje para el ganado, esperando un descenso de la productividad. Casi la mitad de la mano de obra pakistaní se dedica a la agricultura, y el implacable cambio climático les está llevando al umbral de la pobreza.
«Esta ola de calor es un acontecimiento provocado por el hombre debido a los gases de efecto invernadero consumidos y lanzados a la atmósfera por el Norte Global desde la revolución industrial. Estos gases de efecto invernadero tienen que acabar». (Alam)
Mientras tanto, afirma que el país debe adaptarse cuanto antes a un sistema climático fuera de control alimentado por los motivos de lucro fuera de Pakistán. Sugiere cambios en la agricultura trabajando en cultivos resistentes al calor. Actualmente, ningún cultivo resiste temperaturas de más de 50 grados centígrados. Y la economía del agua debe aprender a adaptarse, ya que el 90% del agua se destina a la agricultura, que representa el 20% del PIB y emplea al 40% de la mano de obra, que está ya en el umbral de la pobreza.
Mientras tanto, estamos en plena temporada de cosecha. Los trabajadores agrícolas se levantan cuando sale el sol para trabajar sólo un par de horas antes de que haga demasiado calor para trabajar. Cuando hace demasiado calor para seguir trabajando, la gente se reúne en el interior para resguardarse del sol. Pero quienes viven cerca de los campos están advertidos de que las serpientes y los escorpiones también buscan espacios más frescos, entrando en masa en las casas en busca de refugio.
Lo que más preocupa a Alam es la mayoría de los pakistaníes de clase media, clase trabajadora y en el umbral de la pobreza, incapaces de resistir mucho más las perturbaciones climáticas. Además, no hay muchos lugares seguros a los que puedan ir para escapar del calor global, a menos que tengan un amigo rico.
Incluso dirigirse a las montañas del Himalaya en busca de un terreno más fresco podría ser traicionero. Hay más de 3.000 glaciares que, debido al calentamiento global, forman lagos glaciares en las montañas. Con el tiempo, estos lagos estallan en devastadoras inundaciones imprevistas que derriban laderas y arrasan carreteras y puentes, dejando desamparados a quienes buscan el aire fresco de la montaña. Según el Centro Internacional para el Desarrollo Integrado de las Montañas, el Hindu Kush Himalaya es un «punto caliente de riesgo» de inundaciones repentinas.
Por desgracia, Pakistán se ha convertido en un campo de pruebas de lo que es capaz el cambio climático. Y no hay razón para esperar que se quede confinado en las fronteras de Pakistán.
Rafay Alam fue consciente por primera vez del impacto potencial del cambio climático hace casi 20 años, cuando vio “Una verdad incómoda”, de Al Gore (Paramount Classics, mayo de 2006), que abrió muchos ojos. Sin embargo, las naciones del mundo no se han enfrentado adecuadamente a la causa principal, la quema de combustibles fósiles, que alimenta un cambio climático radical que ha azotado el medio ambiente de Pakistán más allá de sus límites.
Alam cree que la base de los sistemas jurídicos y del sistema internacional no puede hacer frente a una crisis existencial como el cambio climático: «Una de las peores formas de afrontar algo como el cambio climático es dividir el mundo en 200 países diferentes y que discutan entre ellos». El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático -IPCC- así lo atestigua: 30 años después, el CO2 sigue aumentando cada año sin cesar, apuntando a Pakistán. Pero, ciertamente, Pakistán no es un caso aislado.
Según Alam, en conclusión: «El ecosistema de la Tierra ha estado en equilibrio desde la última era glacial… Esa civilización se ha acabado… la forma en que interactuamos unos con otros: uso extremadamente intensivo de energía, uso extremadamente intensivo de agua, consumo increíble de recursos naturales que producen gases de efecto invernadero para casi todo… Es este comportamiento, esta civilización, lo que está en riesgo. Y sí, es en gran medida un apocalipsis».
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Robert Hunziker (máster en Historia Económica por la Universidad DePaul) es un escritor independiente y periodista medioambiental cuyos artículos se han traducido a varios idiomas y han aparecido en más de 50 periódicos, revistas y sitios de todo el mundo, como Z magazine, European Project on Ocean Acidification, Ecosocialism Canada, Climate Himalaya, Counterpunch, Dissident Voice, Comite Valmy y UK Progressive. Se le ha entrevistado sobre el cambio climático en Pacifica Radio, KPFK, FM90.7, Indymedia On Air y World View Show/UK. Email: rlhunziker@gmail.com.