El diario Tiempo de San Juan describió los movimientos de preparación del escape de los condenados por actuar como asesinos en la dictadura, que comenzaron en el penal de la vecina provincia.
Los presos sanjuaninos que estuvieron con los represores Jorge Antonio Olivera y Gustavo De Marchi antes de que los trasladaran a Buenos Aires sabían que existía un plan de fuga y que los dos condenados por su participación en el genocidio de la última dictadura contaban con pasaportes en regla para irse del país. Así lo confirma este sábado el diario Tiempo de San Juan, en una nota firmada por el periodista Gustavo Martínez Puga, en la que detalla varias señales dadas por los represores que hoy están prófugos de que concretarían un escape.
Olivera y De Marchi fueron condenados hace tres semanas en San Juan en el marco del histórico juicio contra los responsables de la represión asesina en esa provincia. El primero fue sentenciado a prisión perpetua y el segundo a 25 años de cárcel, pero a 21 días del veredicto se fugaron. El diario sanjuanino tituló "Crónica de una fuga anunciada" para resumir la información sobre todos los indicios que dejaban ver la intención de los represores desde mucho antes de que se leyera la condena.
Los dos militares autores de crímenes en los '70 estuvieron presos en el penal de Chimbas, en San Juan, antes de ser trasladados a Marcos Paz, desde donde consiguieron una derivación al hopital militar, de donde se escaparon con ayuda de "la maquinaria represora", según analizaron diversos actores ligados a la causa en la que fueron condenados Olivera y De Marchi.
El diario sanjuanino aportó: "En el Penal de Chimbas habían montado un operativo especial el 4 de julio, cuando fueron condenados por el Tribunal Oral Federal en el edificio del Rectorado de la UNSJ: es que entre los internos estaba la versión de que se iban a escapar". La posibilidad de fuga era latente y estuvo en conocimiento de las autoridades.
Agregó el medio que "ya en febrero hubo revuelta de internos en el Penal de Chimbas y los guardias lo atribuyeron a un agite de los ex militares. Ahora creen que estaban midiendo cómo reaccionaban los guardias ante la presión y ver si así se podían fugar cuando fueran trasladados al juzgado, donde la seguridad en el traslado iba a estar reducida. Entre los internos era vox populi que tenían los pasaportes listos para la evasión. Se lo hacían saber con total impunidad a los presos ordinarios, a quienes también siempre les llamó la atención que entre los represores detenidos se seguían manteniendo las jerarquías, según lo notaron en el trato entre ellos, donde Olivera seguía siendo tratado como el máximo jefe, como cuando manejaba el RIM 22 como oficial de Inteligencia".
Para las máximas autoridades de la Justicia Federal de San Juan, del Penal de Chimbas, del ministerio público federal, como también para las víctimas de la dictadura -desde el gobernador José Luis Gioja hasta la jueza de Ejecución Penal Margarita Camus-, la fuga de estos dos represores se produjo gracias a que la maquinaria represora volvió a funcionar, resaltó Tiempo.
Y añadió una conclusión en base a los indicios presentados en tono periodístico. "Esto es: hubo un plan para salir de San Juan, llegar al Penal de Marcos Paz y de ahí al hospital militar, donde deben haber contado con apoyo para poder evadirse con una frialdad escalofriante".