El jueves deliberan los presidentes del grupo en San Petersburgo, donde se encuentra Cristina Fernández. Estados Unidos pidió no incluir el tema de los buitres. Obama defenderá la guerra contra Al Assad.
La presidenta Cristina Fernández arribó hoy a la histórica ciudad rusa de San Petersburgo para participar de la reunión del G-20 y afirmó al bajar del avión que el país tratará "el tema de los fondos buitre", tras el fallo de la Cámara de Apelaciones de Nueva York en contra del país, desafiado por el gobierno nacional con una oferta de reapertura del canje en condiciones similares a las de 2010.
La mandataria anticipó que Argentina planteará en la reunión del G20 que "la generación de empleo, la producción y la inversión" son "los únicos elementos que van a sacar adelante la economía global" frente al contexto de crisis.
"Vamos a hablar de crecimiento, de empleo y de deuda. Vamos a plantearlo desde lo condicionante del crecimiento de la economía global y la necesidad de hacer mucho hincapié en la generación de empleo, en la producción y la inversión, que son los únicos elementos que van a sacar adelante la economía global", aseveró la Presidenta en declaraciones formuladas al arribar hoy a San Petersburgo.
En ese marco, la mandataria señaló que la que comenzará mañana será una Cumbre del G20 "muy especial" porque se desarrollará "en un momento mundial grave, no sólo por la crisis económica sino porque se produce ante una situación complicada, de gravedad institucional global, como es el tema de seguridad de Medio Oriente".
Contra el ataque a Siria
Al legar a San Petersburgo, la Presidenta argentina volvió a sentar posición contraria a la intervención militar a Siria anunciada por Barack Obama, que mantiene en vilo a la región . Cristina pidió que "no haya más guerras. A las muertes no se las soluciona con más muertes. Nadie quiere más guerras, hasta lo dijo el Papa y varias personalidades", afirmó, durante un sorpresivo diálogo con los periodistas que aguardaban su llegada en el aeropuerto de la ciudad rusa.
"La muerte no tiene ideología", agregó la jefa del Estado, respecto de las tensiones que generó una inminente intervención militar de Estados Unidos contra el régimen de Bashar al-Assad.
La semana pasada, Argentina emitió un comunicado en el que rechazó de plano la eventual intervención militar en Siria y, en cambio, avaló la investigación puesta en marcha por la ONU para determinar si el régimen de Al-Assad utilizó o no armas químicas.
Para Argentina, "no están dadas las condiciones para una solución militar extranjera, ya que a pesar del tiempo transcurrido y de cientos de miles de víctimas no se han puesto en práctica los mecanismos previstos en el derecho internacional". El presidente de Estados Unidos logró el martes apoyos clave de varios legisladores republicanos al proyecto que la Casa Blanca envió al Congreso para "intervenir" en Siria.
Agenda cargada
Cristina tendrá una intensa agenda bilateral bajo el brazo, que fue anticipada ayer desde la Secretaría General de la Presidencia, poco después de la partida del vuelo que la trasladó junto a una reducida comitiva oficial integrada por el canciller Héctor Timerman y el secretario de Comunicación Pública, Alfredo Scoccimarro.
El ministro de Economía, Hernán Lorenzino, desistió a último momento de viajar para estar en Buenos Aires cuando hoy mismo comience a analizarse en el Parlamento la nueva propuesta de canje para holdouts.
Durante su estadía en San Petersburgo, que se extenderá hasta el viernes, la mandataria se reunirá con el presidente anfitrión, Vladimir Putin, y los jefes de Estado de China, Xi Jinping; de Japón, Shinzo Abe; de la India, Manmonah Sing; y de Sudáfrica, Jacob Zuma. A excepción de Japón, todos países que integran con Brasil el poderoso grupo BRICS de las potencias emergentes.
Estos diálogos se producirán en un escenario particular: el entorno del Palacio de Constantino, a 30 kilómetros de San Petersburgo y la villa aledaña donde se alojarán los mandatarios de los 20 países miembros, a razón de un presidente y su comitiva por chalet, propiedad del gobierno ruso. Cristina ocupará el número tres, en el sector que tendrá, entre otros habitantes, al propio Putin y al estadounidense Barack Obama, con quien nunca estuvo previsto, protocolarmente, ningún encuentro bilateral.
Las deliberaciones formales del G-20 comenzarán el jueves, pasado el mediodía, y culminarán entrada la tarde del viernes. Serán sin acceso a los medios de comunicación que, por miles, estarán cubriendo las alternativas del foro internacional más poderoso del mundo desde un impactante centro de prensa ubicado a orillas del Mar Báltico.
El martes comenzaron las reuniones previas de los sherpas, es decir, los asesores de los presidentes para cuestiones económico-financieras, quienes tendrán a cargo la elaboración del borrador del documento final que, de no mediar inconvenientes, suscribirán luego los mandatarios. La Argentina estuvo representada por la embajadora en Estados Unidos, Cecilia Nahon; el delegado argentino ante el FMI, Sergio Chodos; el embajador argentino en Rusia, Juan Carlos Kreckler, y Víctor Fuentes Castillo, subsecretario de Servicios financieros del Ministerio de Economía.
Tensión más allá de Siria
Las deliberaciones de los presidentes del G-20 serán en un marco de tensiones cruzadas. En primer lugar, el conflicto en Siria y la decisión de los Estados Unidos de intervenir militarmente, fuertemente resistida por Putin y varios miembros del Grupo –la Argentina, entre ellos– que consideran imprescindible esperar el informe de la ONU sobre el presunto ataque con armas químicas contra la población civil antes de ir a un escenario militar.
Luego, el pedido de explicaciones de Brasil a los Estados Unidos a partir de la revelación de nuevos documentos filtrados por el ex técnico de la CIA Edward Snowden sobre el espionaje del país del norte a los mails y conversaciones telefónicas de la presidenta Dilma Rousseff y a su par mexicano, Alfonso Peña Nieto.
Y por último, las críticas de la Unión Europea a los países emergentes –entre ellos Brasil, Argentina, India, China, Sudáfrica, Indonesia y Ucrania–, a quienes en la previa del G-20 acusó de ejercer un fuerte proteccionismo de sus economías.
Si bien la cumbre discurrirá sobre la reforma del sistema financiero, los mecanismos para asegurar el crecimiento, las medidas contra los paraísos fiscales y la sustentabilidad de las deudas soberanas, nadie descarta que en medio de las deliberaciones se instalen las referencias a estos conflictos de carácter político.
De las reuniones preparatorias surgieron algunos signos positivos y otros de preocupación. Entre los primeros, la decisión consensuada de procurar que cualquier medida financiera sea coordinada de manera que no afecte el empleo, algo en lo que viene trabajando la Argentina desde la reunión de ministros de finanzas y de trabajo que se realizó en Rusia en junio de este año, y que el propio Putin puso en escena como una de sus preocupaciones en su rol de anfitrión de la cumbre.
Entre los motivos de inquietud, se inscribe la creciente campaña de los países europeos para instalar la idea de que los emergentes empiezan a ver debilitadas sus tasas de crecimiento, mientras los desarrollados dan señales de una supuesta salida de la crisis, algo que produjo malestar en esas delegaciones.