Luzbelito sabe que su destino es de soledad. Todo lo contrario al destino del Indio Solari, quien ratificó su liderazgo de masas. Juntó a más de cien mil personas en San Martín para sermonearlas con los clásicos de los Redondos, perjudicado por el sonido, y "agradecido por la fidelidad", como se confesó el pastor después de la analogía de la noche: "Somos una ciudad".
Y si Luzbelito y las sirenas para empezar... El pogo más grande del mundo ("esta vez de verdad el pogo más grande del mundo", según un Solari conversador) para cerrar un show redondo. Noche de paz en San Martín, una ciudad con menos de la mitad de habitantes que el púbico del Indio en el Autódromo.
"Gracias por la fidelidad", devolvió Solari al público "del recital con entradas pagadas más grande, según me dicen". Y ahí se condensa todo lo que se puede decir del Indio y las bandas, su gente. Fidelidad, a pesar de lo que sea, como el sonido cuando no suena. En la noche de San Martín costó escuchar, tal vez por influencia del viento. Pero al Indio se le perdona todo.
La intensidad del frío y algunos instantes con precipitación de agua nieve, resaltados por el artista desde los caños del escenario, colorearon la anécdota del recital con más entradas vendidas en la historia de la provincia. El Indio salió a escena 10 minutos antes de las 10 de la noche y se despidió después de la medianoche.
En lista de canciones, citada por Walter Gazzo, de Los Fundamentalistas del aire acondicionado sonaron: “Ceremonia en la tormenta”, “Todo preso es político”, “La hija del fletero”, “El tesoro de los inocentes”, “El arte del buen comer”, “Vuelo a Sidney”, “Las increíbles andanzas del capitán Buscapina en CyberSiberia”, “Gualicho”, “Yo caníbal”, “La murga de la Virgencita”, “Vino Mariani”, “Pabellón Séptimo”, “To beef or not to beef!”, “Un ángel para tu soledad”, “Rock para el negro Atila”, “Divina TV Fuhrer”, “A los botes”, "Mariposa Pontiac/Rock del país”, “El pibe de los astilleros”, “Juguetes perdidos”, “Flight 956” y “Ji ji ji”.