Por Raúl Kollmann e Irina Hauser
Para Página 12
El juez federal Sebastián Casanello cerró la causa por la bóveda que supuestamente existía en el subsuelo de la casa del empresario Lázaro Báez en Río Gallegos, Santa Cruz. El magistrado dio ese paso después de un dictamen del fiscal Guillermo Marijuán, quien recomendó también el cierre, porque –según dijo– no pudo probar la existencia de una bóveda allí y porque, además, no es delito tener una bóveda. Como se recordará, el caso se inició con una ruidosa denuncia de Elisa Carrió, hecha pública en el programa televisivo de Jorge Lanata. Se exhibieron fotografías supuestamente tomadas por un carpintero, Sergio Triviño, empleado de Austral Construcciones. El propio Triviño declaró que las fotografías clave –en las que tampoco se ve ninguna bóveda ni el desarmado de una bóveda– no fueron tomadas por él y que no participó de ningún cambio en el subsuelo. Sin embargo, lo que parece tener más peso son las declaraciones de los ingenieros de Gendarmería –peritos en el caso–, que dijeron que no hubo ninguna obra allí, lo que significaría que en ese lugar siempre estuvo la bodega de vinos que aún hoy existe.
Báez es investigado por lavado de dinero, una causa que sigue adelante y partió también de los dichos de Leonardo Fariña y Federico Elaskar, quienes dijeron en el programa de Lanata que participaron de operaciones en las que se sacaron millones de dólares de Báez al exterior. Al día siguiente se desdijeron en otro canal. Casanello está esperando informes de Suiza, Uruguay y Panamá, pero es un expediente abierto y en investigación. Otro juez, el federal de La Plata, Manuel Blanco, tiene preso a Fariña por unos campos en Mendoza que supuestamente obtuvo como parte de pago de las operaciones y que nunca declaró ante la AFIP.
El caso de la bóveda en el subsuelo de la quinta de Río Gallegos estuvo varios días en la tapa de los diarios y a la cabeza de los noticieros de televisión. Elisa Carrió presentó las fotos ante Casanello y hasta hubo una promesa mediática: “Tenemos doscientas fotos más, algunas del propio Lázaro en situación”. Ninguna de esas imágenes apareció después.
Se decía que, a las corridas, después del programa en que lo acusaron de lavado de dinero, Báez había sacado la bóveda de su quinta, que transportó documentos, dinero y armas en camionetas y que llevó lo trasladado a una estancia propiedad del empresario, donde se habrían quemado los papeles. La Justicia ordenó el allanamiento de ambos lugares, la finca de Río Gallegos y la estancia. Las medidas no podían tener demasiada efectividad, dado el revuelo que se armó con la denuncia, en primer lugar mediática, de Carrió.
Las evidencias para cerrar la causa fueron numerosas:
- El albañil sostuvo que las fotos le fueron robadas por un allegado, Fabián Coll, y que buena parte no fueron sacadas por él. Además, declaró en la causa que no desarmó ninguna bóveda, como había dicho Carrió en su denuncia. En su dictamen, el fiscal Marijuán duda de la declaración del albañil, pero sostiene que “no puedo contundentemente afirmar, porque las demás pruebas no han resultado demostrativas, que haya existido una bóveda o caja fuerte que le hubieran permitido guardar dinero, valores, documentación en su vivienda”.
- El ingeniero de la Gendarmería comandante Eduardo Berchi afirmó: “No percibí elementos que indiquen que el local fuera recientemente refaccionado. No puedo precisar la antigüedad de la pintura, pero no se perciben cambios ni en el piso ni en las paredes”.
- El segundo comandante de la Gendarmería, el ingeniero Víctor Hugo Fernández, declaró en un sentido parecido: “No se percibió olor ni rastros de modificaciones recientes en paredes, piso o muebles”.
Debe recordarse que la denuncia de Carrió consistía en que Lázaro Báez, tras la acusación mediática, había sacado una bóveda que supuestamente existía en el lugar y que allí, en forma rápida, había construido una bodega. Los ingenieros de Gendarmería hacen mucho eje en la inexistencia de olores y manchas, los que inevitablemente quedan en cualquier reforma reciente, más todavía si se realiza en un lugar cerrado como un sótano.
- Otro denunciante contra Báez, Horacio Quiroga, quien fuera gerente de dos empresas petroleras del santacruceño, sostuvo poco y nada sus denuncias relacionadas con que en una oficina de Báez en Capital se habían contado siete millones de dólares. Aunque no tenía que ver con la cuestión, Casanello, al pasar, le preguntó si había estado en el subsuelo de la quinta de Báez. Quiroga contó que mucho tiempo antes, en una cena, Báez lo invitó a bajar a la bodega a ver su colección vinos y champagne. “No, quedémonos acá –contestó Quiroga–. Disfrutemos de la cena.” Con esa respuesta, Casanello entendió que en el sótano existía una bodega desde hacía varios años.
Con todos esos elementos y fundamentalmente con el dictamen de Marijuán, el juez resolvió cerrar la causa. Además, el fiscal dijo en su texto que la tenencia de una bóveda no constituye delito y se quejó de que la causa no tenía, a su entender, “objeto procesal preciso”.
La movida de Carrió, difundida en el programa de Lanata, buscó más el impacto que una investigación seria, porque la diputada podría haber entregado las fotos y la información en silencio, sin estruendo, lo que le hubiera permitido al juez tomar medidas, concretar allanamientos por sorpresa e investigar de verdad. De todas maneras, esta parte del caso, sobre el que se armó una tormenta mediática, termina en la nada porque no hubo ningún indicio de la existencia de la famosa bóveda ni prueba alguna de que la hayan sacado.