El último grito radical a favor del plan del Gobierno lo dio el Viti Fayad, el viernes, en un encuentro de Municipios que fue funcional a la estrategia oficial.
La guerra interminable entre facciones internas de la UCR le salvó la vida a la estrategia del gobierno de Paco Pérez para transformar la reforma de la Constitución de Mendoza en la bandera de la batalla para sostener el poder, a pesar de no contar estructura propia en el PJ. El último grito radical a favor del plan del mandatario lo dio el Viti Fayad el viernes en el Congreso de Municipalidades, al que no invitaron a los caciques radicales orgánicos.
Con escasos recursos para tonificar la imagen de la gestión, la pelea por una nueva Carta Magna se convirtió en la madre de todas las acciones estratégicas definidas por el Gobierno y el Partido Justicialista en el último tiempo. Y en la pelea radical está la clave del éxito de la apuesta política de Pérez para mantenerse fuerte en el poder, a pesar de carecer de una estructura interna propia dentro de un partido dividido entre los azules, los nuevos naranjas y los otros.
Tras el rechazo del Congreso radical al debate de la necesidad de reforma, el intendente capitalino Víctor Fayad y el ex gobernador Roberto Iglesias se aliaron con el oficialismo para limar al enemigo interno: Alfredo Cornejo, presidente del Comité Provincia.
El Ejecutivo hizo su parte: operó los nombramientos de dos iglesistas en cargos públicos: Jorge Mastracusa, en el directorio del EPRE, y el ex intendente de Capital, Eduardo Cicchitti, como asesor de la Inspección General de Seguridad. El Iglesias desmintió una negociación de su parte con el Gobierno, al que Cornejo acusó de usar cargos para dividir a la UCR, pero los legisladores que le responden se fueron del bloque del partido.
Las facciones lideradas por Iglesias y Fayad son notoriamente minoritarias respecto al oficialismo partidario encabezado por el intendente de Godoy Cruz, quien está sobrado de votos para imponer sus posturas cada vez que se someten a la democracia interna. Pero el radicalismo mendocino, lejos de ser un movimiento orgánico, anida una maraña de grupos y subgrupos dirigenciales sin intereses colectivos. Entonces, el control de los órganos partidarios sirve de poco.
Sin votos radicales o demócratas la reforma no tiene chances en la Legislatura. Y los dos partidos acordaron no darle lugar en la agenda parlamentaria al proyecto del Gobernador. Pero el PD, como la UCR, carece cohesión orgánica, por lo que los acuerdos de cúpula no tienen efecto general.
El intendente de San Carlos, Jorge Difonso, único cacique ganso de la provincia, está enfrentado a la conducción partidaria. Bastó que ésta adoptara una postura contraria al proyecto de Pérez para que el jefe comunal saliera en la foto pro reforma del mandatario.
El último grito del Viti
“Hay muchas mezquindades. Resulta que cuando somos gobierno queremos reformar y cuando estamos en la vereda de enfrente, no”, apuntó Fayad contra sus correligionarios en el centro cultural Julio Le Parc, en donde fue aplaudido por un auditorio cargado de militantes peronistas, como citó el diario Los Andes.
“Hay negativa de mi partido a tratar la reforma. No importa. Yo me comprometo a acercar no menos de tres constitucionalistas para aportar”, remató.