Aló aborto, la línea telefónica que enseña a usar el Misoprostol en Chile, recibe entre 6 y 15 llamadas por día

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Por Bernardita Garcpia Giménez
Para El Mostrador

Las declaraciones de la renunciada ex ministra de Salud, Helia Molina, quien aseguró que en “todas las clínicas cuicas de este país muchas de las familias más conservadoras han hecho abortar a sus hijas. Las personas con más dinero no requieren de leyes, porque tienen los recursos”, han abierto un debate en torno a la figura del aborto más allá de la postura que ha mantenido el gobierno, a despenalizarlo en caso de inviabilidad fetal, violación o peligro de la vida de la madre.

¿Cuán difícil es realizarse un aborto en Chile? Muchos han hablado de la disposición del Misopostrol en internet, el siguiente reportaje, realizado por la periodista Bernardita García, en agosto del 2014, muestra el caso de una línea telefónica que asesora a las mujeres que deciden abortar –no distribuye el medicamento–, que funciona en Chile y que da testimonio de una realidad innegable.

-Las reglas son sencillas. No se hacen preguntas personales, toda indicación se hace en tercera persona y la idea es recitar el protocolo completo, ojalá antes de que la persona que está llamando empiece con las pertinentes consultas. De esta forma se cumple con advertir que la información es para personas mayores de 18 años y que el Misoprostol debe administrarse sólo en casos de hasta doce semanas de embarazo. No se devuelven llamadas ni se responden mensajes de texto, y siempre hay que dejar bien en claro que la línea no distribuye el medicamento ni cuenta con información sobre dónde obtenerlo. “Para nosotros, el aborto no es una discusión moral o valórica. No vamos a entrar en el debate de cuándo empieza y cuándo termina la vida. Quizás hasta puede haber distintas apreciaciones entre nosotras. Pero esto es un tema de salud y una mujer que quiere abortar debiese tener toda la información disponible para hacerlo”, explica Carolina, 33 años, feminista, socióloga, iquiqueña, una de las telefonistas que atienden la Línea Aborto Libre.

Son quince telefonistas, repartidas entre Iquique y Valdivia, y un celular de prepago, de esos de antaño que aún conservan sus teclas. Los turnos duran una semana y el aparato debe estar encendido como mínimo tres horas diarias, desde las ocho hasta las once de la noche, horario en que la voluntaria a cargo ya ha concluido la jornada laboral y se encuentra lista y resguardada al interior de su hogar. Normalmente, los llamados se atienden de lunes a viernes, pero si alguna telefonista de buena voluntad quisiera contestar también durante los fines de semana, puede sentirse libre de hacerlo. A menudo, un solo llamado puede terminar prologándose hasta pasadas las doce de la noche. Y es que hay mujeres que llevan a cabo el procedimiento mientras se encuentran al teléfono.

A diario, la Línea Aborto Libre recibe entre 6 y 15 llamadas que son contestadas. Muchas otras se pierden cuando la línea está ocupada. También ocurre que una sola mujer llama varias veces en la semana o incluso en un mismo día. Cada una de las conversaciones deberá quedar consignada en la bitácora de registro con la que se calculan más tarde cifras y tendencias oficiales. Como ocurre con cualquier otro servicio, hay períodos más intensos: después de las vacaciones de invierno, de las Fiestas Patrias o a la vuelta de las vacaciones de verano. A mediados de semana, también se intensifica la frecuencia de los llamados. En otras fechas, como el 30 de diciembre, no llama nadie.

Aprovechando aguas internacionales

La Línea Aborto Libre nace en Concepción, cuando la ONG holandesa Mujeres Sobre las Olas arribó a Chile en el marco de una serie de visitas que contemplaba varios destinos latinoamericanos. Mujeres Sobre las Olas es una agrupación fundada en 1990 pionera en el tema del aborto y los derechos reproductivos de la mujer. Sus activistas –entre cuyas filas se encuentran doctoras y especialistas, militantes de derechos humanos y otras profesionales– recorren el mundo ofreciendo anticonceptivos, talleres e información, a bordo de un pequeño barco donde se realizan además abortos (hasta las seis y media semanas de embarazo), aprovechando la figura de las aguas internacionales, donde la ley de aborto no tiene alcance.

Otra vía de acción de la agrupación es precisamente incentivar la creación de líneas telefónicas que entreguen información sobre cómo utilizar el Misoprostol para interrumpir un embarazo, sobre todo en países donde el aborto está penalizado. Esta labor ha logrado congregar telefonistas en Chile, Ecuador, Perú, Venezuela, Argentina, Pakistán, Indonesia, Kenya, Tailandia, y otros.

Así, en 2009, el hoy difunto Colectivo Feministas Bío Bío, asesorado por las activistas holandesas, da a luz a la que entonces llaman Línea Aborto Chile. A partir de ahí, y con el fin de fortalecer la labor de informar, se crea el Colectivo Lesbianas y Feministas por el Derecho a la Información. Rápidamente se van sumando compañeras de Temuco, Linares, Antofagasta, Valdivia, Valparaíso, Iquique y Santiago, y a medida que la línea va teniendo más y más éxito –en 2010 se recibieron alrededor de dos mil llamadas–, la gama de líneas de acción se diversifica. Surgen nuevas iniciativas, como el Manual de la Línea Aborto Chile y la realización de talleres informativos en centros comunitarios, universidades, etc.

El manual es un instructivo en formato pregunta y respuesta que reúne datos sobre el uso del Misoprostol, información sobre el marco legal que regula el aborto en Chile y una colección de casos de mujeres que narran sus experiencias con el medicamento. Está inspirado en su homólogo argentino Todo lo que querés saber sobre cómo hacerse un aborto con pastillas y en su primera edición, financiada mediante autogestión y el aporte de un fondo internacional, se imprimieron mil ejemplares. El lanzamiento oficial se llevó a cabo en 2010, con eventos paralelos a lo largo del país. En Santiago, en el Centro Cultural Manuel Rojas, las activistas desplegaron una presentación artística en la que de fondo sonaba la música de la cantautora argentina Liliana Felipe, lesbiana y feminista cuyas letras se han convertido en estandarte de la lucha y la liberación de la mujer contemporánea. Actualmente, el manual está disponible, a la venta, en librerías y también puede ser bajado de forma gratuita desde la página web de Línea Aborto Libre. En los últimos 19 meses ha acumulado alrededor de 8 mil descargas.

El libro fue un punto de quiebre respecto a cómo las mujeres chilenas se relacionaban con la línea telefónica, cuenta Isabel, trabajadora social de 29 años, miembro del colectivo. “Después del manual hubo un cambio rotundo en la pregunta que formula la persona en la llamada. Las mujeres ahora están mucho más informadas. Saben cómo conseguir el manual, lo descargan, lo leen y después llaman con la consulta específica”, asegura la telefonista. Con ello, cada vez llegan a la línea casos más puntuales. Esta situación ha obligado a las activistas a capacitarse permanentemente en el tema, actualizando sus conocimientos y también compartiendo entre ellas la información. Sin embargo, cuando la telefonista no sabe cómo responder a una pregunta, se recurre sobre la materia a una de las especialistas que colaboran con la iniciativa a modo de fuente consultiva.

En 2013, el colectivo detrás de la línea telefónica decidió dividirse, naciendo así la Línea Aborto Libre, por un lado, y quedando la Línea Aborto Chile en manos de las activistas en Concepción.

Quién llama, quién contesta

Pese a su corta vida, la línea ya ha debido enfrentar tres denuncias en su contra. La más reciente fue un recurso judicial presentado por un grupo de abogados pro vida que imputó al colectivo por el delito de asociación ilícita y de ejercicio ilegal de la profesión, acusando a las activistas de jugar a ser doctoras. Otros que han emprendido campañas en su contra son algunos grupos evangélicos. Sin embargo, hasta el momento no existe ninguna querella que haya sido presentada por el Estado, recalcan orgullosas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce el uso del Misoprostol –ya sea solo o en conjunto con la Mifepristona– como uno de los métodos abortivos más seguro durante el primer trimestre de gestación. En Chile, aunque es posible encontrarlo con facilidad a través de anuncios en Internet e incluso vía grupos en Facebook, su venta en farmacias se encuentra prohibida desde el primer gobierno de Michelle Bachelet. De ahí que las voluntarias de Línea Aborto Libre hayan optado por asesorarse de forma permanente por un grupo de abogadas colaboradoras y sean estrictamente rigurosas en sus protocolos, en el tipo de información que proveen y en no involucrarse en la entrega del medicamento. “Es absolutamente legal y además es constitucional. Delito sería si nos vieran entregando la pastilla. Nosotras sólo entregamos la información, no entregamos datos del medicamento porque no lo tenemos, no lo circulamos y tampoco es nuestra labor”, explica Carolina. No es fácil, la pregunta más común suele ser cómo obtener el Misoprostol y hay quienes se molestan ante la negativa.

Los requerimientos a la hora de decidir quién ingresa como telefonista también son rigurosos. Declararse feminista es un requisito mínimo. Haber participado en algún colectivo o tener experiencia en algún activismo comunitario también suma puntos. Pero lo más importante de todo es ganarse la confianza de las otras integrantes de la agrupación. Y es que –dado el compromiso que requiere, el acecho de grupos conservadores y la permanente amenaza de una legislación que condena y persigue el aborto– el colectivo no puede ser una escuela para la formación de feministas. A esas alturas, las que participan son las más experimentadas en el tema.

Además, cada nueva telefonista tiene que someterse a un proceso de capacitación. Una vez concluido, durante los primeros llamados que atienda, deberá ser vigilada por una compañera con mayor experiencia. Pero estar al teléfono no es la única responsabilidad que este compromiso implica. Entre quienes participan en el colectivo se dividen tareas, como estar a cargo del sitio web, el correo institucional, la fan page, etc.

“La mujer que aborta no es la típica que todos creen que aborta; esa loca que sale todos los fines de semana y se agarra a todos. Abortan todas las mujeres. Las casadas, las solteras, las separadas, las que no tienen la autorización de las parejas y llaman hablando despacito para que no las escuchen. Incluso llaman mamás y abuelas preguntando por sus hijas y nietas”, cuenta Carolina, quien participa en todo esto desde 2010. Porque, aunque no está permitido hacer preguntas personales, las mujeres que se contactan con la línea pueden arrojar luces sobre el contexto que las rodea o el tipo de vida que llevan. “Se puede percibir un poco. Llaman harto chiquillas del barrio alto, mucha estudiante de clase media empobrecida y también inmigrantes con muy poca información. Colombianas, peruanas, dominicanas. Es difícil, porque se nota que es la inmigrante que está en las peores condiciones, para la que cien mil pesos en medicamentos es una suma imposible”, agrega la telefonista.

Puede pasar también que la voluntaria se encuentre con una voz masculina al otro lado del teléfono. Cuando esto ocurre, lo que se hace es pedirle que sea una mujer la que haga el llamado. Y es que la idea es que sea ella quien se empodere a través de la información. Además, de esta forma se busca evitar cualquier tipo de presión o influencia masculina en la decisión de la mujer.

Banderas feministas

Así como lo son los derechos reproductivos, el aborto es una de las principales banderas de lucha de los colectivos feministas. Para estos, combatir su penalización tiene que ver con decirle a un sistema, dominado por la figura masculina, que la mujer defiende su derecho a hacer lo que quiera con su cuerpo. Además, con ello rompe con las cadenas que la atan a conflictos culturales derivados de la maternidad, como, por ejemplo, la discriminación en el ámbito laboral. En ese sentido, para las integrantes de Línea Aborto Libre, esta es una acción concreta en contra del sistema, una línea más interesante que la mera consigna. De ahí también que suelan rechazar invitaciones a foros y debates en los que se mida el aborto en términos valóricos y morales.

Además, hay quienes le atribuyen a esta causa un carácter de lucha social. Y es que es sabido que las mujeres, jóvenes y adolescentes con más recursos, pese a su ilegalidad, pueden acceder a estos procedimientos más fácilmente. En cambio, las mujeres de estratos socioeconómicos más bajos deben sortear, además del factor económico, el problema del acceso a la información. Cuenta Carolina que con esta realidad se han encontrado a través de los talleres informativos que el colectivo ha empezado a impartir. “Sobre todo en las poblaciones, donde para una mujer la maternidad es como sagrada. Y con una guagua en brazos es mucho más fácil ir a pedir beneficios a la municipalidad, hay todo un círculo. Las grandes políticas públicas proponen la maternidad, tanto de forma intrínseca como explícita. Los discursos del Día de la Madre son aberrantes: ‘¡Mujer, sacrifícate por tus hijos!’”, sostiene la socióloga.

En medio de este panorama, nuevas ideas han comenzado a aparecer en el horizonte. Una de ellas, y que late con más fuerza, es la de contar con un espacio físico donde operar una oficina de atención sobre salud sexual. De esta forma, buscan capacitar a la población, especialmente a mujeres, sobre enfermedades sexuales, métodos anticonceptivos y otros temas que consideran urgentes discutir en el Chile de hoy.

 

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