Por Orlando Ragusa
Especial para EXPLÍCITO
Los amigos de mi hijo menor me formulan preguntas sobre la realidad mundial cuando hay rumores sobre disturbios graves, porque no tienen información alguna sobre ese tema. Es difícil acceder a la información adecuada porque los medios de información hegemónicos tratan de no incluir temas internacionales de fondo para evitar la comparación con nuestro país y desnudar así algunas mentiras burdas que los oligopolios tratan de transformar en verdades absolutas a través de la multiplicación de voces en la cadena de la mala onda.
A modo de ejemplo, la archicélebre conductora de almuerzos, cenas y otros espectáculos de lujo donde se lanzan todo tipo de gruesas mentiras contra el país, no contra el Gobierno, al opinar sobre seguridad pública dice “Nos están matando a todos”. Y su audiencia le cree. Bueno, veamos si es cierto. La ONU, Organización de las Naciones Unidas, confecciona un indicador de muertes en ocasión de delito cada 100.000 habitantes. Es uno de los posibles indicadores confiables para cuantificar la seguridad o inseguridad pública.
En América, incluyendo Estados Unidos y Canadá, sólo cinco países están con indicadores de un dígito, es decir menos de 10 muertes cada 100.000 habitantes por año en ocasión de delitos. Esos países son en orden creciente, Canadá, Chile, Cuba, Argentina y Uruguay. Estados Unidos tiene más de 11, Brasil trepa a 26, México 35, Honduras 91, etc. No nos están matando a todos señora.
Cuando si nos estaban matando, desde 1976 a 1983 los responsables mayores de ese genocidio concurrían sonrientes y adornados con condecoraciones ganadas sepa Dios en qué batallas a las comidas que organizaba la aludida conductora televisiva. Volviendo a las comparaciones con nuestro país, imagine el lector que un curso de alumnos de un colegio de Buenos Aires o de Catamarca hubiera sido secuestrado, asesinado y desaparecido por la policía local. El escándalo sobre un hecho semejante habría derrumbado al Gobierno. Eso pasó hace muy poco en México y todavía los padres de los 43 chicos reclaman justicia sin que nadie responda.
En el maravilloso Estados Unidos, ejemplo a seguir según opinión de todos y cada uno de los que gozan de las mieles de la buena fortuna y el dinero fácil, los policías blancos masacran a jóvenes negros de manera pertinaz y los jueces, al mejor estilo Griesa, los absuelven.
Chile que tiene un bajo indicador de muertes, sufrió en 2014 once (11) atracos a mano armada a blindados portavalores y los chorros se llevaron cerca de tres millones de dólares. En Santiago no en un lugar perdido. Todavía nadie sabe qué pasó con los billetes perdidos. Y hablando de Chile, otro de los paraísos elogiados por los comensales de la celebridad que oficia de anfitriona, el valor del pasaje del metro o subterráneo de Santiago es de $720 que equivalen a poco más de un dólar de Estados Unidos.
Qué dirían los porteños si mañana deben pagar $10 pesos en el subte. No se preocupen, los medios de superficie en Santiago cuestan más o menos igual que el Metro para no generar desigualdades irritativas. Estas maravillas que los turistas cinco estrellas no ven jamás ocurren en ese país maravilloso que no tiene educación superior gratuita, ni salud gratuita. Los mendocinos, cercanos a Chile, conocemos a varios hermanos chilenos que emigraron a nuestro país en busca de cura para alguna enfermedad de costoso tratamiento o para poder cursar una carrera universitaria sin quedar preso de un banco para siempre con esas becas que son créditos financieros. Porque para el poder permanente chileno, la educación superior es un gasto, no una inversión.
Los datos comparativos que ubican a Argentina como un país diferente del resto del grupo del llamado Tercer Mundo, es consecuencia de la acumulación de capital humano, científico, artístico y cultural de varias generaciones. Posiblemente si nuestro proceso de desarrollo democrático no hubiera sufrido tantas dañinas interrupciones, hoy Argentina se sentaría en la mesa de las potencias mundiales. O quizás no, pero seríamos más felices.
Y la felicidad es la meta de la humanidad sabia, solidaria, que contiene a los diferentes y premia a los sabios. Esa que ayuda sin pedir premios, que se fija metas muy altas para que siempre estén un poco más allá y tengamos que seguir trabajando. Nuestro bello país es uno de los mejores de América, pero como todo este continente es muy nuevo. Doscientos años de historia es el primer pasito de bebé de una sociedad nacional.
No pongamos piedras en el camino a este niño que empieza a caminar derecho porque no nos gusta el color de su ropita. Una ventaja de la democracia burguesa es que los mandatos tienen plazos cortos y el sistema para rechazar a determinadas políticas es votar en contra con otra propuesta. No diciendo barbaridades sobre el país que nos cobija en programas de gran audiencia. Es algo así como escupir para arriba.