Ex empleado del Cuerpo Médico Forense sobre abril del '77: "Aparecieron cuatro cuerpos y la orden fue no hacer preguntas"

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“Aparecieron cuatro cadáveres que se decían pertenecían a guerrilleros. Sobre estos cuatro cadáveres hubo total hermetismo. La orden era no hacer comentarios ni hacer preguntas”. Rodolfo Humberto Orozco se encontró con ese cuadro dantesco en abril del 77, recién ingresado al sector Inhumaciones del Cuerpo Médico Forense, que funcionaba en el Hospital Emilio Civit.

Su testimonio se oyó en la segunda audiencia semanal del IV Juicio de Lesa Humanidad en Mendoza, donde, además, Orozco contó que tuvo en sus manos los documentos de tres de estas cuatro personas: Gladys Silvia Aparicio, Graciela Luján y Juan Gregorio Strechaluck. Uno de los cuerpos quedó como NN, según reseña el sitio juiciosmendoza.blogspot.com.ar, que lleva al día las audiencias.

Los jefes de Orozco le dijeron que dos de esos cuerpos pertenecían "a una prostituta y su cliente" pero, en todo caso, la orden era la misma: no preguntar "y no hacer las publicaciones de rigor", recordó.

Su tarea consistía en hacer los trámites en el Registro Civil para que fueran sepultados los cadáveres NN, hacer las publicaciones pertinentes en diarios o en el Boletín Oficial y, con otros dos empleados, llevar los cuerpos al cementerio en una camioneta. Orozco no duró ni un año en su puesto de trabajo: tuvo que renunciar debido a una fuerte depresión producto de este tipo de trabajo, contó.

En la sala de debate del Tribunal Oral Nº1 de Mendoza declararon, además de Orozco, José Luis Laudani y José Osvaldo Nardi.

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Rodolfo Orozco no aguantó ni un año en el Cuerpo Médico Forense, donde llevaban los cuerpos de los militantes asesinados.

 

 

Tito, el niño que quedó como "desaparecido"

Por teleconferencia, desde Mar del Plata, declaró José Luis Laudani, por la muerte de su hermana, María del Carmen y su esposo, Jorge Alberto José, ambos ejecutados frente al vecindario de San José, en las inmediaciones de Alberdi y Uruguay, de Guaymallén. El operativo fue realizado por fuerzas conjuntas y gran despliegue, el 10 de abril de 1977.

María del Carmen Laudani era estudiante de antropología. A los 22 años, después de un año de haber contraído matrimonio, se mudó a Mendoza con su esposo cuando la empresa telefónica en la que él trabajaba lo trasladó a esta provincia.

Laudani sabía que su hermana y esposo eran militantes peronistas y vivían en un pequeño departamento. Agregó además que con la pareja convivía un niño a quien le decían Tito, del que, después de los hechos referidos, no se supo más nada y se lo dio como desaparecido.

A pesar de las preguntas de la querella sobre el tema, el testigo no pudo ampliar la información y sólo se comprometió a enviar una foto del niño, que obra en su poder, y otras tomas de la pareja.

La madre de María del Carmen, luego de una intensa búsqueda, pudo dar con sus cuerpos, sepultados con otros nombres en el cementerio de la Capital, a los que pudo reconocer ya que estaban bien conservados. La mujer indicó también que los impactos de bala fueron todos por la espalda y la nuca; constatación que desmiente la versión de un enfrentamiento.

El testigo tenía en su poder durante la declaración el acta de defunción de su hermana, en la cual se define, paradójicamente, como causa del deceso “anemia aguda por hemorragia aguda”. La familia Laudani pudo recuperar los cuerpos y llevarlos a Mar del Plata.

La persecusión a la familia Nardi

En el marco de la causa que investiga las detenciones y persecuciones sufridas por la familia Nardi, reconocida por su militancia en el peronismo de base, brindó una extensa declaración José Osvaldo Nardi, quien vive en Brasil desde hace 30 años.

Después del 24 de marzo de 1976, siete miembros de la familia Nardi fueron detenidos. El 30 de marzo de 1976 la casa paterna sufrió un brutal allanamiento, encabezado por el teniente primero Navarro. En la ocasión fueron secuestrados José Vicente Nardi junto a su hijo José Osvaldo (quien contó lo ocurrido en el juicio). La misma suerte corrieron su prima María Elena Castro y su esposo Francisco Jiménez Herrera, quienes casualmente llegaron de visita esa noche. Los cuatro terminaron detenidos en la comisaría 25º de Guaymallén, para luego ser trasladados al D2.

Según el testigo, un día después, en distintos lugares, apresaron a su tío Ricardo Castro, su hermana Susana y su esposo Osvaldo Aberastain. Respecto del destino de todos ellos, señaló que su padre José Vicente, Jiménez Herrera y Aberastain, luego fueron traslados al Liceo Militar, y Susana y María Elena, al Casino de Suboficiales, de la Compañía VIII de Comunicaciones. Nardi, permaneció 28 días en el Departamento de Investigaciones 2 –D2- y luego fue liberado.

De su cautiverio en ese centro clandestino, el testigo relató las torturas, vejaciones y violaciones a las que fueron sometidos. En el caso de las violaciones a las prisioneras, Nardi destacó que fueron de “carácter sistemático”. También contó que en los interrogatorios le preguntaban por personas que tenían en una lista y que en su paso por el D2 fue testigo de los tormentos sufridos por Nerio Neirotti, Alicia Peña, Reynaldo Puebla y Daniel Moyano; así como de la visita de un capellán de la policía, quien un domingo de Pascuas recorrió todas las celdas del D2.

Por último, relató que al salir en libertad se encargó de contactar a los familiares de aquellos/as que permanecieron en el D2 y el emotivo reencuentro con su padre, quien se hallaba detenido en el Liceo Militar, el cual fue definido por Nardi como un “campo de concentración”.

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José Osvaldo Nardi relató la persecusión que vivió toda su familia desde el 24 de marzo de 1976. Foto: juiciosmendoza.blogspot

 

Fuente: juiciosmendoza.blogspot.com.ar

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