Por María Florencia Alcaraz
Para Infojus
Mónica Alegre, la mamá de Luciano Arruga, declaró este mediodía (N. de la R.: por el mediodía del lunes) ante el Tribunal Oral Criminal 3 de La Matanza, en San Justo, donde comenzó el juicio por torturas a Luciano Arruga. “Después de esa detención, Luciano tenía miedo”, dijo la mujer al recordar los días que siguieron al 22 de septiembre de 2008, cuando su hijo pasó unas horas en la comisaría de Lomas del Mirador. Allí, según la denuncia, fue torturado por tres policías y uno de ellos fue Julio Diego Torales, que está siendo juzgado. "Todo esto empezó cuando él se negó a robar para la policía", dijo la mamá de Arruga ante los jueces en La Matanza.
Esta mañana, cientos de militantes de organizaciones sociales y políticas y familiares de víctimas se acercaron hasta las puertas del Tribunal Oral Criminal 3 de La Matanza, en San Justo, a la espera del inicio del juicio.
"Yo sabía, yo sabía, que a Luciano, lo mató la policía", cantaban del otro lado de las vallas que instalaron las fuerzas de seguridad frente al edificio del tribunal. Según la denuncia, a Arruga le pegaron entre tres policías en aquella detención de 2008. También lo amenazaron con llevarlo a una comisaría donde otros presos lo iban a violar. Cuatro meses después, Luciano desapareció bajo circunstancias que la Justicia Federal aún investiga como “desaparición forzada”.
"Esperamos que se condene a los responsables y que se abran nuevas líneas de investigación" dijo Vanesa Orieta, hermana de Luciano antes de entrar a la sala donde va a declarar. Será una de las principales testigos junto a Diana Nora Volpicina, Gustavo Omar Navarrine y Liliana.
La audiencia estaba pactada para las diez pero pasada la hora todavía no había comenzado. Afuera, las agrupaciones llenaron de banderas la cuadra reclamando Justicia para Luciano.
“Ojalá que la Justicia investigue a fondo esta causa que para mí y para mucho otros es el ejemplo de una problemática que sufren muchos jóvenes. Esto tiene que ver con el control y el sometimiento de los jóvenes para fines delictivos controlados por las fuerzas de seguridad”, dijo a Infojus Noticias, Vanes Orieta, la hermana de Luciano. Ella y su madre, junto a los militantes organizados bajo Familiares y Amigos de Luciano Arruga, fueron quienes empujaron -y empujan- la búsqueda de Justicia desde un comienzo.
“Para mí este momento es muy duro. Todo lo que se diga tendrá que ver con la violencia y quien lo sufrió más que cualquier otro fue Luciano. Yo espero hablarle a los jueces para relatar una historia que vivió mi hermano, que fue traumática para él y ocasionó daños irreparables en su vida”, destacó. Y puntualizó: “Quiero decir en palabras lo que sintió cuando fue golpeado y humillado mientras verdugueaban a su vieja y a su hermana en el hall de entrada del destacamento. Voy a contar lo que sucedió, ni más ni menos. Ellos tendrán que considerar si lo que sufrió constituye un delito violatorio de sus derecho como niño.
En esa oportunidad, a Luciano lo detuvieron por la figura conocida en la jerga policial como “Doble A”: averiguación de antecedentes. Lo tuvieron más de 9 horas en la cocina de la dependencia, un lugar que no estaba habilitado para detenciones. No lo largaban porque no tenía sus documentos. Cuando su hermana, y su madre lo fueron a buscar lo escucharon gritar y quejarse por los golpes.
-Vos me pegaste mientras dos me sostenían -dijo Luciano antes de irse, según cuentan Vanesa y Mónica. Al que señaló, fue a Torales. El ex policía de la Bonaerense enfrenta la posibilidad de ser condenado a la misma pena que tiene homicidio simple: de 8 a 25 años. Llega al juicio con prisión preventiva. En enero de 2013 el juez Gustavo Banco ordenó su detención. Hasta ese momento se desempeñaba en la comisaría 2da de Laferrere. Cuando lo indagaron, el oficial rechazó los cargos y se declaró inocente.
Además de Torales, hubo al menos dos agresores más. Todavía no fueron identificados. “Creo que existe una posibilidad de que se abran nuevas líneas investigativas en el juicio, pero hay que esperar el proceso para saberlo. Yo entiendo que es sencillo identificar a otros policías que participaron de esa detención”, opinó Vanesa.
Cuando salió de la dependencia, Luciano no hizo la denuncia. Tenía miedo que las amenazas de los policías se volvieran realidad. “Negrito a vos nadie te hizo nada acá”, “Vos vas a terminar en un zanjón”, le habían advertido. Su hermana lo convenció para ir al Policlínico de San Justo y certificar las heridas.
“La denuncia la queríamos hacer, el tema era el miedo que nos provocaba que todo se ponga peor. Yo sabía que la denuncia no iba a modificar lo que Luciano estaba sufriendo, todo lo contrario, nuestra denuncia también lo ponía en riesgo. Ese es el gran problema que tenemos los humildes, denuncies o no los hechos de violencia siempre correrás riesgo”, contó Vanesa. Y destacó que “el paso de Luciano por el policlínico de San Justo constituye una prueba fundamental porque en el libro de guardia quedaron constatados los datos de Luciano y algunas lesiones”.
En esa detención a Luciano lo obligaron a “tocar el pianito” antes de irse. Como no tenía un documento actualizado, no había registrado sus impresiones dactilares en otro lado. Paradójicamente cinco años y ocho meses después, esas muestras de sus huellas fueron clave para identificar el cuerpo del chico enterrado en el cementerio de Chacarita. Las huellas después de la tortura, se cruzaron con las del joven enterrado como NN y así se logró el hallazgo el último 17 de octubre.
Los antecedentes de la desaparición
“Para nosotros esa detención tiene relación con lo que luego fue la desaparición. Él venía siendo víctima de la violencia de los policías del destacamento de Lomas del Mirador y Don Bosco. Como cualquier pibe del barrio que cargaba con las características de pibe chorro era sometido al verdugueo, a las detenciones por AA que llevaban a los golpes y a las amenazas” dijo la hermana del joven.
Desde que se había instalado el destacamento policial en Indart 106 en 2007 los pibes del barrio como Luciano sufrían el hostigamiento y la persecución policial. “Luciano nos contó, antes de que las detenciones se pusieran tan violentas, que un policía le había ofrecido salir a robar para ellos. También nos dijo que él le dijo que no. A nosotros se nos hace imposible no asociar todo lo que vivió previo a su desaparición con este final terrible. Yo acompañé, viví esos momentos con mi hermano, sé de la violencia de esta gente” expresó Vanesa.
El 22 de julio de 2008 lo detuvieron por primera vez por averiguación de antecedentes. Durante de esa detención en la Comisaría de Don Bosco de La Matanza lo golpearon. Tiempo después esos mismos efectivos alentaron una pelea entre dos grupos de jóvenes. La policía detuvo a los adolescentes del Barrio 12 de octubre, entre ellos estaba Luciano. El otro grupo les tiró piedras, mientras la policía no hacía nada. En otra oportunidad, a Luciano y sus amigos, los mismos agentes de Don Bosco los pararon en la calle y los pusieron contra la pared. “No contestes que si no te vuelo el pecho”, le dijeron al joven apuntándolo con un arma.
“Hoy, es imprescindible que se sancione a quienes detuvieron y torturaron a Luciano y que la justicia dilucide los alcances de las prácticas violentas de las que era víctima” dice el documento que difundió CELS sobre el inicio del debate. El juicio que comienza hoy es la primera posibilidad que tiene la Justicia de que los hechos que llevaron a la desaparición y muerte del adolescente de 16 años dejen de estar cubiertos de impunidad.