Así respondió el Estado ante una realidad que impresiona: cada año son abandonados 570 mil niños en el país. Los casos se repiten en las ciudades industriales.
Cecilia Attanasio Ghezzi
Para China Files
En China son abandonados 570 mil niños cada año. En Shenzhen, la ciudad-fábrica por excelencia de los últimos treinta años, China ha decidido experimentar con la polémica Baby Box. Según el Ministerio de Asuntos Civiles de China sólo en 2012 fueron 570 mil niños abandonados (aún no hay estadísticas para el 2013). Esto significa un 11 por ciento más que el año anterior. La estructura responsable de adopciones de huérfanos se habría ocupado sólo de 100.000. Los otros 470.000 fueron imposibles de rastrear . Y si bien el fenómeno ocurre en toda China, es mucho más común en las metrópolis industriales, un destino para decenas de millones de trabajadores migrantes que van con la esperanza de lograr su sueño de escapar del campo.
La administración de Shenzhen ha decido probar ahora con el sistema de baby box que existió en Europa hasta principios del siglo XX. Los padres sólo tienen que dejar al bebé y pulsar un botón, una especie de campana que suena unos minutos más tarde. El tiempo justo para que los padres salgan y un representante de las estructuras adecuadas vaya al lugar para tomar al niño.
La opinión más generalizada entre los que se oponen a ella es que una medida de este tipo sólo se traducirá en un mayor número de bebés abandonados. Pero las autoridades no piensan así. Dou Yupei, viceministro de Asuntos Civiles, dijo que el modelo de Shenzhen protege a los bebés y que se introducirán medidas similares en todo el país. De acuerdo a un estudio realizado por el departamento de planificación familiar en Guangdong, al menos, la mitad de los trabajadores migrantes que llegan a la región tiene relaciones sexuales antes de casarse. De éstos, casi el 60 por ciento afronta un embarazo no deseado.
En un barrio de la metrópolis de Shenzhen, en tan sólo cinco años, al menos diez madres fueron condenadas por haber abandonado o matado a su hijo recién nacido. Todos ellos son trabajadoras migrantes, solteras, entre 16 y 23 años , probablemente víctimas de la creencia popular de que tener un bebé sin marido es una ofensa mortal a toda su familia. Por no hablar de que estas jóvenes son a menudo portadores de historias personales muy duras y no tienen los medios para dejarlas atrás.
Un estudio llevado a cabo en Guangzhou demuestra que el 70 por ciento de estas trabajadoras ha sufrido acoso sexual por parte de sus colegas. 15 por ciento de ellas -una de cada seis mujeres- incluso abandonó su lugar de trabajo, renunciando al salario justo para salir de una pesadilla. Ninguno de ellas acudió a la policía para buscar ayuda. Cada uno de ellas trató de resolver sus problemas por sí sola y entre las posibles soluciones también consideraron abandonar un hijo no deseado.