Mercados en shock

El JP Morgan erró otra vez: informó a sus clientes que era improbable una derrota "aplastante" de Milei

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El banco JP Morgan creció junto al capitalismo estadounidense.

 

El banco estadounidense JP Morgan volvió a caer en la trampa de las encuestadoras argentinas respaldadas por el establishment. En un informe para sus clientes le asignó altas probabilidades a una derrota ajustada del gobierno, de la que derivaría un escenario favorable para las variables que busca controlar el Gobierno de Javier Milei, mientras que consideró poco probable un triunfo por amplia diferencia de Fuerza Patria, con derivaciones dañinas para el plan oficial.

El banco erró en la estimación electoral, construida en función de las tendencias presentadas en las encuestas que usó de insumo.

La lectura desviada por las encuestas que fungen de insumo de las estimaciones de uno de los asesores con más prestigio en los mercados globales desanimó la fuga de los especuladores posicionados en Argentina, que hubiese activado una estimación en línea con el resultado del escrutinio.

El escenario menos probable para el JP Morgan, que surgiría de una “victoria aplastante” del frente peronista, asusta. No obstante, “de no mediar una participación muy baja (igual o menor al 50%), asignamos baja probabilidad a este escenario”, estableció el informe.

El contundente resultado electoral del domingo —con Fuerza Patria superando por 13 puntos a La Libertad Avanza del presidente Javier Milei— coloca a la economía argentina en el cuadro de riesgo que JP Morgan había identificado como de “baja probabilidad” pero de alto impacto: persistencia de primas políticas elevadas, presión cambiaria hacia el techo de la banda y drenaje de reservas internacionales.

Esta pifia en la lectura preelectoral del JP Morgan es una remake de la ocurrida en 2019, cuando el mercado confió en las encuestas que pronosticaban un empate en la antesala de las PASO en las que el entonces presidente Mauricio Macri perdió por 18 puntos con Alberto Fernández. Aquella vez, los especuladores que conservaron sus papeles argentinos perdieron fortunas el día siguiente a los comicios, con un notable desplome del mercado en respuesta a la debacle del candidato al que apostaban. A la vez, la economía argentina cayó en una profunda crisis, de la que no se recuperó todavía.

El mismo destino espera el JP Morgan ahora para los clientes que decidieron sus posiciones en el mercado en función del escenario más probable que consideró el banco. Según el informe, con el desenlace del escrutinio se reducirá el margen de maniobra de la administración para utilizar tasas reales más altas como ancla nominal, dado que el endurecimiento monetario no lograría contener la demanda de dólares sin un ajuste adicional del tipo de cambio real.

El diagnóstico es claro: la estabilización requeriría un nivel de depreciación del peso más profundo para sostener un superávit comercial robusto y desalentar la dolarización de portafolios y consumo. En esa línea, el gobierno se expondría a los costos de un salto inflacionario.

Impacto inmediato pronosticado

  • Primas de riesgo: la incertidumbre política se consolida como factor dominante en la formación de precios de activos, desplazando a los fundamentos macroeconómicos como principal motor de volatilidad.
  • Tipo de cambio: proyección de alcanzar el límite superior de la banda cambiaria, con riesgo de overshooting si la demanda de cobertura se acelera.
  • Reservas internacionales: el BCRA enfrentaría una pérdida neta para absorber pesos excedentes, en un contexto de liquidez acotada y sin acceso inmediato a financiamiento externo.
  • Tasas reales: se mantendrían en niveles contractivos, incluso con drenaje de reservas, profundizando la recesión en el corto plazo.

Efectos fiscales y de deuda esperables

JP Morgan anticipó mayor presión sobre las cuentas públicas, tanto por la caída de la actividad como por el encarecimiento del financiamiento. En este marco, el Tesoro buscaría garantizar el pago de deuda de mercado en 2026 sin asumir la reapertura de acceso a capitales, lo que implicaría una política fiscal más restrictiva y potencial reprogramación de prioridades de gasto.

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