Las manifestaciones que conmocionaron a decenas de ciudades brasileñas desde que se inició la Copa Confederaciones de la FIFA se desencadenaron a un mes del previsto arribo del papa Francisco a Río de Janeiro para encabezar la celebración del Día Mundial de la Juventud. Las autoridades brasileñas no divulgaron ajustes al operativo de seguridad previsto para cuidar al papa argentino durante la semana de estadía en Río de Janeiro, ni el Vaticano hizo consideraciones sobre la situación en el primer país que rebirá a Francisco desde la designación al frente de la Iglesia de Roma.
En su primer viaje como jefe de la Iglesia Católica, el argentino Jorge Bergoglio desembarcará en la ciudad más feliz del mundo sumamente agitada por las ineseperadas protestas contra el gobierno de Dilma Roussef, principalmente motorizadas por una clase media muchísimo más grande que la de la antesala al gobierno del jefe del PT, Lula Da Silva, pero empobrecida al punto de tener dificultades para costear los servicios.
El Papa, que en un mes de pontificado se erigió en el más popular defensor de los pobres, estará en el corazón del país que en los últimos años provocó la salida de la pobreza de unos 40 millones de habitantes, pero está pagando caro el deterioro de las condiciones de vida de sectores medios de la población. Sectores que fueron ampliados de forma contundente con la aplicación de las políticas del dueto Lula-Dilma, a la par que disminuían considerablemente los números de la pobreza y la indigencia.
En plena disputa de la Copa Confederaciones, la FIFA se vio obligada a salir a desmentir la suspensión del torneo clásico de selecciones que es la antesala de la Copa del Mundo, prevista para el próximo año en Brasil. Mientras se comunicaba la confirmación de la continuidad de la Copa Confederaciones, surgían rumores sobre la posibilidad de llevar a Estados Unidos el Mundial 2014 por la situación sociopolítica del gigante sudamericano.
Desde el Vaticano no hubo comunicación oficial ni trascendidos con asidero sobre un posible análisis del viaje previsto por Bergoglio para el 22 del mes que viene, dentro de 31 días, cuando todavía es incierto el devenir de las protestas callejeras que sumaron hasta un millón de personas indignadas en calles de más de 100 ciudades en los últimos días.
El papa Francisco estará en Brasil desde el 22 al 28 de julio. Visitará una favela, un hospital, se encontrará con jóvenes de todo el mundo, incluso detenidos, peregrinará al santuario mariano de Aparecida, bendecirá las banderas olímpicas, verá a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, informó el diario La Nación.
El papa Benedicto XVI, antes de renunciar, proclamó al finalizar el acto de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid2 el 21 de agosto de 2011 que la siguiente sede de la JMJ sería Río de Janeiro3 4 entre los días 23-28 de julio de 2013.
