Las políticas del gobierno nacional beneficiaron más (o perjudicaron menos) a los ricos que a los pobres el año pasado. La brecha entre los ingresos del 10 por ciento más rico y el 10 por ciento más pobre saltó de 17 a 20 veces en 2018.
El más rico acaparó 101.139.099 del total de los ingresos, mientras el más pobre se quedó con 5.065.949. La medición refleja los efectos de la política acordada por el gobierno de Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional.
Los datos surgen del estudio de la evolución del ingreso del INDEC basado en la Encuesta Permanente de Hogares. El trabajo divide a la población en 10 deciles, según sus ingresos. La brecha entre los ingresos individuales de cada decil es una de las múltiples variables que aborda el trabajo.
Este jueves se publicaron las estadísticas correspondientes al cuarto trimestre del año pasado.
Respecto al mismo periodo del año anterior, el valor real de los ingresos totales cayó en torno al 20 por ciento. Pasaron de 243,3 mil millones de pesos a 313,5 mil millones de pesos. El crecimiento nominal del 28,33 por ciento fue arrasado por una inflación que rozó el 50 por ciento.
El 10 por ciento más rico de la población captó el 32,3 por ciento de los ingresos totales. Al mismo tiempo, el 10 por ciento menos favorecido se quedó sólo con el 1,6 por ciento.
Es decir, 2.789.175 personas se repartieron 101.139.099 millones de pesos ($36.261 para cada una en promedio). Y otras 2.791.430 personas compartieron 5.065.949 millones de pesos ($1815 pesos para cada una en promedio).
Inequidad explícita
Si se parte a la población en dos mitades, según sus ingresos, el segmento más rico acaparó el 79,7 por ciento del total de los ingresos, mientras que el más pobre alcanzó el 21,3 por ciento.
La desproporción en la distribución de la torta se profundizó en 2018 respecto al año anterior. La porción de la mitad más acomodada creció 3,5, mientras que la de la mitad más pobre se encogió 8%.
Los datos de las mediciones de fines de 2018 no hacen más que evidenciar la profundización de la inequidad en la distribución de la riqueza.
La desigualdad entre las dos puntas de la escala de ingresos es obscena. La brecha demuestra la escasa participación de los más pobres en la riqueza nacional y el enorme poder de captación que ostentan los más ricos, que no sólo impacta en la brecha con el decil con menos participación, también genera desequilibrios groseros con el resto de los grupos.
Los ingresos del decil más rico son superiores a la suma de los obtenidos por los seis deciles menos favorecidos. Es decir, un 10 por ciento de la población se queda con una parte mayor de la riqueza que otro 60 por ciento.
La parte de la distribución del decil más encumbrado por muy poco no duplica a la del segundo decil. Es más, supera a la suma de las porciones que capturan el segundo y el tercer decil en orden descendente.
La medida de la desigualdad
La variación del coeficiente Gini cuantifica la magnitud de la desigualdad distributiva. Pasó de 0,417 en el cuarto trimestre de 2017 a 0,434 un año después.
El coeficiente de Gini es un número entre 0 y 1, en donde 0 se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y donde el valor 1 se corresponde con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno).