Por Hernando Kleimans
Para Télam
Cuando el sujeto de una campaña publicitaria pierde fuerza o cansa al auditorio, la agencia que tiene la cuenta intenta otros recursos para no perderse el cliente. Una bella modelo, alguna anécdota picante, cambiarle el peinado, la ropa, algún gesto novedoso…
El caso del comediante televisivo ucraniano que ocupa la presidencia en Kíev, en la célebre Casa de las Quimeras, en la calle Bánkovskaia, es un ejemplo más de este recurso. La residencia lleva ese nombre porque está ornada por bajorrelieves con imágenes de esas figuras mitológicas.
Volodimir Zelenski asumió la presidencia ucraniana en mayo de 2019 y llevó consigo a todo el elenco de “Kvartal 95” (Barrio 95) el título de su célebre programa televisivo. Los analistas políticos ucranianos definieron al nuevo equipo de gobierno como el más inepto e ignorante de las seis presidencias ocurridas desde que en 1991 surgió el estado ucraniano.
El propio ministro de defensa de Ucrania, el abogado Alexéi Rézchnikov, reconoció que “no tenía idea” de los armamentos que los Estados Unidos suministran a su país para enfrentarse con las tropas rusas y de las repúblicas del Donbass que continúan su avance.
El propio partido político que fundó Zelenski para que le permitiera acceder a la jefatura del estado fue bautizado con el título de una de las intrascendentes películas que protagonizó: “Servidor del pueblo”.
El cansancio y el desengaño ya se extendió a sus principales auspiciantes. Convencidos de que Zelenski no logrará revertir la inexorable derrota militar, los principales socios de la Unión Europea ya le informaron que no seguirían derrochando sus recursos en él y que debería aplicar sus esfuerzos en lograr la paz con Rusia, aún a costa de reconocer la existencia de las dos repúblicas autónomas del Donbass.
Por su parte, en los EE.UU. también han comenzado a reclamar por el resultado que pueda obtener Washington de las decenas de miles de millones de dólares asignados a respaldar la aventura de Zelenski y su equipo televisivo. Más de ocho mil millones de dólares fueron destinados específicamente a equipos militares que, cuando llegan a Ucrania pueden ser sometidos a dos variantes: la terminante destrucción por los misiles teledirigidos rusos o la venta en el mercado negro europeo y del Medio Oriente.
A punto tal que senadores estadounidenses han reclamado la formación de un comité especial de seguimiento de esos armamentos. Además de los “pequeños” misiles Javelín, en el mercado terrorista se ofrecen tanques y vehículos blindados, cañones y sistemas de defensa antiaérea, de los que son provistos a Ucrania. Según información de la propia Kíev, los mercenarios extranjeros que contrata el régimen de Zelenski son los principales vendedores.
Jaqueado por este distanciamiento real de sus sostenedores, pese a las formales declamaciones de ayuda, el comediante comenzó a despedir sus principales laderos. Gente que lo acompañó desde los inicios juveniles en los programas televisivos. Así, bajo la furibunda acusación de “traición de estado” despidió a su principal sostenedor, el mafioso empresario Igor Kolomoiski, uno de los hombres más ricos de Ucrania, implicado en sonados casos de malversación y defraudación de los dineros públicos.
La misma acusación le cayó a la procuradora general Irina Venedíktova, quien fue la que lanzó a Zelenski a la política y dirigió su campaña presidencial. También cayó en desgracia su amigo de la infancia Iván Bakánov. Pese a que Iván es el tenedor de las empresas off shore de Zelenski, por lo cual debería ser tratado con especial cuidado, su amigo lo expulsó de la jefatura del Servicio de Inteligencia de Ucrania debido “a la gran cantidad de traidores estatales” que cobijó en el seno del organismo.
La soledad del habitante de la Casa de las Quimeras no puede disimularse siquiera con las habituales visitas de sus controladores de Washington o de sus sufrientes aliados de Europa Occidental. Salvo el caso norteamericano, el resto de las visitas pasa indefectiblemente luego por Moscú o mantiene intensas conversaciones telefónicas con el líder ruso Vladimir Putin. Ello provoca la furia de Zelenski quien, en más de una oportunidad, ha incluso pedido explicaciones sobre estas comunicaciones.
La decisión de vestirlo permanentemente al comediante con un cuasi uniforme de campaña tampoco ha logrado revertir la tendencia y sus apariciones generan cada vez menos atracción en su anterior audiencia cautiva. Hoy, esa imagen “heroica” de un Zelenski en uniforme fue acompañada en la sesión de la Rada (parlamento ucraniano) por todos los integrantes de su gobierno, también vestidos de verde olivo.
El último intento instrumentado por sus relacionistas públicos ha sido incluir a su esposa Elena en estas apariciones. Elena, una arquitecta que nunca ejerció como tal, fue la escenarista y guionista del programa televisivo “Kvartal 95” desde su creación y, como tal, sabe armar el correspondiente tinglado promocional. Así es que la primera dama ucraniana habló en julio ante el congreso norteamericano reclamando ayuda militar. “Les pido armas, armas, armas”, le reclamó a los congresistas en el Capitolio.
Bella y siempre elegante, Elena pertenece a una especie de foro de “primeras damas” que todos los años se reúne a tomar el té y participar en alguna que otra actividad de beneficencia. Esto le permitió ser tapa de Fashion y otras grandes publicaciones de la moda y la high life mundiales.
En estos días, Elena fue prácticamente la productora de una nueva sesión fotográfica esta vez para Vogue. La producción eligió fotógrafa a la famosa Annie Leibovitz, condecorada por Londres y París y retratista de la reina Isabel, de John Lennon y Yoko Ono, de la embarazada Demi Moore o de Mick Jagger, por citar algunos nombres. El centro de la producción fue mostrar la joven pareja que se esfuerza por mantener la independencia de su país.
Las fotos muestran a los Zelenski participando en la puesta en escena y cómo Elena se prepara para las tomas. El fondo elegido fue el “austero” gabinete presidencial (especialmente armado para semejar una instalación de campaña) y el aeropuerto Antónov, en la localidad de Gostómel, escenario de cruentos combates en el mes de marzo. Allí, Elena posó junto con soldados ucranianos, en especial con mujeres-soldados, en un intento por mostrar la integridad de unas fuerzas armadas que se desmoronan ante los ataques artilleros rusos y cuyos integrantes desertan por unidades enteras.
Elena, además, subrayó que el conflicto “fortaleció nuestro matrimonio” y confesó ella y su esposo “comenzaron a interesarse más en el otro”. Agregó que Kirill, su hijo de 9 años es el que aconseja sobre armamentos al presidente. “Él entiende muy bien la técnica y sigue con atención el equipamiento del ejército”.
Maria Zajárova, la portavoz de la cancillería rusa y eximia diplomática, escribió en un canal de Télegram que “la imagen del presidente de Ucrania, formada por Occidente, se secó y agotó por completo, ya no lo recepciona el auditorio mundial. Por eso, sin condimentos ya no lo pueden presentar”.
“Masha” Zajárova destacó el papel que el poder mediático mundial le asigna a Elena. “Visita a los Estados Unidos, tapas de las revistas, sesiones fotográficas en el bunker. Hasta las entrevistas ahora el presidente de Ucrania las brinda en compañía de su esposa”.
“Zelenski aburrió. No se vende su imagen militarizada sin victorias -concluyó-. Ahora este plato del menú político tiene un nombre: ‘Zelenski a la Elena’”.
El más reciente intento por revertir la imagen de la decepción política fue emprendido por el mandatario de Kíev: declaró que la fundadora de Rusia fue Kíev. En efecto, una de las localizaciones de las tribus eslavas Rus hacia el siglo IX estaba ubicada a orillas del Dniéper, el río al que se asoma Kíev, y se la conoció como la Rus de Kíev. Pero tales “Rus” surgieron también en otras ubicaciones como, por ejemplo, en la norteña Nóvgorod, que se convirtió en la verdadera cuna del estado ruso.
Hoy, Zajárova comentó esta declaración de Zelenzki y lo convocó a que, como consecuencia de sus propias palabras, se reconozca como… ruso.