Infraestructura hizo un trabajo de limpieza en el dique Potrerillos, indicado en el manual de mantenimiento de la represa, que resultó un golpe para la imagen del propio Gobierno. La actividad de rutina generó una descarga de sedimentos en el Río Mendoza que trastocó el funcionamiento de las plantas potabilizadoras del Gran Mendoza de modo que llegó a los usuarios agua de color chocolate, con el agravante de que la contingencia no había sido convenientemente anticipada a la población.
Según la empresa estatal Aysam, los últimos aludes en alta montaña ocasionaron una acumulación extraordinaria de sedimentos en el dique.
El lunes en la tarde los canales de expresión masivos hervían con quejas por la coloración del agua y también por el corte del servicio que resolvió la prestadora pública Aysam cuando ya se habían contaminado los tanques de las viviendas con agua sucia. Las redes sociales y los espacios para oyentes de las radios se colmaron de críticas al gobierno.
"Es un procedimiento que debemos realizar para preservar la vida útil del Dique, intentamos afectar lo menos posible el sistema de agua potable de la Ciudad de Mendoza, que opera Aysam y los municipios de Luján, Godoy Cruz y Maipú. Probablemente este procedimiento se realice de nuevo en las próximas semanas", informó el ministro de Infraestructura Rolando Baldasso, quien se paseó por los medios deslindando la responsabilidad de su cartera en lo sucedido.
Para Baldasso, se hizo lo que se debía para garantizar la vida útil de la presa de Potrerillos, con especial atención en la reducción de los inconvenientes sobre el agua de red. El funcionario no reconoció nunca los errores de comunicación que produjeron que las consecuencias de una labor de rutina tomaran por sorpresa a gran cantidad de usuarios de un servicio vital.
Baldasso informó el martes en la mañana que la normalización del servicio de agua era inminente.