La Comisión Europea decidió suspender la comercialización de la vacuna de Astrazeneca contra la COVID-19 a pedido de la propia compañía farmacéutica.
La medida tiene que ver con que la compañía reconoció que la vacuna podría provocar efectos secundarios vinculados a la trombosis, algo que había sido advertido durante la pandemia y había limitado su circulación.
Según explican sus creadores, el producto, producido junto a la Universidad de Oxford, fue muy útil durante la pandemia por la urgencia que había de inmunización, pero ahora, sin ese apuro y con otras opciones, la decisión es discontinuar esa vacuna.
Sin embargo, la retirada de la vacuna no está directamente vinculada a los procesos judiciales abiertos por los efectos secundarios. AstraZeneca argumentó que "el excedente de vacunas disponibles, junto con una disminución en la demanda de Vaxzevria, que ya no se fabrica ni se suministra, han motivado esta decisión".
La Agencia Europea del Medicamento había reconocido previamente un posible vínculo entre la vacuna de AstraZeneca y casos muy raros de problemas trombóticos. A pesar de esto, la EMA enfatizó que los beneficios de la vacuna superaban sus riesgos.