
En las penumbras del brillo que irradia Vaca Muerta, evolucionó una crisis de deuda sobre el entramado corporativo del sector energético argentino. Empresas importantes de la cadena cayeron en cesación de pago, reestructuración forzada o directamente en la quiebra.
Entre las empresas afectadas se encuentran generadoras eléctricas como Albanesi y Generación Mediterránea, petroleras como Aconcagua, Crown Point y President Petroleum, y proveedores estratégicos como NRG, productora de arenas para fractura hidráulica. Muchas empresas medianas y pequeñas también luchan por mantener su estabilidad financiera. Son las perdedoras dentro de la rama que mejor se desempeñó con el modelo económico de Javier Milei.
La contracara del “boom” de Vaca Muerta la ilustra el grupo de empresas que no pudieron pagar sus vencimientos de deuda.
Los analistas concuerdan en que no es un problema sistémico, sino que se concentra en empresas con alto apalancamiento, activos menos rentables o estructuras de costos inflexibles. Sin embargo, esta serie de incumplimientos crediticios erosiona la confianza del mercado y encarece el acceso al crédito para todo el sector.
Esta crisis de deuda subraya una tensión fundamental: el éxito productivo no asegura la salud financiera. En un sector que exige inversiones millonarias en infraestructura, tecnología y logística, la capacidad de obtener crédito en condiciones sostenibles es tan crucial como los recursos extraídos del subsuelo.
Esta lógica se comprueba sin sacar la mirada del sector energético. La ingeniería financiera le marca el paso a la reestructuración corporativa en desarrollo, fundamentalmente en torno a la explotación de Vaca Muerta. La producción de petróleo y gas crece a ritmo sostenido, las exportaciones baten récords y la balanza comercial energética muestra superávits inéditos, pero no todos ganan.
Ganadores y perdedores
Con Milei, el empresariado criollo ha ganado terreno sobre el extranjero en el control de los yacimientos en producción, apalancado en los entramados financieros que supieron construir dos compañías: Pluspetrol y Vista, que adquirieron activos en Vaca de Muerta que pertenecían a la estadounidense ExxonMobil y la malaya Petronas.
Estas operaciones, que -en conjunto- implicaron desembolsos por unos 2500 millones de dólares, en gran parte aspirados del mercado financiero, tuvieron lugar al mismo tiempo que el avance de una crisis de deuda en el mapa de los negocios energéticos.
Los analistas que expresan al mercado coinciden en que la ola de defaults responde a una combinación de factores externos e internos. En el plano internacional, la caída del barril de petróleo en los últimos meses, sumada a un enfriamiento de la actividad global y a tasas de interés internacionales persistentemente altas, encareció el financiamiento y redujo ingresos proyectados.
En el frente doméstico, la apreciación real del tipo de cambio golpeó a empresas con ingresos dolarizados pero costos mayoritariamente en pesos, erosionando márgenes y flujo de caja. A esto se sumó la restricción monetaria del Banco Central, que elevó las tasas locales y secó la plaza de crédito, en un intento por estabilizar el dólar en la antesala electoral.
El caso Albanesi: un default con impacto público
El episodio más resonante fue el del Grupo Albanesi, que en mayo comunicó que no podría afrontar el pago de intereses por USD 19,5 millones de un bono emitido bajo ley internacional.
El grupo es uno de los principales generadores privados de energía en el país con más de una docena de centrales térmicas y presencia en el mercado mayorista eléctrico. Aglutina a las empresas R. G. Albanesi, dedicada a la comercialización de gas natural, transporte y otros proyectos alternativos; Alba Jet y Bodega del Desierto; Generación Mediterránea, compañía inversora que reúne a las compañías del grupo relacionadas con la generación y venta de energía eléctrica; y Albanesi Energía, dedicada a la generación y venta de energía eléctrica.
Con activos que representan cerca del 5% de la generación eléctrica nacional, Albanesi arrastra una deuda total superior a los USD 1.000 millones. Pese a haber reestructurado parte de sus pasivos en 2024, la compañía no logró recomponer su flujo de fondos y enfrenta ahora una nueva negociación con acreedores. Mientras tanto, sus accionistas aprobaron la fusión por absorción de Albanesi Energía por parte de Generación Mediterránea (Gemsa), la firma más importante del grupo en términos operativos y financieros, un proceso que está en desarrollo.


