Los estacioneros fungen como elementos de presión de las petroleras. Las compañías que sacan y refinan el petróleo están enroscadas en una operación gigantesca de presión sobre el gobierno que viene. Quieren mantener el privilegio de precios dolarizados en una economía pesificada.
La operación pública la encabezan los dueños de las estaciones, mientras las gigantes del petróleo operan en las sombras.
El fin de semana salió a operar un nuevo aumento para los combustibles el presidente de la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos de la República Argentina (Cecha), Carlos Gold. Los estacioneros no cortan ni pinchan en la definición de los precios, son meros comisionistas del negocio de las petroleras, pero sirven para meter presión.
Por ejemplo, los concesionarios de estaciones de servicio de YPF ni siquiera deben mover un dedo para que sus bombas pasen a cobrar más cara la nafta. Los precios se mueven directamente desde la torre de YPF en Puerto Madero. El mecanismo es online.
Los estacioneros no participan de la negociación de los precios. Es decir, no tienen información directa de los precios. No obstante, cada vez que hay apetito de incrementos por parte de las petroleras, los estacioneros salen a bancar esa parada.
"Siempre en un escenario gradual, lo más probable es un 5 por ciento nuevamente el mes próximo", dijo Gold a la radio Mitre, del Grupo Clarín. Las declaraciones se produjeron apenas se había incrementado el precio de los combustibles un cinco por ciento. No contento, Gold empezó a preparar el terreno para una seguidilla de aumentos, más allá del final del mandato de Mauricio Macri, quien dolarizó los precios para los argentinos.
“El porcentaje restante (otro 5%) no sé si se va a poder dar dentro del año. Ello va a depender de las negociaciones con las futuras autoridades de Energía", dijo el lobbista estacionero.