El martes debieron dejar sus moradas luego del fuerte terremoto de 8,2 grados Richter que se registró cerca de Iquique. El miércoles, una réplica obligó una nueva evacuación masiva.
Por Leonardo Núñez y Francisco Águila
Para Emol
No fue fácil dormir en la ciudad. Primero fue una réplica de 6,6 grados de magnitud Richter poco antes de las 23 horas del miércoles. Los ventanales crujieron, se movió el piso y los cables del alumbrado público parecían caerse. Todo en medio de un fuerte ruido.
Era solo un aviso. Pero sirvió para que los iquiqueños no bajaran la guardia por segundo día consecutivo. Esto porque una hora después vino un nuevo terremoto de 7,6 grados de magnitud. Esta vez el remezón hizo tiritar las casas y botó rocas de los cerros interrumpiendo el tráfico de los vehículos que subían a Alto Hospicio y que desaparecieron entre el polvo.
Fue suficiente. Sin dudarlo demasiado, miles de iquiqueños siguieron las órdenes de las Onemi. Dejaron sus casas ante el temor de un tsunami, y se volcaron a albergues, como el estadio Tierra de Campeones, y a las zonas de seguridad contra las olas, siendo la más concurrida la denominada circunvalación Pedro Prado.
Con niños en coches, carpas al hombro, mascotas y linternas, ordenadamente se fueron tomando los lugares seguros dispuestos a pernoctar. Los adultos mayores que no podían moverse con facilidad, eran ayudados por los más jóvenes. Los menores perdidos, en tanto, eran entregados a carabineros en motocicletas para su custodia.
"Esto fue terrible, aunque lo esperábamos, da mucho pánico", contó al portal Emol Lynda Zuñiga, quien llegó a la zona de seguridad con sus dos hijos en coche. "Estábamos preparados. Vivimos a ocho cuadras de la costa. Teníamos una fogata armada fuera de la casa y los bolsos listos. Se movía todo. Por eso no aguantamos y subimos, como lo hizo mucha gente", agregó.
Tiare Borquez recordó de forma similar el hecho: "El movimiento fue super fuerte. Quedé en shock, no podía reaccionar. Se me cayó todo. Andaba paseando a mi perra afuera de la casa, cuando vino el movimiento, y me vine con lo puesto".
"En mi casa teníamos una estrategia y cada uno tenía una labor. Lo que no hicimos ayer, tratamos de hacerlo hoy día", contó Estenia Soto.
A medida que se sumaban más y más iquiqueños a las zonas seguras, era difícil mantener la calma tras este segundo terremoto en menos de 48 horas. Los cortes de luz y las ruidosas alertas de tsunami con que saltaban los celulares, generaba más nerviosismo.
Sin embargo, no hubo escenas de pánico y la evacuación en esta parte de la ciudad se completó casi con normalidad. Obediente los iquiqueños, nadie regresó a sus casas. Prefirieron dormir en la calle, los autos, o calentarse con fogatas hasta que se canceló la alerta de tsunami a eso de las 2:05 horas de este jueves.
Solo entonces se animaron a dejar las zonas de seguridad, pero sin bajar la guardia, como contó Eliana Zárate, de 60 años. "Les tengo temor (a los terremotos). Soy vieja, pero nunca lo he superado", lamentó.