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Milei partió a la UCR: Cornejo se alineó con Macri; y Cobos, con Manes y Nosiglia

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La reacción del presidente Javier Milei ante la derrota de su ley fundacional en el Congreso transformó el escenario político. Inició una guerra contra los gobernadores y avisó que prescindirá del Congreso para gobernar, a la vez que aceleró el rediseño de su esquema de alianzas para darle sustento político al giro hacia al totalitarismo que planteó. Ahora, busca un pacto con Mauricio Macri que profundizará el cogobierno del Pro con el libertario.

Consumada su temprana derrota parlamentaria, el Presidente retomó el control de la agenda política, que había perdido mientras se discutía su ley en Diputados. En tres días, echó a dos funcionarios de su gabinete que están vinculados con los gobernadores de Córdoba, Martín Llaryora, y Salta, Gustavo Saez.

Los dos jefes provinciales castigados son peronistas, pero no participan del armado en torno al Partido Justicialista. Hace dos meses, cuando asumió Milei la Presidencia, se habían manifestado dispuestos a colaborar con el libertario, una tesitura que no abandonaron hasta que el Presidente decidió prescindir de sus apoyos. Se explica en la decisión de reducir el esquema de alianzas al pacto con el Pro.

La Ley Ómnibus contemplaba reformas en las reglas que rigen casi todas las actividades de la sociedad. El bloque del Pro fue el único que se alineó sin fisuras con la Ley Milei. La misma postura asumió la mayoría del radicalismo y parte del pichettismo, que expresa una alianza con intereses múltiples.

Crisis en la UCR por el tenor del colaboracionismo

La UCR se partió en dos: los colaboracionistas a ciegas y los colaboracionistas con condiciones. Los primeros quedaron bajo la conducción del cordobés Rodrigo de Loredo, yerno y socio político de Oscar Milico Aguad, socio incondicional de Mauricio Macri.

De Loredo conducirá a sus alineados junto a Macri para reforzar la base de sustentación política del pacto con Milei. Uno de los alineados es el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, quien mandó a sus diputados nacionales a avalar al Ejecutivo con la excusa de que otra vía beneficiaba al kirchnerismo.

Rodrigo de Loredo.

De Loredo concluyó su actuación como operador principal del ala macrista del radicalismo llorando durante una rueda de prensa en la puerta del Congreso porque había perdido la posibilidad de colaborar con el Gobierno al caerse la Ley Ómnibus. Después, cuando el Presidente activó la venganza prometida contra los gobernadores, Cornejo lo cruzó en público, lo cual no cambiará que el gobernador de Mendoza se puso del lado de Macri en el escenario reformulado desde la cúspide del poder del Estado.

En la interna radical, Julio Cobos se plantó enfrente de Cornejo, en el bando menos vertical, con Facundo Manes entre sus referentes. Abrevan en este espacio también la línea Evolución, de los delfines del Coti Nosiglia, Martín Lousteau y Emiliano Yacobitti; el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, y el patrón jujeño Gerardo Morales.

Lousteau salió a ratificar la ruptura de Juntos por el Cambio después de la caída de la Ley Ómnibus. Juntos por el Cambio de hecho no existe más como lo concibieron Macri, Elisa Carrió y el radical Ernesto Sanz, quien mudó su centro de operaciones detrás de bambalinas desde que el fundador del Pro asumió la Presidencia, en diciembre de 2015.

Pero la desaparición de la conformación inicial de Juntos por el Cambio no implica la escisión de la alianza de Macri con una parte de la dirigencia radical, que le es incondicional, con Aguad y Cornejo entre sus cabezas visibles. El radicalismo quedó otra vez al borde de la fractura, como en 2007 cuando Cobos se llevó a los gobernadores y muchos intendentes a su alianza con Néstor Kirchner que le pagó con la inclusión de la Vicepresidencia de la Nación entre los cargos de su currículum.

Milei se metió en la interna del macrismo

El presidente orientó la venganza prometida contra los gobernadores hacia dos enemigos de Macri: el cordobés Martín Llaryora y el santafecino Maximiliano Pullaro.

Javier Milei, Mauricio Macri y Patricia Bullrich. (Archivo)

El jefe del Pro quiere a De Loredo en el cargo del peronista colaboracionista, mientras que Pullaro es un enemigo interno del radicalismo macrista. Milei golpeó con el recorte de fondos a las dos provincias centrales de la zona núcleo sojera junto a la Provincia de Buenos Aires.

La decisión de Milei para sustentar el giro totalitario es apoyarse enteramente en el doble comando del poder de Macri: el blanqueado dentro de las instituciones y el que gestó en las sombras desde que regenteaba los negocios encargados por su padre, Franco Macri, factótum del Grupo Socma, que terminó desguazado por sus hijos en distintas sociedades.

Pero hasta en el Pro la interna está agitada, por más que Macri nunca perdió la centralidad en el partido que fundó. Bajo su ala se instaló Patricia Bullrich, quien ahora lo condiciona con su extremo alineamiento con la conducción de Milei. Macri pretende más que eso y las segundas líneas que le eran incondicionales ahora preguntan qué papel les toca en la nueva gesta.

El reparto de papeles está en la sala de las operaciones de todas las facciones del macrismo. El tire y afloje está en pleno desarrollo. Debería tener una forma más definida después de que aterrice el Presidente de vuelta de su gira por Israel y El Vaticano.

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