Murieron Enriqueta Maroni, expresidenta de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, y Dolores ‘Lolín’ López Candal de Rigoni, la última madre de Plaza de Mayo de Neuquén. Lo hacen en momentos distintos, pero con trayectorias profundamente ligadas por el dolor, la lucha y la convicción de que el reclamo por memoria, verdad y justicia no prescribe.
Enriqueta Maroni (1926–2024) murió a los 98 años. Dos de sus cuatro hijos —María Beatriz y Juan Patricio— fueron secuestrados por el grupo de tareas del Primer Cuerpo del Ejército en plena dictadura. Enriqueta integró las rondas desde temprano, y en 1978 protagonizó un video que luego sería símbolo del coraje civil frente al terror estatal. Ocupó la presidencia de Madres Línea Fundadora, organización clave en la defensa de los derechos humanos y la autonomía frente a los partidos.
Dolores “Lolín” López Candal de Rigoni (1924–2024) falleció a los 100 años. Neuquina, fue la última integrante activa de las Madres de Plaza de Mayo en esa provincia. Su hijo, Roberto, fue secuestrado el 16 de abril de 1977 en La Matanza. Cuatro días después, apareció enterrado como NN: había pasado por “El Campito”, centro clandestino ubicado en Campo de Mayo, uno de los más siniestros del aparato represivo.
Ambas madres construyeron memoria colectiva en un país que aún debate los alcances de su democracia. Enriqueta y Lolín no solo interpelaron al Estado, sino que sostuvieron redes de contención, espacios de escucha y transmisión de saberes. No hubo justicia plena para sus hijos, pero ellas lograron que sus nombres no desaparecieran.