Eran las 18.50 del lunes cuando la catedral de Notre Dame de París, uno de los monumentos más emblemáticos de la capital francesa —más ocho siglos de historia—, empezó a arder. El fuego se avistó por primera vez en la parte de la cubierta de la cabecera, sobre el deambulatorio, y una hora después se derrumbaba la aguja central, de 93 metros de altura, y posteriormente todo el techado de la catedral.
Más de 400 bomberos tratan de controlar el incendio de enormes proporciones, que en menos de dos horas ha arrasado la parte central y trasera de la conocida catedral. "Todo está ardiendo. Toda la estructura, que data del siglo XIX en un lado y del siglo XIII en el otro... No quedará nada", se ha lamentado un portavoz de la catedral, André Finot.
En el momento del devastador incendio la catedral ya había cerrado a los turistas, pero las autoridades evacuaron todo el perímetro, así como parte de las viviendas adyacentes para evitar que fueran afectados por el humo.
El incendio aún está lejos de estar controlado. Los bomberos de París se enfrentan a una noche muy larga. Existe un riesgo real de que la catedral de Notre Dame se venga completamente abajo.
Los bomberos de París no están seguros de que se pueda detener la propagación de las llamas por la cubierta de la catedral de Notre Dame de París y señalaron que, si el fuego alcanza las torres, las consecuencias son imprevisibles. "No estamos seguros de que podamos detener la propagación al lado norte. Si eso es hunde, no quiero imaginar la amplitud de los daños", ha declarado el general Jean-Claude Gallet, comandante de la Brigada de Bomberos de París. La prioridad de los bomberos ahora mismo es contener el avance de las llamas en la torre norte y evitar que se derrumbe. La noche en París va a ser muy larga.
Fuente: EFE/Público
