Más de 130 movimientos telúricos en 2019, en una zona sin temblores en alrededor de un siglo. Cerca de 500 piletas olímpicas de residuos químicos generadas sólo en un año. Detalles de un impacto negativo multiplicado.
Por Patricio Eleisegui
Para Economía Sustentable
Sólo en 2019, 135 sismos confirmados. Un volumen anual de “flowback”, esto es, agua con químicos y otros residuos industriales que devuelve cada perforación, equivalente a algo más de 500 piletas olímpicas de 50 metros de largo. Casi 60 pozos sumideros que albergan sin tratamiento alguno a esos mismos líquidos, en filtrado permanente hacia la dorsal Huincul, falla geológica predominante en esa zona de la provincia de Neuquén. En algunos puntos de perforación, una inyección mensual de hasta 14.000 toneladas de arena y más de 90.000 metros cúbicos de agua.
Por donde se la mire, la explotación del reservorio de hidrocarburos no convencionales Vaca Muerta, publicitada por los últimos gobiernos de la Argentina como la gran carta para transformar al país en una potencia energética de protagonismo global, asoma como una invitación al desastre socio ambiental por efecto del sistema de extracción consagrado por las petroleras que operan en el área: la fractura hidráulica, también conocida como “fracking”.
La técnica en cuestión comprende la perforación de pozos mediante la rotura de rocas subterráneas con explosivos. Y la posterior inyección de una mezcla de agua -recurso por el que las petroleras abonan apenas $4,90 el metro cúbico– y una batería de formulaciones que puede ir de 20 a 500 aditivos. En concreto, el método combina aspectos de la explotación petrolera consolidada y la labor minera más cuestionada a partir de una ausencia total de cualquier criterio de sustentabilidad.
El impacto negativo del “fracking” en Neuquén se hizo evidente en cuanto las áreas bajo situación de monitoreo entraron, a partir de 2015, en fase de explotación directa e intensiva. La primera consecuencia inmediata: la irrupción de sismos en un territorio de la Patagonia que no había temblado en más de 100 años.
Javier Grosso es investigador del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional del Comahue y el analista que mejor viene documentando los problemas que engendra el “fracking” en ese apartado de la cuenca neuquina. En un trabajo reciente, Grosso sistematizó el archivo de mediciones del Instituto de Prevención Sísmica (INPRES) para confirmar que entre 1901 -inicio de seguimiento del INPRES- y 2015 los movimientos en Vaca Muerta fueron prácticamente nulos.
“Hasta 2015 no hubo sismos registrados por INPRES. Estos hoy ocurren a muy baja profundidad, de 3 a 10 kilómetros como máximo, en coincidencia con el promedio de perforación del ‘fracking’. Comencé a georreferenciar los movimientos y ahí di con la matriz de cercanía. Todos ocurren en una misma área. En el período 2018-19, cuando la mayoría de las áreas pasó a explotación masiva, los sismos se hicieron directamente habituales”, comentó Grosso ante Economía Sustentable.
“Hay una matriz de comportamiento: ocurren cuando se está haciendo la fractura. El año pasado se concentraron en el área Fortín de Piedra, muy cerca de la localidad de Sauzal Bonito –alrededor de 300 habitantes–, y en torno al paraje Aguada Pichana. En Fortín de Piedra hay pozos a los que se les hicieron hasta 63 facturas. Con inyecciones de 14.000 toneladas de arena y 93.000 metros cúbicos de agua en apenas un mes”, detalló. La francesa Total y Tecpetrol, propiedad del grupo Techint, son dos de las compañías que operan en esos apartados.
Sucesión de temblores
De 2015 al presente, todo se ha vuelto una sucesión de temblores que aumenta al ritmo de las torres que se activan sobre el reservorio. Este primer tramo de 2020 no es la excepción: el 16 de febrero, un sismo de 3,7 grados en la escala de Richter tuvo lugar al norte de la localidad de Añelo –más de 8.000 habitantes–, considerada por las petroleras como la “capital de Vaca Muerta”.
Antes, el 3 y 4 siempre de febrero, movimientos de 3,3 y 3 grados, respectivamente, también resultaron constatados en la misma área. La alemana Wintershall y la estatal YPF en combinación con su socia malaya Petronas, son las compañías con operaciones en el fragmento del territorio donde ocurrieron los temblores.
Añelo es vecina a la comunidad mapuche Lof Campo Maripe, cuyo territorio ya recibió 500 perforaciones mediante “fracking” en menos de 7 años. Semejante volumen y sus secuelas socioambientales dieron origen a un informe por atropello a los derechos culturales y económicos de los pobladores originarios que llegó a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en agosto de 2017.
Movimiento del 3 de febrero, en otra cartografía aportada por Grosso:
El sismo del 4 de febrero:
Hablamos de un inicio de año que prolonga el cierre catastrófico de 2019: sólo en las dos últimas semanas de diciembre se registraron 8 sismos, según datos de INPRES y la Red Geocientífica de Chile -ex Sismología Chile-. Esta última organización, a raíz de lo que viene ocurriendo en Neuquén desde la activación del “fracking”, sigue la actividad sísmica en la cuenca desde hace casi un lustro.
Consultado respecto de si la actividad petrolera tradicional no podría estar motivando, también, este cambio de situación en Neuquén, Grosso negó que la extracción convencional genere movimientos. “Son procesos distintos. En la extracción convencional se hace un pozo vertical y luego el petróleo surge por bombeo o presión. En el ´fracking´ se lanzan a buscarlo en la roca y a otra profundidad. Hoy un país como Estados Unidos, principal impulsor de la técnica, está teniendo los mismos problemas sísmicos que aquí”, dijo.
Según el investigador, lo único que ha “moderado” en cierta medida los temblores en el inicio de 2020, al menos respecto de la primera parte de 2019, es el parate que ostenta la actividad hidrocarburífera en Vaca Muerta por aspectos de la macroeconomía nacional. El recorte de beneficios que, por el rojo fiscal imperante, el Gobierno aplicó a algunas petroleras con operaciones en Neuquén mantiene paralizadas la mayoría de las perforaciones.
“Los sismos se frenaron en Sauzal Bonito, por ejemplo, porque pararon los equipos. Ahora, en cambio, hay más temblores en el norte de Añelo. Y eso es porque las petroleras que trabajan en esa zona específica todavía no paralizaron sus actividades”, indicó. Grosso sostuvo que entre las compañías que realizan “fracking” hay plena conciencia de la intensificación de los sismos en el reservorio y que más de una ha comenzado a modificar su ingeniería para adaptarse al nuevo escenario geológico.
“El área está categorizada como de actividad sísmica baja. Sin embargo, y a partir del cambio de estos años, hay empresas que comenzaron a redefinir sus respectivas ingenierías y piensan proyectos para un área ya de categoría sísmica moderada. Sobre todo en torno a Sauzal Bonito. Para las petroleras en cuestión, bueno, los emprendimientos en otra categoría les demandarán un gasto mayor”, expresó.
Detalle de pozos y sismos constatados en el período 2018-2019:
Efecto sumidero
Desde el Observatorio Petrolero Sur, Martín Álvarez Mullally, investigador de la organización, sostuvo ante Economía Sustentable que el primer aviso de cómo el método no convencional afecta de forma negativa la estructura geológica de Vaca Muerta provino de la Universidad de San Juan.
Desarrollada entre 2014 y 2016, una experiencia científica llevada a cabo por Silvina Nacif y Sebastián Correa -investigadores de esa casa de altos estudios que instalaron 11 sismógrafos en la cuenca neuquina- arrojó, a modo de conclusiones preliminares, que los temblores “son reactivaciones tectónicas de la dorsal de Huincul debido a los esfuerzos compresivos del margen activo de subducción controlados por la estructura compleja de la dorsal; o posible reactivación de una falla antigua debido a la actividad de fracturamiento hidráulico y la inyección de fluidos en la zona”.
“El ‘fracking’ genera movimientos por donde va. Lo que ocurre en Neuquén no es un problema aislado. Ocurre lo mismo en Oklahoma, en Alabama, por mencionar lugares de Estados Unidos, pero también en Canadá y ciertas provincias de China donde se usa la técnica. Inglaterra, justamente, prohibió la fractura hidráulica por generar sismos. Hay un vínculo entre ambos elementos”, señaló Álvarez Mullally.
“Hablamos de un paquete tecnológico que combina aspectos de la minería con la actividad petrolera. Perforaciones a 3.000, 4.000 metros, a las que luego se le suceden explosiones -denominadas ´punzados´- y después una inyección de miles de litros de agua, arena y químicos a presión. El efecto de ese proceso es el que está volviendo a la zona un área de sismicidad moderada cuando antes era directamente baja”, añadió.
Sin dejar de reparar en las consecuencias que provoca la fractura hidráulica, Álvarez Mullally sumó a los pozos sumidores sobre los que se acumula el “flowback” como otra variable con responsabilidad en la expansión de los temblores. “Se llenan con el residuo líquido, los químicos, que salen durante el proceso de ‘fracking’. También emerge material radiactivo natural. Esos sumideros aportan líquido de forma permanente al subsuelo, no es que están sellados”, explicó a Economía Sustentable.
Para luego añadir: “Los sumideros y la fractura misma implican una modificación enorme del subsuelo. En Oklahoma, por ejemplo, técnicos y organismos han vinculado los sismos justamente con estos pozos con residuos. Creemos que hay una combinación de factores y que los movimientos surgen por la actividad no convencional en sí misma, su concreción sobre una falla, y la proliferación de sumideros con su efecto subterráneo“.
Álvarez Mullally coincidió con Grosso en que, sobre todo en las últimas semanas, la actividad sísmica “se ha estado corriendo, siempre acompañando la actividad hidrocarburífera“. Expuso, también, que el freno a las inyecciones de capital que vienen aplicando las petroleras en Vaca Muerta a raíz de la crisis económica y financiera “le está dando aire a los pobladores que sufren las consecuencias del método”.
¿Cuál ha sido la respuesta de las autoridades ante la proliferación de los sismos? Si bien el gobierno de Neuquén niega por completo el vínculo entre los temblores y la práctica del “fracking”, lo cierto es que hace algo más de un año se estableció un acuerdo con INPRES para la instalación de 20 sismógrafos con el fin de obtener datos precisos de la actividad telúrica. El detalle es que hasta el momento apenas si se montaron 2 equipos usados. Y sólo uno de ellos se encuentra en funcionamiento. “La respuesta política y de las mismas petroleras ante este problema es directamente nula”, concluyó Álvarez Mullally.