Trabajo forzado, explotación laboral, mares esquilmados... El pico de consumo de pescado en las fiestas, especialmente de langostinos, obliga volver la vista a las formas de pesca y producción de este crustáceo.
Las denuncias de diferentes organizaciones no gubernamentales hicieron efecto en 2014. Las evidencias de que la multinacional agroalimentaria estaba utilizando mano de obra esclava en Tailandia se volvían incontrolables. La multinacional encargó una investigación a la ONG Verité. Un año después, las conclusiones eran demoledoras para Nestlé: trabajadores en la producción de marisco en este país del sudeste asiático, sobre todo provenientes de Myanmar y Camboya, estaban expuestos a abusos laborales a gran escala, muchas veces en condiciones de trabajo no reguladas, al merced de la arbitrariedad de subcontratas de Nestlé. Los trabajadores desarrollan su jornada sin descanso ni alimentación suficiente. Las 100 personas entrevistadas relataron desapariciones, así como la existencia de trabajo infantil forzado.
Muchos trabajadores eran directamente vendidos, relata The Guardian, o contratados con falsas promesas, forzados a pescar y procesar pescado para el gigante suizo. “Algunas veces, la red es demasiado pesada y los trabajadores se ven arrastrados al agua y simplemente desaparecen”, narraba un trabajador birmano a la ONG Verité.
Lavado de cara
No se trata de un problema exclusivo de los socios tailandeses de Nestlé, sino de todo el sector de la pesca en la región, “uno de los que acumulan mayor número de denuncias”, señala a Diagonal Javier Guzmán, director de VSF Justicia Alimentaria Global. “El paso que ha tomado Nestlé no es otra cosa que un lavado de imagen sin cambio estructural, como tantas veces ha hecho tanto esta empresa como otras corporaciones en otros casos”, afirma.
Para esta ONG, especializada en soberanía alimentaria, la investigación y las promesas de solucionar en 2016 las condiciones de sus trabajadores en Tailandia son “totalmente insuficientes”. Todo pasa, afirman, por que las multinacionales tengan que responder por sus actuaciones y no puedan “operar al margen de las normativas más importantes relativas a los derechos humanos”. Para Guzmán, resultan claves las discusiones en el Grupo de Trabajo Intergubernamental de la ONU, creado este año, como primer paso para generar un tribunal para las multinacionales.
Para VSF Justicia Alimentaria Global, las opciones responsables y éticas en el consumo de pescado no son sencillas, ya que “la ley de etiquetado no se cumple y buena parte de la pesca actual es ilegal”. Para el director de esta ONG, un consumo crítico y responsable de pescado debe pasar por “comprar pescado de temporada, de las especies que tienen su hábitat cerca nuestro o, preguntar por los que están pescados con artes de pesca sostenibles”.
Fuente: diagonal.com