La icónica integrante de Abuela de Plaza de Mayo María Isabel Chorobik, más conocida como Chicha Mariani, se reencontró este jueves con su nieta Clara Anahí Mariani Teruggi, a quien buscó 39 años, desde que fue secuestrada por la dictadura. La noticia la comunicó oficialmente la Fundación Anahí.
Clara Anahí fue apropiada por la dictadura cuando tenía tres meses de vida en la calle 30 número 1134, entre 55 y 56, de la ciudad de La Plata. Es la nieta secuestrada con identidad restituida número 120.
Hoy la alegría se llama Clara Anahí, la #Nieta120 pic.twitter.com/wmumvfQruT
— H.I.J.O.S. Capital (@hijos_capital) diciembre 24, 2015
Pocas la vida aparece así. Con esas sonrisas, esos abrazos, esa certeza de haber vencido, de que la luz le ganó a las...
Posted by Marco Teruggi on jueves, 24 de diciembre de 2015
INFORME EXPLÍCITO: La búsqueda inclaudicable de una abuela
El secuestro
El 24 de noviembre de 1976, cerca de las 13.30, unos doscientos hombres del Ejército, la Policía Bonaerense y la Armada, llegaron a la casa en La Plata que ocultaba tras una sofisticada doble pared la imprenta más importante de la organización Montoneros. Rodearon la casa antes de soltar las primeras ráfagas. Roberto César Porfidio, Alberto Oscar Bossio, Daniel Eduardo Mendiburu Elicabe, Juan Carlos Peiris y Diana Esmeralda Teruggi, los militantes que estaban en la casa y resistieron varias horas bajo una lluvia de balas, fueron asesinados. También estaba la pequeña Clara Anahí, de tres meses de edad, que fue sacada con vida por las fuerzas conjuntas. Desde los techos vecinos, asistían a la matanza los altos mandos militares y policiales, como Ramón Camps y Miguel Etchecolatz.
El fuego contra la casa duró casi cuatro horas, convirtiendo a ese barrio de casas bajas y techos de tejas en algo muy parecido al infierno. Una pericia de Gendarmería, que se hizo durante el juicio a Miguel Osvaldo Etchecolatz, determinó que el boquete de la fachada de la casa sólo pudo abrirlo un proyectil de energía cinética, un obus de 76,2 mm disparado desde un tanque Scherman o un proyectil con carga hueca lanzado con un lanzacohetes.
La versión oficial de la policía fue que no hubo sobrevivientes. Pero pronto asomaron los primeros indicios —que se fueron sumando con el paso del tiempo—, de que la niña estaba viva. El comisario Osvaldo Sertorio se lo dijo en persona a Chicha, y le aconsejó la buscara por sus ropas, porque probablemente ya tuviera otro nombre. Un morguero declaró en la justicia que ese día interrumpieron su jornada en el cementerio y le pidieron que estacionara su camión funerario en la esquina de 31 y 56, y esperara. El hombre recogió los cuerpos y aseguró que eran todos adultos.