El peronismo de Mendoza está coyunturalmente partido entre los que responden a dirigentes con funciones ejecutivas y los que no las tienen, entre los que pesa el kirchnerismo. En gruesos trazos, el peronismo de Mendoza está dividido en tres o cuatro vertientes: los azules, los hermanos Emir y Omar Félix y el kirchnerismo, a los que se podría añadir una cuarta variante compuesta por los naranjas de Carlos Ciurca, todos derrotados y sin cargos para sostener una construcción vertebrada con cargos.
Hay una línea que divide a los peronistas que gobiernas de los que no lo hacen. En la primera escaramuza, los que gobiernan se impusieron para facilitar la aprobación de un endeudamiento al radical Alfredo Cornejo en su primer Presupuesto. Con esa división como contexto, el Partido Justicialista local tiene que definir una conducción formal, puesto que la trompada electoral noqueó al hasta ahora líder, Francisco Pérez.
No quiere decir que no haya nada más en el peronismo, pero en esas líneas se puede proyectar la puja urgente por reordenar liderazgos y nuevos rumbos de un partido conducido a las ruinas al final de ocho consecutivos al frente de la Provincia.
El escenario no es muy distinto -siempre en trazos gruesos y con las diferencias salvadas- al presentado por el periodista Ignacio Zuleta en un panorama sobre el PJ bonaerense titulado Territoriales versus Milicianos: La pelea que divide al peronismo.
Los territoriales de Zuleta son los intendentes peronistas de la provincia de Buenos Aires y los milicianos son los kirchneristas agrupados en la Legislatura. Los primeros están preocupados por pagar sueldos públicos y sostener los servicios para después ver qué impronta le ponen a sus gestiones para destacarse bajo el paraguas de la macrista María Eugenia Vidal. Los últimos están interesados en mantenerse en el candelero de la disputa por el poder, sin necesidades surgidas en la gestión de un gobierno.
Traducido a Mendoza, los intendentes están preocupados en gestionar para superar la crisis por esa veta la crisis política del partido que integran, mientras los legisladores sin paraguas comunal extreman su postura para destacarse de entrada como oposición.
En Mendoza, los intendentes del PJ controlaron los bloques legislativos sin contratiempos en la primera pelea interna desde que el peronismo es oposición, entablada en torno a las leyes económicas de Alfredo Cornejo: Avalúo, Impositiva y Presupuesto. Ganó la postura de los intendentes. De los seis, cuatro son del sector azul, que quedó acéfalo en pleno año electoral con la muerte del mentor y único líder del espacio Juan Carlos Chueco Mazzón.
La primera pelea interna desde que dejó el gobierno el PJ se resolvió como quisieron los intendentes. Los legisladores sin territorio, identificados con el kirchnerismo desde vertientes diversas, con La Cámpora incluida, pretendían obstaculizar el endeudamiento pedido por Cornejo para su primer año de gestión.
Todo el peronismo podía hacerlo imponiendo los números en las cámaras legislativas, debido a que los pedidos de crédito requieren dos tercios de votos Diputados y Senadores. Ahí jugaron los intendentes para aplacar a los rebeldes y concederle el primer presupuesto a Cornejo como lo pidió. En principio, la discusión interna alcanzó un tono amenazante de ruptura, pero con el correr del tiempo se impusieron los intendentes al punto de que el Presupuesto salió con los votos de las bancadas peronistas en pleno.