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Por Cecilia Devanna
Para Infojus
“Teníamos miedo, sabíamos lo que era la represión. Vi asesinar a los pibes en la plaza. Les tiraban sin lástima. Nos decíamos ‘no podemos dejar que los maten como a nuestros hijos’”, recordó Hebe de Bonafini, y se quebró. Fue al recordar lo que ella y otras Madres de Plaza de Mayo vivieron durante la represión policial del 20 de diciembre de 2001, donde fueron brutalmente golpeadas por efectivos de la Policía Federal. Su exposición cerró la etapa de testimoniales del debate oral y público por los hechos sucedidos ese día y el anterior. “La violencia estaba anunciada, programada”, aseguró Bonafini con contundencia.
En el marco de este juicio, en el banquillo de los acusados están sentados Enrique Mathov, el secretario de Seguridad durante la presidencia de Fernando de la Rúa, y el entonces jefe de la Policía Federal, Rubén Santos. El Tribunal Oral Federal 6 también juzga a otros quince ex policías por la masacre que el gobierno de “La Alianza” desató aquel 20 de diciembre, cuando pretendió despejar de manifestantes la Plaza de Mayo y terminó con la vida de cinco personas. Es la primera vez que quienes ordenaron una represión deberán responder por las muertes que ocasionaron las fuerzas de seguridad a su mando.
Maximiliano Medina, abogado querellante por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) destacó la importancia del testimonio de Bonafini tanto desde lo simbólico como a nivel de pruebas porque demuestra “lo injustificado y desproporcionado de la represión en la plaza”. El abogado Juan Carlos García Dietze dijo que Bonafini dejó en claro que el operativo estaba “ordenado y programado”.
“Lo que paso ese día no se puede creer. Ver morir a los pibes no se soporta. Yo no podía ver que los dejaran morir como perros”, continuó Hebe. Lo dijo y se secó las lágrimas. El presidente del TOF 6, José Martínez Sobrino, le ofreció parar. Ella agradeció, pero desistió. “Pensaba en nuestros hijos, en que también pasaron por ese horror, pero estuvieron solos”, continuó.
Hebe contó primero cómo la noche del 19 fue a la Plaza de Mayo junto a un grupo de compañeros para repudiar el estado de sitio dispuesto por el entonces presidente De la Rúa. “Era muy emocionante ver cómo iba la gente a la plaza”. Recordó que había muchas personas, de todas las edades, familias completas, nenes y bebes. “Era una patriada”, dijo. Y recordó que ya cuando iban hacia Congreso “de repente empezaron a tirar gases. Fue muy violento. Como soy asmática, un joven mojo su camiseta en una fuente para que no me ahogue”, contó. Poco después vio el primer herido, que después se supo que murió. “Uno sentía la violencia en el cuerpo”, afirmó.
Fustazos, palos y balas
La mañana del 20 habían decidido ir con otras Madres a la Plaza a hacer firmar un documento para rechazar el estado de sitio. Además era jueves, día histórico de las marchas de las madres en la Plaza. Cuando Hebe se preparaba para ir hasta ahí, vio por televisión cómo la policía se llevaba “de los pelos” a una joven. No lo dudó y adelantó su llegada al lugar. Preocupada por esa joven, de la que aun hoy, más de 15 años después todavía ignora quién es, buscó al comisario en el lugar. Lo encontró en la mitad de la plaza y habló con él. “Con el descaro que los caracteriza siempre, me dijo que no se habían llevado a nadie”, explicó. Cuando le preguntaron quién era ese comisario, Hebe contó que como una forma de burlarse de ellas, siempre que preguntaban los nombres de los comisarios, ellos decían que se llamaban “Fernández”. Y contó que al día siguiente vio en el diario la foto del comisario con el que había hablado. “Ahí supe que era Santos”, contó. Cuando le preguntaron si figuraba que Santos era el nombre o el apellido, dijo que no lo recordaba pero agregó: “De santo no tenía nada, de eso estoy segura”.
Después Hebe contó cómo la represión empezó precisamente contra ellas. “Ahí es cuando los chicos se paran, empiezan a tirar piedras. Nos querían defender de cualquier manera”, contó. “La violencia era cada vez más fuerte. Estábamos indefensas. Nos tomamos de los brazos y nos pusimos fuertes para que no se sigan llevando gente de la plaza. Nos empezar a atacar. Nos pegaron fustazos, palos en la cabeza, balas de goma. Era una agresión violenta que no tenía sentido. Eso estaba programado. Armado, para reprimir a la gente que no quiere estado de sitio”. Agregó.
Contó también cómo las salvó una combi de FM La Tribu que las levantó en la mitad de la plaza y las llevó para que las asistan médicamente. Bonafini recordó como a una de ellas le volaron las uñas de los pies, con las patas de los caballos de la Policía y a ella le pegaron fustazos en la panza y la espalda. “En los hospitales no ponían las heridas que teníamos. Eso también estaba organizado”, agregó. “Cuando nos íbamos en la camioneta ya se veía represión en las calles”.
Para dejar en claro la organización que había tenido el operativo sumó otro punto. “Cuando llegamos a la plaza no había dos policías, había un montón. Era una cosa nunca vista. Los caballos nunca estuvieron en la plaza de mayo. La primera vez que los vi fue ese día. Dijeron a estas viejas las vamos a bajar si o sí. Estaban organizados. Hay órdenes. Todos lo sabemos”, concluyó.
La acusación sostiene que Mathov y Santos impartieron órdenes y directivas indebidas dirigidas a los diferentes oficiales superiores de la policía federal, lo que derivó en los homicidios de Gustavo Benedetto, Marcelo Riva, Diego Lamagna, Carlos Almirón y Alberto Márquez, en las inmediaciones de la Plaza de Mayo y el Congreso. El ex jefe de la Federal, también responderá por el asesinato de Alberto Márquez en las cercanías del Obelisco. Santos, y los subordinados que dirigieron el operativo, Andreozzi y Gaudiero, están acusados de homicidio culposo por estos casos.