Murió en Buenos Aires el operador del peronismo Juan Carlos Mazzón, El Chueco, para el mundo de la política. Su relevancia en el teatro de operaciones de la política nacional traspasó la totalidad del periodo pos dictadura. Tenía 71 años y, dicen desde su entorno, estaba activo en la campaña cuando murió.
A principios de los '80 fue clave en el surgimiento de la renovación peronista de Mendoza, junto a José Luis Manzano, su discípulo más prominente, y José Octavio Bordón, su rival interno en la alianza renovadora que ganó el gobierno provincial en 1987.
Jugado con Antonio Cafiero en la interna peronista de cara a la sucesión de Raúl Alfonsín, en 1999, supo realistarse al servicio del presidente Carlos Menem una vez que se reacomodó la interna partidaria.
Luego saltó con Eduardo Duhalde afuera del cerco menemista y desde ahí desembarcó sin escalas en el seno del kirchnerismo, con una oficina asignada en la zona de influencia máxima de la Casa Rosada y otra en Olivos.
Con vaivenes en la relación con el círculo K, Mazzón terminó de caerse del Olimpo de las decisiones centrales del país en marzo, cuando admitió el adelantamiento de las elecciones de Mendoza en una estrategia consensuada con Carlos Ciurca y Francisco Pérez para enfrentar en internas a La Cámpora y el resto del espectro alineado con el kirchnerismo por afuera del corazón del PJ.
Estaba trabajando para que Daniel Scioli sea presidente cuando la muerte le puso fin a su ciclo vital, dicen sus familiares, de forma intempestiva.