El niño que cayó al suelo cuando su padre, un refufiado sirio que intentaba escapar de una encerrona que tendió la policía húngara, fue pateado por la periodista Petra Laszlo ante otras cámaras de la televisión. La cronista gráfica de un canal de derecha en Hungría perdió el trabajo por ser en el territorio lo que su canal defendía desde las ideas, mientras Zaid Abdul, el hijo del refugiado pateado Osama Abdul Mohsen, cumplió un sueño de niño: entró al Bernabéu de la mano del crack portugués del Madrid Cristiano Ronaldo.
El Merengue jugaba contra el Granada un partido ordinario del torneo de dos. En ese escenario, Zaid Abdul y su hermano, Mahammad, junto al padre, de profesión entrenador de fútbol, tenían una causa emocional para alejarse de la trágica huida de su lugar natal, donde las balas y las bombas convencen a miles de arriesgarse a emigrar.
Zaid fue uno de los niños que cada futbolista de Real Madrid agarró de la mano para posar ante la prensa en los minutos previos al inicio del choque. En todo momento, el futbolista estuvo pendiente del niño sirio, que el día anterior visitó, junto a su padre Osama Abdul Mohsen y su hermano Mohammad, a su ídolo en el Ciudad Deportiva del club blanco.
Osama Abdul Mohsen llegó junto a sus hijos a Madrid, para trabajar en Getafe. Junto a sus hijos, siguen haciéndose realidad sus sueños luego de huir de su país con una imagen que dio la vuelta al mundo en la frontera entre Serbia y Hungría, cuando una periodista lo tiró al piso, mientras portaba a su hijo en brazos cuando intentaba cambiar de país.