El guión de Arístides Vargas se apoyó en los recuerdos de un niño para repasar todos los hitos presentes desde siempre en la fiesta. Las grandes apuestas: un cuadro que recrea pájaros de Mendoza, el del otoño en Mendoza y el mapping.
Los encargados del espectáculo Teatro Mágico de Piedra y Vino apuraron el ensayo del viernes a la noche por las condiciones climáticas que amagaban con una lluvia que impidiera hacer el ultimo repaso general del espectáculo.
La noche previa al Acto Central se ensaya con vestuario incluido para darle los últimos toques al espectáculo que se presenta el sábado en el Acto Central.
El show, guionado por Arístides Vargas, se centrará en los recuerdos de infancia de un hombre que vive la vendimia ya de adulto. En ese contexto, de destaca el cuadro "Mendoza alada", una apuesta al colorido donde el vestuario y la utilería intentarán recrear el canto de especies que habitan Mendoza, como el zorzal, el colibrí, el hornero y el tero, entre otros.
Otro de los cuadros intenta recrear la importancia de las acequias para Mendoza, y el rol de los árboles de la flora nativa. Bailarines con ramas ofrecerán cuecas al público. En el cuadro del otoño es donde los escenógrafos esperan que se luzca la estrella de esta vendimia: el mapping.
Tres clásicos con los que hay que cumplir a rajatabla en los guiones vendimiales fueron rescatados por Vargas: la helada, la Virgen de la Carrodilla y los inmigrantes.
Para el final el combo del vino, un recordatorio de Leonardo Favio y de San Martín, la sensual Zamba Azul, la alusión al latinoamericanismo con un cuadro de banderas multicolores bajando de los cerros y un gran malambo que dará el broche antes de que suene infinitas veces la Marcha de la Vendimia.
