En medio de una crisis política, económica y social, la dictadura cívico-militar, como un manotazo de ahogado, invadió por sorpresa las Islas Malvinas.
El 2 de abril, en una madrugada fría, las fuerzas armadas argentinas desembarcaron en las Malvinas y en el continente, esta decisión de la dictadura, que intentaba fortalecer su poder ante un desgaste inevitable, tuvo su correlato en la Plaza de Mayo, donde miles de argentinos festejaron la "recuperación" de las islas.
El 3 de abril, la primer ministro británica Margaret Thatcher, bautizada como "La dama de hierro", mandó una flota hacia el Atlántico Sur.
Paralelamente, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución 502, exigiendo el retiro de las tropas argentinas de las islas y el inicio de las negociaciones entre ambos países.
[youtube]VVoA_2ovj1c[/youtube]Entre el 5 y el 28 de abril se desarrollaron una serie de acciones diplomáticas en las que la Argentina advirtió que apelaría al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) si Gran Bretaña atacaba las islas; el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, nombró mediador al secretario de Estado Alexander Haig; y Gran Bretaña anunció el bloqueo a las Malvinas.
Asimismo, la primer ministro británica advirtió a Haig que cualquier negociación requería primero el retiro de las tropas argentinas, y el entonces dictador argentino Leopoldo Galtieri amenazó que habría batalla si los ingleses invadían Malvinas.
Gran Bretaña recuperó las islas Georgias de Sur, parte del archipiélago del Atlántico Sur, y el órgano de consulta del TIAR aprobó una resolución solidaria con la Argentina y sus derechos sobre Malvinas.
Esta decisión del TIAR no fue respetada por Estados Unidos, que decide apoyar a Gran Bretaña.
El 1 de mayo comenzó formalmente la guerra cuando aviones británicos bombardean la pista de aterrizaje de Puerto Argentino.
El 2 de mayo el submarino nuclear Conqueror hundió el crucero "General Belgrano" fuera de la zona de exclusión, y el 4 del mismo mes aviones de la Armada argentina provocaron importantes daños al destructor inglés Sheffield, que se hundió días después.
El 6 de mayo, un plan de paz del secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, propuso un administrador de la ONU en Malvinas mientras durasen las negociaciones, y que flameen las banderas de la Argentina y de Gran Bretaña.
El 9 de mayo se intensificaron los bombardeos británicos en Puerto Darwin y en la capital isleña; el 14 un grupo comando inglés destruyó 11 aviones argentinos; y el 15 naves británicas bombardearon la isla Borbón y destruyen otras diez aeronaves.
El 16 de mayo los ingleses hundieron al mercante argentino "Río Carcarañá" y dañaron el "Bahía Buen Suceso", mientras continuaron los ataques aéreos y navales a las islas.
El 20 de mayo Pérez de Cuéllar anunció que su gestión fracasó, al tiempo que Perú presentó otra propuesta de paz que también fue rechazada.
El 21 de mayo los británicos establecieron una cabeza de playa en Bahía San Carlos y el costo argentino fue grande: fue hundida la fragata Ardent y dañadas otras cuatro, cayeron tres aviones Harrier y dos helicópteros.
Tres días después, fue hundida la fragata inglesa "Argonaut" y seriamente dañada la "Antelope".
Al día siguiente aviones argentinos averían al buque de transporte inglés "Atlantic Conveyor" y al destructor "Coventry" y por ello aviones ingleses atacaron Puerto Argentino.
El 1 de junio comenzaron los combates terrestres de envergadura a 20 kilómetros de Puerto Argentino y los ingleses que avanzaron sobre Darwin y Ganso Verde.
El 8 de junio, la Fuerza Aérea argentina hundió la fragata Plymouth y los transportes de tropas "Sir Galahad" y "Sir Tristan".
El 11 de junio, en medio del conflicto, el Papa Juan Pablo II llegó a la Argentina.
El 12 de junio se produjeron violentos combates, muchos de ellos cuerpo a cuerpo, en Monte Kent, Monte Dos Hermanas, Monte Longdon, Tumbledown, Monte Harriet y Moody Brock, últimas defensas terrestres de Puerto Argentino.
El 14 de junio, el militar Mario Benjamín Menéndez, quien falleció el 18 de septiembre de 2015, firmó la rendición argentina.
La derrota de Malvinas y el conocimiento de la muerte de centenares de jóvenes argentinos que fueron al frente de batalla mal pertrechados y sin ningún tipo de experiencia, y que además fueron torturados, marcó el derrumbe de la dictadura, que ya estaba jaqueada por las crecientes protestas sociales y la presión internacional por las violaciones a los derechos humanos.
Discurso de Galteri por la rendición en Malvinas
[youtube]FIpHE7rhTm4[/youtube]El rol de los medios
Desde las tapas de los principales matutinos porteños, se acompañó, y a veces hasta arengó, la euforia ciudadana que despertó la posibilidad de recuperar dos islas olvidadas en el sur del continente aquel 2 de abril de 1982.
La población se lanzó a las calles y llenó la Plaza de Mayo para proclamar una victoria inventada por el general Leopoldo Fortunato Galtieri y reflejada en los medios de comunicación, que sólo se limitaban a levantar las noticias que transmitían la agencia y el canal estatal. Los medios llamaron a la población a manifestarse mientras el presidente de facto gritaba desde el balcón: “si quieren venir que vengan, les daremos batalla”.
La cobertura de los diarios durante la guerra
Clarín titulaba por aquella época: “Euforia popular por la recuperación de Malvinas” y La Nación se sumaba días después con un “Alborozo ciudadano por la reconquista de Malvinas”.
La Razón, el 2 de abril de 1982, horas después de iniciarse el conflicto, titulaba: "Se recupera una zona de gran riqueza" y desde Córdoba, La Voz del Interior decía: "Argentina reconquista las islas Malvinas".
El título que eligió Crónica fue "Argentinazo:¡Las Malvinas recuperadas!" y la sexta edición de La Razón afirmó en la tapa: "En las Malvinas hay gobierno argentino".
Sólo tres periodistas argentinos fueron a las Malvinas a cubrir la guerra: Nicolás Kasanzew de Canal 7, y Diego Pérez Andrade y Carlos García Malod, ambos de la agencia estatal Télam. Los medios oficiales estaban controlados por el Gobierno de facto y no dejaban filtrar ninguna noticia que se contradijera con el discurso oficial de triunfalismo.
Desde Buenos Aires, era muy limitada la información genuina que los medios podían levantar, por lo que no hubo una intención de investigar lo que realmente estaba pasando con los 5.000 soldados que desembarcaron en las Islas.
La euforia Malvinas la transmitieron también periodistas como Mariano Grondona y Bernardo Neustadt.
Las revistas también hablaron de victoria
Las páginas de revistas como Gente o Somos se llenaron con fotos e imágenes de jóvenes de 18 años “dando la vida por la patria”, aunque no todas coincidieron en su postura frente al conflicto:
La revista Gente publicó un título simbólico, que quedó grabado en el imaginario colectivo de la Argentina: "Estamos Ganando", decía su tapa del 6 de mayo de 1982. Siete días después, el próximo número, fue titulado "Gran Bretaña asesina".
El 27 de mayo insistió con "Seguimos ganando" y detalló: "6 buques hundidos, 16 averiados, 21 aviones y 16 helicópteros derribados. Estamos destruyendo la flota británica". Por aquella época, el ejército del Reino Unido había desembarcado en San Carlos, un hecho nada alentador para los soldados argentinos.
La revista Somos también fue parte de la tendencia triunfalista. El 9 de abril de 1982 publicó un número extraordinario titulado: "Victoria ¿Y ahora qué?". El 15 de junio, cuando la derrota era una realidad innegable, el título fue"Perdimos la guerra, no perdemos el país".
La revista Humor intentó ser crítica desde la ironía. Algunos de sus titulares fueron: "Relaciones interiores, ¿nos hicieron la cama?", en mayo de 1982 y"Nos invaden cada 176 años", en el mes de junio.
La revista La Semana tampoco sucumbió al fervor triunfalista, y sufrió las consecuencias de su mirada alternativa. A cargo de Samuel Gelblung, la revista publicó un artículo del prestigioso periodista Jack Anderson en el que se decía que el futuro de la guerra de Malvinas era, para la Argentina, poco promisorio. La visión crítica desencadenó una ola de censura gubernamental que se extendería en poco tiempo a varios medios y que le depararía a Gelblung una serie de amenazas y bombas que hicieron que dejara el país a causa de su posición antibelicista.
El diario Buenos Aires Herald tampoco se plegó al sentir nacionalista. Pero, ningún medio tenía una fuente propia, nadie hablaba de los muertos, ni de las condiciones en las que estaban los soldados, ni de las estrategias reales para poder ganar una guerra, que parecía perdida de antemano.
Las preguntas llegaron después, cuando hubo que anunciar la derrota y nadie pudo creerlo, ante los titulares que sólo hablaban de victoria.
El 14 de junio de 1982 la Junta Militar admitió la derrota, que costó la vida de 649 argentinos y la credibilidad de los medios.
Fuente: Télam/Minutouno/DiFilm