Por María Jesús Vigo Pastur
Para RT
La crisis interna del Partido Socialista (PSOE) ha entrado en una fase de guerra total: su secretario general, Pedro Sánchez, se niega a renunciar a su puesto, tal y como le piden los 17 miembros de la Ejecutiva que ayer, miércoles, presentaron su dimisión en bloque para forzar su salida.
Sánchez insiste en su idea de convocar primarias - sometiéndose a las bases del partido el próximo 23 de octubre - y, además, ha anunciado la celebración de un Comité Federal para este sábado y un Congreso Extraordinario para noviembre. Mientras tanto, sus críticos subrayan que, según los estatutos del partido, la Ejecutiva ha quedado disuelta con las 17 dimisiones y Sánchez, desde ayer, ya no es el secretario general del partido.
La postura de los fieles a Pedro Sánchez
"Han instigado estas dimisiones para evitar un Congreso y que los militantes no hablaran, seguramente para que al PSOE lo dirigiera una gestora, sin explicar con qué apoyos o alianzas de fuera del partido cuentan. Es muy grave". Así de contundente se mostró el secretario de Organización, Cesar Luena, tras darse a conocer las dimisiones de la Ejecutiva.
El número dos del PSOE acuso a algunos dirigentes socialistas de intentar "torcer la voluntad de los órganos legítimos respaldados por los militantes": "El único órgano competente para disolver cualquier órgano del PSOE es exclusivamente la Comisión Ejecutiva Federal", y añadió que, por tanto, "la Ejecutiva no queda disuelta y que Pedro Sánchez sigue siendo el líder del PSOE elegido por los militantes".
Así, los socialistas que se han quedado al frente de Ferraz, la sede nacional del partido, han convocado un Congreso Extraordinario para el 12 y 13 noviembre y mantienen la hoja de ruta de Sánchez: un comité federal este sábado y que los militantes voten a su líder en unas primarias que se celebrarán el próximo 23 de octubre.
La postura de los críticos del partido
La primera voz que se alzó contra la decisión de Sánchez de "bunkerizarse" en Ferraz, fue Antonio Pradas, uno de los 17 dimisionarios: "El compañero Luena en este momento ya no es secretario de Organización ni la Ejecutiva está legitimada porque si se produce una baja de la mitad más uno, queda disuelta". El diputado por Sevilla añadió que "se han producido 20 bajas -los 17 miembros dimisionarios más tres bajas previas, incluyendo la del fallecido Pedro Zerolo-, por lo que se da la principal causa para que se disuelva la Ejecutiva. Ninguno tiene legitimidad para tomar decisiones".
Los estatutos del PSOE señalan que si la mayoría de la Ejecutiva presenta su dimisión, el partido pasa directamente a manos de un órgano interino que pilota su actividad hasta la convocatoria de un Congreso que designe un nuevo secretario general y una nueva dirección. En este sentido, Verónica Pérez, la presidenta del Comité Federal - el máximo órgano entre congresos - ha proclamado este jueves que, en este momento, ella es la única autoridad del partido: "Les guste o no a algunos, soy yo, porque me eligieron mis compañeros y compañeras del Comité Federal", ha afirmado a las puertas de Ferraz.
Verónica Pérez ha acudido este jueves a la sede del partido a presentar una solicitud para que se reúna urgentemente la Comisión de Ética y Garantías del PSOE, después de que su presidenta, Isabel Celáa, le haya recordado que sólo ella tiene la competencia exclusiva para convocar a este órgano. Los críticos de Sánchez piden que se reúna la comisión para que emita un informe que aclare si la Ejecutiva queda formalmente disuelta y, en este caso, acuerde crear una gestora que tome las riendas del partido. Además, rechazan la decisión de Sánchez de adelantar el Congreso Extraordinario al considerar que no tiene "ninguna validez".
La lectura mayoritaria que se ha hecho de la crisis interna del PSOE, es que el partido está dividido entre los que apoyan el "no a Rajoy" de Pedro Sánchez y un sector crítico que está a favor de abstenerse, pero que apenas se ha pronunciado públicamente para no pagar el precio político que podría conllevar esta decisión. Sin embargo, la "guerra total" que comenzó este miércoles no es tan simple.
La llegada de Podemos al escenario político ha restado a los socialistas votos de la izquierda y ha dividido a sus dirigentes en cuestiones clave: las relaciones que deben establecer con el partido de Pablo Iglesias y las formaciones independentistas, si deben ocupar una posición ideológica situada más al centro o más a la izquierda, además de la eterna cuestión de si se debe favorecer o no la investidura de Mariano Rajoy.
En este sentido, el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, uno de los 17 dimisionarios, ha enviado este jueves una carta a la militancia en la que afirma que "nadie nos debe hacer caer en la falacia de pensar que la hasta ahora ejecutiva federal es la garante de un no al PP", y añade que ha dimitido por "coherencia y responsabilidad política".
Con el partido roto por la mitad, la idea de Sánchez de intentar conformar un Gobierno alternativo a Mariano Rajoy ha llegado a su fin. Su plan consistía en negociar su candidatura a la Presidencia del Gobierno con Podemos y otras fuerzas parlamentarias y, tras las primarias del 23 de octubre, ser investido en el Congreso antes de la disolución de las Cortes el 31 de octubre, que conllevarán automáticamente la celebración de terceras elecciones.
Lo que está claro es que la profunda crisis de los socialistas beneficia principalmente al PP, para el que se dibujan dos escenarios: conseguir finalmente la abstención de al menos seis diputados socialistas en una segunda hipotética sesión de investidura de Rajoy o concurrir en unas terceras elecciones generales con su principal partido opositor completamente desestructurado.